El sonido que provenía desde lo que suponía, era el comedor, fue lo que terminó por despertarlo. Había olvidado ponerse una alarma pero resulta que no había sido necesario. Se había despertado en el horario justo: ni muy tarde, ni muy temprano.
Buscó con la mirada a su compañero de viaje, pero sus oscuros ojos habían chocado contra tan solo un par de sábanas revueltas. La camisa a cuadros que había estado usando Hyunjin el día anterior para protegerse del viento del campo no estaba colgando de la ventana como el muchacho lo había hecho antes de acostarse, y sus zapatillas tampoco estaban a un lado de la cama, próximas a las de Jisung.
Decidió pasar al cuarto de baño para, al menos, quitarse aquel pesado aliento mañanero antes de reunirse con los demás en la casa. Cuando estuvo listo, se desenredó el cabello apenas con sus dedos y cerró la puerta de la habitación tras él, de todas formas, había dejado la ventana abierta para que el lugar se ventilara un poco.
La casa de los Hwang constaba de una única planta, sin embargo, esta era más que suficiente para dos personas (casualmente tres; en esta repentina situación, cuatro contando a Jisung). En la cocina había una mesa con cuatro sillas que traía consigo un adorno en el centro, personalmente, era lo que más le llamaba la atención a Jisung de todo el cuarto. Se trataba de una escultura de una sandía en cerámica, había logrado acumular un poco de tierra encima de ella pero también contaba con un par de escarbadientes clavados sobre la pintura roja. La señora Hwang le había explicado dulcemente la noche anterior que usualmente los utilizaban para las picadas. Por otro lado, el comedor poseía tres sillones, el sofá-cama, ubicado en el centro y el cual era el de máxima longitud, y los otros dos individuales a sus costados. A Jisung la estructura le había hecho acordar a la casa de la abuela Peta, aunque el pasillo, que era lo que más recordaba el joven, no se pareciese en lo absoluto. El pasillo de aquella casa de campo estaba adornado por fotos de Hyunjin de pequeño y coloridos paisajes, nada que estuviese pintado con colores lúgubres ni que hiciese al estómago de Jisung revolverse con incomodidad. Le agradaba la idea de caminar desde la habitación de Hyunjin hasta el comedor y detenerse a observar cada detalle de aquel pasillo, sonriendo ante las buenas vibras que este le transmitía.
Sin embargo y aún con todas las características positivas que las demás habitaciones poseían, el cuarto de Hyunjin había sido lo que más había captado su atención hasta el momento. En cierto modo, hasta parecía aislado del resto de la casa o, bien, podía describirse como un lugar que se había mantenido intacto desde el primer momento, mientras que a los otros cuartos los habían remodelado en varias ocasiones. Atando cabos por su cuenta en su cabeza, recordó a Hyunjin mencionarle que la mayor parte de su vida hasta hacía unos pocos años la había pasado allí, en su casa en el campo. Quizá al momento de irse a vivir a la ciudad y obligarse a renunciar a una parte importante de su infancia y adolescencia le pidió a sus padres que mantuvieran aquel cuarto como él siempre lo había hecho, así para encontrar aquel sentimiento de familiaridad cada vez que lo volviese a visitar. Debía de tener sentido, puesto que hasta Jisung, quien visitaba el lugar por primera vez, se había sentido como en casa al momento de sumergirse entre las sábanas prestadas con el aroma a madera y algún tipo de desodorante masculino inundando sus fosas nasales.
Se frotó el rostro con su mano cuando se dio cuenta de que se había quedado estático en el lugar, casi como regañándose. Definitivamente no iba a ser una buena impresión para los padres de Hyunjin el verlo al pequeño castaño parado en el umbral del living, con la mirada perdida en un punto muerto. Para su suerte, ninguno de ellos lo había notado. La mujer de cabello rojo sostenido en un rodete flojo se concentraba en lo que sus dedos estaban tejiendo, mientras que el hombre de alta estatura y con un lunar debajo del ojo, como su hijo, llevaba su taza de café a sus finos labios.
—Buenos días —se aclaró la garganta antes de hablar en voz alta. El señor Hwang detuvo el movimiento de su mano y le dirigió la mirada a través de sus cuadrados anteojos.
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moles 》hyunsung.
Fanfictionaquel mito sobre las almas gemelas que andaban esparciendo por el barrio tenía a hyunjin sin poder dormir. por otro lado, a su vecino jisung no podría importarle menos. lo único que rondaba por su cabeza eran sus incesantes pesadillas.