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-Lo siento...

Ana se tiró a abrazarme mientras lágrimas caían por sus mejillas.

-Mírame, amor - lo hizo con los ojos aguados. Me dolía tanto verla así...- No hay nada que sentir, ¿vale?

-Te he hablado fatal porque estaba muy nerviosa. Ha sido el momento. Es que no sabía cómo reaccionar, no era yo...- la apreté contra mi cuerpo dejándola desahogarse.

-Lo entiendo, Ana. Tranquila.- soltó un suspiro.- ¿Cuándo te vas?

-Ahora. Mi vuelo sale a la 1:00- yo asentí.

-Me gustaría haber ido contigo, Ana. No quiero dejarte sola.- ella sonrió.

-No me vas a dejar sola.- metió la mano en su bolsillo trasero y sacó dos billetes.- Te vienes conmigo.

Ella sonrió y volvió a abrazarme. Mordí mi labio inferior y me aferré a ella.

-Pasa. Hago las maletas, me visto y vamos.- Ella asintió y entramos, pero por un momento paré en seco.- Pero... ¿Qué hago con Venus?

-María se queda con ella. Está todo hablado.- asentí y fui a mi habitación para coger lo que necesitaba.

Ana me acompañó y me ayudó a acomodarlo todo. No sabíamos cuánto tiempo estaríamos allí, pero un par de semanas caían seguro, así que me adapté a la situación.

-¿Cómo estás? Dentro de lo que cabe.- ella se encogió de hombros.

-Lo han ingresado por precaución. Tiene neumonía y le da fiebre de vez en cuando, pero por ahora no ha hecho falta entubarlo y eso es un alivio.- asentí- No es un caso grave, al menos todavía. Mi padre es fuerte y sé que podrá con esto.

-Claro que si, Ana. Todo va a salir bien.- ella apoyó su cabeza en mi hombro mientras doblaba mis camisetas para meterlas en la maleta.

-Mi madre está en cuarentena; lleva un día. No la voy a poder ver hasta dentro de dos semanas. Y, bueno, mi hermano estaba de vacaciones con mi sobrino y su mujer en otra isla. No tienen contacto con él desde hace más de un mes, así que no tienen por qué hacer cuarentena. Aún así están en Tenerife por si pasa algo.- la abracé mientras la escuchaba intentando darle un poco de apoyo.

-Si tengo que pagar un hotel o lo que sea, sabes que por mí no hay problema. Ahora hablo con mi jefa también, que lo va a entender. Simplemente tendré que ensayar las coreos allí- ella asintió.

-Corre. Llámala antes de que sea más tarde, que yo termino con esto. Y no hace falta que pagues nada, nos quedamos en casa de mi hermano.

-Está bien, pero si necesitas cualquier cosa no dudes en pedírmelo.- dejé un beso en su cabeza y llamé a mi jefa explicándole todo lo que había pasado. Me dijo que no había problema, las clases se grabarían y si ensayaba allí, no tenía por qué preocuparme.

Por lo tanto, mientras Ana guardaba lo que quedaba en la maleta, yo le preparé una bolsa a Venus con su pienso, su correa, sus bolsitas e hice una lista con comida que podía tomar.

-Cielo, esto está listo.- Ana caminó arrastrando mi maleta.

Me acerqué a ella y agarré su cara dejando un pequeño beso en su frente. Ella rodeó mi cintura con sus brazos y dejó caer su cabeza sobre mi pecho. Así nos quedamos un buen rato, abrazadas sin decir nada más.

-Vamos, se nos va a hacer tarde.- ella asintió y recogimos todo de mi casa pasando también por la suya.

Primero fuimos a casa de María, quien se quedó con Venus encantada. No sabía cuánto tiempo estaría sin verla, por lo tanto, tardé un poco más en despedirme.

Después de esa parada, llegamos al aeropuerto con el tiempo justo. Una vez estuvimos dentro del avión, Ana apoyó su cabeza en mi hombro suspirando. Nos quedaban unas tres horas de viaje más o menos.

-Tenía muchas ganas de llevarte a Tenerife, pero no en estas condiciones- me confesó mientras agarraba mi mano.

-Lo sé, amor, pero lo primero es lo primero. Intentaremos disfrutar dentro de lo que se pueda- dejé un beso en su cabeza mientras dejaba mimos en su antebrazo.

Ana no tardó mucho en quedarse dormida. Yo me mantuve despierta todo el trayecto, por si se levantaba sobresaltada o me necesitaba.

Pero todo fue bien. No hubo ningún problema y salimos de allí con otra media hora de trayecto para llegar hasta la casa de su hermano.

-Anita- Ana fue corriendo a tirarse en sus brazos.

-¿Se sabe algo más?- el negó y volvió a abrazarla.

-Por lo menos mamá no tiene síntomas- Ana asintió algo más tranquila.

-Quin, esta es Mimi. Me ha acompañado.

Su hermano me miró con una cara que la describiría de todas formas menos buena. Yo simplemente le sonreí y le tendí la mano.

-Encantada- él no me devolvió la sonrisa, pero agarró mi mano y miró a Ana.

-Tú y yo hablamos luego. Hablad bajo que están Luka y Olga dormidos.- asentimos y pasamos - Ana ya sabes donde ir. Estoy molido. Buenas noches.

-Buenas noches- dijimos al unísono.

Entramos en la habitación a la que Ana me llevó y dejamos las maletas a un lado.

Era una casa muy grande: un chalet con piscina y todo. La habitación en la que estábamos también era de unas dimensiones considerables, con cama de matrimonio y un enorme armario.

-Vamos a descansar un rato. Mañana será otro día.

-Vale, pero vamos a sacar algo de ropa de las maletas, para tener algo fuera mañana.

Eso hicimos, sacando lo básico, que ya tendríamos tiempo para deshacer lo demás.

-Ven aquí.- abrí mis brazos una vez tumbada en la cama.

-Mimi, tengo que hablar contigo- mi corazón perdió un par de latidos.

- Uy, qué miedo. Dime.

-Mi hermano es un puto homófobo de mierda- tragué saliva- No quiero decirle que sólo somos amigas, porque no es así, pero tampoco somos pareja oficial.

-No tienes porqué dar explicaciones de nada. Simplemente dile que tenemos una conexión muy guay y nos gusta estar juntas - ella se encogió de hombros.

-Mañana lo pensaré mejor, que ahora estoy cansada. Ha sido un día muy intenso.- asentí y ella me miró. Le sonreí de medio lado y ella dejó un pequeño beso en mis labios.

-Vamos a dormir, amor. Todo va estar bien, ya verás- se acomodó sobre mí, como ya acostumbraba a hacer y asintió.

-Buenas noches, bonita.

-Buenas noches, mi vida.

La abracé fuerte y con todo el cansancio que se había acumulado en mi, caí rendida en cuestión de minutos.

Mi destino en tu balcón // warmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora