𝐏𝐄𝐑𝐒𝐀. [Jacob B. & Jasper H.]

EPÍLOGO.

Epílogo: LARGA VIDA  A LA REINA.

[20 años después].

Persephone escupió la comida en la cara del afgano cubierto de sangre, tapado de pies a cabeza exceptuando sus brillantes ojos rojos.

—Vete a comer pasto, afgano— dijo en el perfecto idioma persa que había aprendido luego de años capturada allí.

El hombre no contestó, se limitó a bajar la tela que cubría su boca para escupir su rostro antes de retirarse de la celda hecha de piedra en la que la tenían.

Persa no recordaba la última vez que había sentido la sangre correr por sus extremidades, sus muñecas le ardían ante las esposas que la tenían amarrada desde el techo, privando a sus brazos de una buena circulación de sangre, haciendo que estos estén entumecidos y casi inmóviles.

Sus piernas ya no tenían fuerzas para sostener su propio peso, por lo que las cadenas le proporcionaban todo el apoyo, dejando que su anatomía en kilogramos muerto colgado en sus muñecas.

No sabía hace cuánto tiempo estaba en esa habitación de piedra, casi de la época antes de Cristo, pero estaba segura que habían pasado años desde la última vez que observo el sol. Debía admitir, los primeros meses había agonizado del dolor hasta cerca de la muerte debido la lejanía que tenía de su impronta, sumando que también compartía el lazo con Jacob lo hacía aún mucho peor.

Pero su lobo había sido una vez más reprimido, sintiéndose nuevamente vacía e incompleta al no tener esa parte junto a ella.

Había algunas veces que llegaba uno que otro guardia amistoso que la liberaba durante algunas horas para que pudiera estirar las extremidades, pero había otro –como el de ahora– que le escupía la comida antes de alimentarla o directamente no la alimentaba durante días.

Observo vagamente como el guardia volvía a entrar a donde estaba, esta vez con una cubeta de lo que olía a gasolina; antes de que pueda fruncir su ceño para demostrar su extrañeza ante el objeto, Persephone fue bañada con ese oloroso líquido haciendo que entre en sus fosas nasales y boca.