#12

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La alarma de su celular sonó a las ocho en punto pero no fue hasta que su hermana tocó en su puerta que se incorporó totalmente en su cama. Se había vuelto a dormir una vez que se despertó y Hyunjin probablemente ya lo estaría esperando. Jisung se apresuró a tomar la mochila que había preparado la noche anterior y el cepillo de dientes del baño antes de dirigirle, una última vez, la vista al cuarto que se encontraría vacío los próximos días y cerrar la puerta.

—¿No te olvidás de nada? —preguntó por décima vez Irene, la sobreprotectora y exagerada preocupación era algo que se heredaba en la familia. Jisung fingió pensar profundamente, ya que ya había revisado la casa las veces necesarias en busca de algo que pueda llegar a serle útil para el viaje. Finalmente sacudió la cabeza y el pecho de su hermana pareció desinflarse, pero no demasiado.

Jisung terminó por rodar los ojos y decirle a Irene, mitad fastidioso y mitad preocupado, que volvería a dar una vuelta por la casa. Fue solo entonces que la mujer puso la primera sonrisa del día en su aún desmaquillado rostro.

El muchacho escuchó la puerta principal abrirse pero no le prestó atención. Probablemente Hyunjin había llegado e Irene se encargaría de justificar su tardanza. Hyunjin parecía ser comprensivo y sabía que no era una persona la cual perdía la paciencia en poco tiempo, así que se despreocupó y continuó su trabajo.

Caminó hasta el baño y pensó en llevarse una pasta dental adicional por las dudas, pero un solo tubo podía bastar para un par de días. No quería tampoco sobrecargar la mochila porque su espalda comenzaría a doler de camino a la estación.

Volvió a entrar a su cuarto y tomó una fina campera de un equipo de fútbol que ni siquiera conocía a profundidad, después de todo, sería solo en caso de que se levantase aquel típico frío viento que tomaba lugar al anochecer. Se felicitó a sí mismo por la idea ya que desde el pie de la escalera su hermana le daba su aprobación con ambos pulgares arriba.

—¡Jisung! —escuchó cómo su nombre era pronunciado con alivio, sin embargo, no se trataba del tono característicamente alegre y fuerte de su vecino, sino de uno que resultaba más familiar, pero que a la vez le costó reconocer.

¿Hace cuánto no veía a su mejor amigo? Minho parecía igual de sorprendido al darse cuenta de la cantidad de días que habían sucedido desde su último encuentro. Generalmente Jisung no aguantaba todo un fin de semana solo, pero este se le había pasado en un abrir y cerrar de ojos. En realidad no había estado completamente solo, pero algo le decía que no se lo confesara a Minho. Si era un presentimiento o una decisión completa y únicamente de sí mismo, aquello no lo sabía.

—¿Te ibas a ir sin saludarme? —dijo el muchacho al mismo tiempo que lo encerraba en un cálido abrazo, como siempre, eso no había cambiado en lo absoluto.

—Perdón, se me re pasó avisarte —respondió Jisung. Sonrió lo máximo que el entumecimiento de su rostro característico de los días que se levantaba temprano le permitió. Minho le quitó importancia con un gesto.

Irene había tenido razón al exigirle que se llevara una campera adicional. El clima había refrescado durante la madrugada y, como el sol apenas salía y no sería hasta el mediodía que les pegaría completamente, ninguno podía salvarse del frío viento que les recorría las desnudas piernas. Minho se abrochó el abrigo hasta el cuello en cuanto ambos salieron de la casa mientras que su mejor amigo se encontraba más concentrado en colocarse su mochila y mantener preparados en su mano el celular y los auriculares.

Del otro lado de la calle, la figura alta y esbelta de Hyunjin marcaba presencia al salir de su departamento con zancadas apresuradas y no solo una mochila sino también un bolso parecido al que los deportistas utilizaban colgando de sus hombros. Puede que Jisung se haya vuelto a sentir inseguro sobre lo liviana que en ese momento se sentía su mochila, pero sacudió los pensamientos casi al instante cuando la mirada de Irene se posó sobre él.

moles 》hyunsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora