Capítulo 10

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Llamé a Kate, quien me  dio un sermón sobre que debía dejar de ignorar sus llamados y mensajes. Me excusé diciéndole que estaba sin batería, pero parecía no creerme. Entonces, comencé a hablarle sobre ir mañana al bar y ella estuvo encantada de volver, aunque también la extrañó mi repentino entusiasmo.

—Pero Marie, tu odias salir, ¿qué hizo que cambiaras de opinión?

—Ya sabes, tanta tensión en la escuela, los días que estuve en mi casa sin hacer nada, despertaron mi interés. —Mentí. Aún seguía odiando salir, y de no ser porque necesitaba respuestas, me hubiera quedado encerrada en mi casa viendo alguna película, o simplemente leyendo.
 —Sabes, no te creo. — Admitió  Kate. —Pero estoy tan emocionada porque la salida va a ser por iniciativa tuya, que haré como que no me doy cuenta de que mientes. Mañana por la tarde pasaré por tu casa y llevaré un conjunto mío para que te veas divina

 Maldecí en voz baja. ¿Cuál conjunto ajustado y que iba hacerme ver como una chica fácil iba a traerme esta vez Kate?

 — Kate, no es necesario, yo tengo la ropa adecua...

—De ninguna manera voy a aceptar que te pongas esa ropa horrible que usas.— Gracias, amiga.— Te llevaré algo mío. Y no creas que no te he escuchado maldecir. —Cortó antes de que pudiera contestar.
Suspiré resignada, nadie podía con Kate.

La noche transcurrió sin problemas. Durante la cena, mi padre miró extrañado mis muñecas, que ahora tenían las estúpidas pulseras y preguntó de dónde las había sacado. Tuve que decir que las compré porque estaban de oferta en una tienda. Él frunció el ceño.

—Tú odias las pulseras.

—De hecho, recuerdo que en tu cumpleaños número diez tu tía Penélope te regaló una pulsera y tú no solo te pusiste a llorar, sino que revoleaste la pulsera hacia donde estaba ella y le diste en el ojo. — Contó mi madre. Mi padre rió. Yo solo mantuve la barbilla en alto. Aún estaba enojada con mi tía Penélope. Ella era la hermana de mi padre,  hacia años no hablaba con nosotros, y vivía lejos de aquí. Había dejado de hablarnos luego de una pelea con mi madre. Pero realmente odiaba que por una pelea la familia se distanciara de esa forma.

—Ella sabía que yo quería la Barbie sirena y sin embargo me regaló esa pulsera horrible.—Contesté  haciendo una mueca al recordar esa pulsera fea. Era color violeta con flores rosas. La había odiado con todo mí ser.

Pensaba que mi padre iba a dejar pasar el tema, pero entonces continúo:

—Aún así no explica tu repentino interés por esas dos pulseras que llevas ahora.

Rayos.

—Simplemente me parecieron muy hermosas y baratas. —Mentí.

—Bueno entonces para Navidad te regalaré una...

—¡No!. —Interrumpí a mi madre rápidamente. Luego más calmada continué: —Quiero decir, yo creo que con estas dos es más que suficiente.
Mi madre lanzó una risita.
Antes de irme a dormir revisé mi celular, aparte de los antiguos mensajes de Mark preguntando si estaba todo bien que no había contestado, solo tenía un mensaje nuevo:

"Me alegra que las pulseras te hayan parecido hermosas. Descansa, hermosa Marie."

En mi rostro se formó una mezcla entre mueca y sonrisa.
Era extraño, pero por alguna razón su mensaje no me había atemorizado, como los demás.

Cuando por fin estuve en mi cama enseguida me dormí. Me desperté al sentir una canción proveniente del piso de abajo. ¿Acaso eran Villancicos? Intenté volver a dormir pero entonces la luces de mi habitación se encendieron. Bostezando miré hacia la puerta, donde mi madre estaba con un gorro de Papa Noel.

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