28

1.4K 110 24
                                    


-Amor, que está el niño...ah- me interrumpió mi propio gemido al darme un pequeño mordisco en el cuello.

-Estaba sopa, déjalo- dijo siguiendo con lo suyo totalmente despreocupada.

-Si, pero podría despertarse en cualquier momento.- me calló con un beso y buscó mi mirada.

-Tu no hagas ruido y ya. Hemos estado en situaciones peores- jugueteó con el borde de mi camiseta esperando una reacción.
Levanté los brazos y ella la sacó sin problema dejándola a un lado.

Ella se lanzó a mi cuello. Mordió, chupó y succionó seguramente dejando marcas de las que me tendría que ocupar al día siguiente.

Sus manos fueron directas a mis pechos, los cuales masajeó y pellizcó ganándose jadeos por mi parte.

-Calladita eh- asentí como pude.

Ella bajó por mi cuerpo dejando un reguero de besos húmedos por mi pecho y abdomen.

Quitó la única prenda que me quedaba y la dejó junto a la camiseta. Se lo colocó entre mis piernas abriéndose espacio.

-Ana, por favor-sollocé y ella me miró arqueando una ceja.

-¿No me vas a dejar jugar ni un poquito?- yo negué con la cabeza y ella rió.

-Haz lo que sea, pero hazlo ya- ella recorrió mi sexo con un dedo notando la humedad, lo cual hizo que tuviera que morder mi labio con fuerza conteniéndome.

-Mmmh... me encanta ser la causante de esto- se puso a mi altura y llevó el dedo a su boca para después besarme.

-No puedo más- me removí bajo su cuerpo.

-Odio tu poca paciencia- me besó mientras sus manos se dedicaban a dar paseos por mi cuerpo.

-No la odias cuando estás en mi lugar- jadeé.

-Shhh- puso su índice sobre mis labios y volvió a guiar sus besos hacia mi cuello.

De nuevo, se colocó entre mis piernas y dejó besos húmedos en la cara interna de mis muslos.

-¡Dios!- solté sin pensar al notar su aliento chocar contra mi sexo.

-Cielo, uno más así de alto y tendré que parar- asentí tapando mi boca.

Volví a sentir su aliento y como dejó un beso ahí antes de pasar su lengua y recorrerme entera.

Aguanté como pude, soltando algún jadeo silencioso que me fue imposible contener.

Ella estaba entretenida mientras jugaba con su lengua, haciendo que arqueara la espalda haciéndome llegar a ese punto de no retorno.

-Ana, m-me- ella se separó momentáneamente.- Ana, por favor.

-Lo sé, calla.

Ella no paró hasta que los espasmos en mi vientre se hicieron presentes y solté un gemido que logré contener mordiendo la almohada.

-Me has matado- solté mientras ella se tumbaba a mi lado y me tapaba con la fina sábana.

-¿Bien?- yo la miré y sonreí.

-Más que-

-Tita ¿Por qué llora Mimi?- entró el pequeño a la habitación frotándose los ojos haciendo que las dos nos separásemos automáticamente.

-Cariño, Mimi no llora, está bien. Habrá sido un sueño.- intentó camuflar Ana.

-Es que yo la he escuchado llorar, tita

-Yo estoy bien, Luka. No he llorado, seguro que te lo soñaste- el niño se encogió de hombros sin darle más vueltas.

-¿Puedo dormir con vosotras?- preguntó haciendo un puchero.

Mi destino en tu balcón // warmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora