20: Ben

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Ben

—Oye Ben, —exclama Kira abriendo la puerta de mi habitación, sin responder clavo mi vista en ella. Estoy en la cama navegando con mi celular en internet, ella se acuesta al lado mío y yo aparto el celular para dejarlo bloqueado a un lado, —me encontré con Gust en la biblioteca.

Recuerdos pasan por mi mente hasta que llego a un rostro específico. Es un recuerdo algo viejo en realidad.

—¿Gust?¿Gustavo?¿el Gustavo que fue nuestro compañero de clases?

Ella sonríe y asiente, yo también sonrío y ambos empezamos a mirar el techo. Tengo unos cuantos recuerdos de Gustavo, y a todos los puedo resumir en dos cosas; era un gran amigo y...

—Le gustabas. —suelto, sin mirarla.

—Claro que no, —dice de inmediato —solo éramos amigos.

—Aja, en ningún momento dudé de su amistad pero Kira, —Pauso mi charla para mirarla y luego proseguir, ella también me mira, —él no te quitaba la mirada de encima, no perdí una oportunidad para mirarte.

—No juegues con eso, —advierte de forma divertida —yo hasta intenté conseguirle a la chica que según yo le gustaba.

Tapa su rostro con ambas manos, pero antes de que lo hiciera pude notar su sonrojo y su sonrisa. Segundos después aparta sus manos del rostro y me mira.

—En ese entonces yo solo lo veía como un amigo.

—Que lástima, significa que ya lo perdiste.

Mis palabras, aunque intento sonar serio sé perfectamente que eso no es lo que estoy mostrando.

—¿Por qué nunca me lo dijiste?

—Era muy obvio Kira, al parecer solo no lo era para ti. —Dejo de mirarla y miro al techo. —Todos lo sabíamos.

Una almohada se estampa sobre mi rostro antes de que yo puedo esquivarlo, y mientras me golpea sin mucha fuerza con la almohada que es de mi pertenencia dice palabras como; "alguien debió decirme" "¿por qué nadie me lo dijo?" "¡de verdad no lo sabía!" "eres un hermano muy cruel".

En la puerta de mi habitación, —la cual Kira había dejado abierta al entrar—, se visualiza nuestra madre.

—¿Qué está pasando?

—Kira se encontró con Gust en la biblioteca. —Me aparto un poco de Kira para que deje de golpearme, pero esto es más gracioso que molesto.

—¡Oh, Gustavo! Le gustabas hija. —dice mi madre con una sonrisa.

Kira no dijo más nada, solo se bajó de mi cama y salió de mi habitación, se devolvió y me lanzó la almohada, se detuvo frente a nuestra madre y luego de mirarla por unos segundos desapareció de nuestra vista.

—¿Ella lo sabía? —negué con la cabeza todavía divertido por la situación —Vaya, pero si era muy obvio.

—¡Así es! Eso mismo le dije yo.

Entre risas mi madre salió de mi habitación, y cerró la puerta detrás ella.

La chica que veo a las 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora