〰️PERSA.

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Forks, Washington D

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Forks, Washington D.C. 

La visión de Alice era clara. En cuatro días llegaba una horda de neófitos hambrientos de sangre. Su rumbo había sido cambiado y decidido, ahora se dirigían al pequeño pueblo ubicado cerca de Seattle, listos para matar a Bella.

Luego de hablar con su familia y la manada Quileute llegaron al acuerdo de entrenar y enfrentarlos juntos.

Para mantener a Bella a salvo.

La fiesta seguía, pero Edward había perdido la gracia al leer los pensamientos de Alice sobre su visión, ambos sabían que no tenían oportunidad contra los recién nacidos.

Pero su pareja debía estar a salvo sin importar qué.

Edward suspiró mirando el bosque desde el balcón. Vacilaba en cada movimiento que tecleaba en su celular, no sabía que iba a hacer y tampoco las consecuencias que conllevaba, pero debía actuar.

Su boca se resecó al ver el número esperando a ser marcado. Bloqueo el celular, agachando su cabeza resignado, y suspiró bajo un chasquido de lengua.

Sabía que debía hacerlo. Pero tenía miedo.

—Hazlo.

Edward volteó. Rosalie estaba parada con un rostro neutro, pero sus pensamientos se repetían una y otra vez las imágenes donde toda la familia era feliz.

—Llámala— repitió. —Es nuestra única oportunidad para mantener a Bella a salvo— relamió sus labios con nerviosismo. —Hazlo.

Edward se quedó tieso en su lugar, sus músculos estaban completamente tensos y podía jurar que sentía que transpiraba aunque no era posible.

Volvió a voltear, dándole la espalda a su hermana. Cerró sus ojos y lo decidió.
Desbloqueó su celular y vio el número aún allí. Con su dedo pulgar temblando apretó el teléfono verde que aparecía en su pantalla dando por comenzada la llamada.









Buenos Aires, Argentina.

La muchacha pelirroja rio mientras que su viejo amigo Alejandro tomaba su pedido, se retiró anotando algo en su pequeña libreta.

La calle Lavalle estaba completa de gente. Autos y colectivos que pasaban por la avenida principal a su derecha. Desde su asiento podía apreciar el gran Obelisco en plena ciudad.

A pesar de que hacía frío y era de noche, la gracia en las calles bonaerenses no perdían su diversión. Se podía valorar como adolescentes se sentaban a comer al rededor de ella en las mesas vacías, vistiendo cortas faldas y tops exhibicionistas. Mientras que los muchachos se limitaban en una remera y un jean.

Los acentos venezolanos y de diferentes países de latinoamérica se hacía presente al escuchar con su oído agudizado, sin querer involucrándose en conversaciones ajenas. Tenía la costumbre de escuchar y observar a su alrededor, deseando que en alguna vida pudiera tener esos pequeños problemas mundanos.
Se desconcentró rápidamente pegando un pequeño salto junto a una exclamación al escuchar como le hablaban de repente.

—De acuerdo. Aquí está tu ración de tequeños de 12 y tu coca-cola light— vino de repente Alejandro, sacando a la muchacha de sus pensamientos, tratando de hablar un intento de inglés.

Habla en español, sabes que puedo entenderte— le dijo la chica con una sonrisa.

Le volvió a sonreír y le agradeció. El mesero desapareció para seguir con su trabajo, dejándola sola con su cena.

La muchacha nunca había sido muy fan de las comidas extranjeras, pero poco a poco su paladar tuvo que ir acoplándose a las limitaciones y privilegios de tener una comida caliente frente a ella.

Mantener una vida nómade no era fácil.
Moverse de un país hacia el otro requería un equipaje ligero y mucho dinero, pero no podía darse el lujo de quedarse más de un año asentada en un lugar.

Su cabeza tenía precio, hacía años que le daban caza encabezando la lista negra de Aro, el líder de los Vulturis.
No podía evitar sentir un escalofrío en su espalda baja al recordar todo lo que había vivido en Volterra. Pero pudo librarse y comenzar a escapar por todo el mundo.

Ella sabía que no era vida, aunque al menos seguía respirando y su fuerte corazón latiendo después de todo.

Suspiró frustrada al ver como manchaba su remera con salsa de ajo, gruñó molesta dejando la comida en la bandeja mientras que trataba de limpiarse con una servilleta, algo que fue en vano, ya que la mancha se fue expandiendo más.

Su celular comenzó a sonar. Gruñó molesta con su boca llena a medida que el aparato seguía chillando, la muchacha dejó la servilleta hecha un desastre sobre la mesa y sacó su celular.

Un número desconocido le marcaba, sin darle importancia, pensando que era una de las compañías de teléfono que trataban de hacerla abandonar Movistar, contestó sin más.

—¿Hola?— pronunció la muchacha en un perfecto español.

¿Hola?— al escuchar la voz de la muchacha, Edward sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo.

Su labio temblaba levemente y un arrastre de recuerdos lo atormentaron durante varios segundos.
Al otro lado de la línea la chica insistía pronunciando palabras en español, pero él quedó callado, no podía hablar, no le salían las palabras.

Estaba asustado.

Oyó un suspiro de la chica y se apresuró a hablar antes de que le corte. —Hola.

La muchacha se tensó en su lugar, sus ojos se habían abierto tanto que podía jurar que estaban a punto de salir de sus órbitas.

Su voz. Reconoció al instante esa voz, ¿cómo no hacerlo? Vivió hombro a hombro junto a él durante siglos.

Ahora ella fue la que quedó sin palabras, Edward la podía escuchar respirar pesadamente del otro lado, sabiendo que la muchacha no diría nada, procedió a hablar.

Primero se escuchaban unos balbuceos de la parte masculina hasta que finalmente concretó una oración. —Estamos en Forks.

La chica seguía sin decir nada, varios segundos se quedó completamente quieta, podía sentir como su mente le jugaba una mala pasada comenzando a hacerla sudar en frío.

—Hola— escuchó murmurar a la muchacha sin saber qué decir, ahora hablando en inglés con su característico acento británico.

Luego de unos segundos, Edward cerró sus ojos.

Te necesito.

La muchacha apretó sus dientes con una expresión seria frunciendo su ceño.
Se levantó de su asiento dejando dinero y toda su comida allí, agarró su chaqueta del respaldo de su silla y comenzó a caminar a paso firme.

Persephone-— la chica lo interrumpió.

Estoy en camino.














TRADUCCIÓN AUTORIZADA EN PORTUGUÉS: CriMeeeeee  

𝐏𝐄𝐑𝐒𝐀. [Jacob B. & Jasper H.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora