Un foco titilaba en una de las celdas cercanas a la suya.
Observar la falta de persistencia en aquella iluminación estaba llevando a la joven al borde de la locura.
No entendía cómo era posible que algo tan banal tuviera la capacidad de molestarle tanto. No estaba segura si existía alguna razón en específico, si su incomodidad se debía a que esa luz era un recordatorio de algún suceso importante que era incapaz de rememorar, o tal vez se debía a que después de tanto tiempo sin que ninguna situación la distrajera de su propia mente, la molestia servía cómo un escudo frente a su capacidad nula de sentir algo.
O simplemente no existía razón alguna.
La muchacha daba vueltas alrededor de su habitación, una y otra vez. Sin entender el por qué.
Dentro de su estado de desesperación, Billie se propuso a sí misma que por cada vuelta que daba, regresaría a ver al foco, con la esperanza de que el titilo cesara y se llevara con él a su creciente locura.
Horas pasaron, miles de vueltas y al final, nunca fue capaz de despegar la mirada de aquella luz.
La joven no entendía por qué había pasado tantas horas observando el ininterrumpido titilo, se preguntaba si la persona que estaba dentro de la habitación estaba enloqueciendo de la misma forma que ella lo estaba haciendo.
Sus pensamientos no habían tenido coherencia por mucho tiempo.
Y el tiempo parecía nunca retomar su coherencia.
La frustración que estaba invadiendo a la joven se estaba convirtiendo paulatinamente en una determinación venenosa.
Quería destrozar ese foco con sus propias manos.
Estaba decidida, sus pensamientos estaban inundados por sus ganas de terminar con el endemoniado titilo.
Eso fue hasta que sus oídos captaron una suave voz proveniente de aquella habitación.
Billie no pudo entender qué fue lo que la voz expresó pero le causó una indescriptible paz, no sabía quién era la dueña de aquella voz, pero algo dentro de sí misma le había hecho entender que podría confiarle su vida y todo saldría bien.
Deseaba enviar una respuesta pero su oportunidad se evaporó instantáneamente al ser interrumpida por un grupo de personas trotando hacia la habitación de la luz titilante.
Una de las personas se desvió del camino y cerró las cortinas de aquella celda.
Pasaron treinta insufribles y largos minutos.
El grupo salió de esa habitación y abrieron las cortinas, la luz titilante finalmente había cesado.
Ya no había luz.
A pesar de que Billie sentía alivio de que el foco ya no estuviera perturbando sus pensamientos, no podía evitar sentirse increíblemente intranquila.
Algo malo había pasado dentro de esa celda.
Capítulo V
Dos semanas después de los Grammy's.
08 de febrero del 2020.
— ¿Qué te parece si salimos de compras con Hayley? — Ariana sabía que Billie no era fan de los centros comerciales pero no perdía nada intentando.
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algo más que un grammy.
FanfictionLa locura de la industria musical trasciende mucho más allá de nuestro concepto de realidad e imaginación.