Ben
Cuando papá llega solo se une con nosotros luego de dejar sus cosas en su habitación y bañarse, esa noche decidimos pedir pizzas porque no había nadie en esta casa con ánimos de cocinar algo, y pues, ni modo, a mí me gusta la pizza así que por mí está más que bien.
Las días con Héctor aquí con nosotros son geniales, diferentes a que solo estén Kira y papá haciendo bromas por todo, ya que él se nos ha sumado.
Se va por la mañana y regresa al medio día, o a las dos de la tarde, y parece que las cosas que está haciendo les están saliendo bien, ya que regresa de buen humor.
Ese día no apareció la chica rubia, ni el día siguiente, ni el siguiente a ese. Hoy ha pasado una semana desde la última vez que la vi pasar por aquí, resignado me aparto de la ventana, no son las cuatro de la tarde pero saldré con mi primo y no creo que vaya a pasar hoy tampoco.
Lo cual me tiene de alguna forma preocupado, ahora no puedo dejar de pensar en hablarle, me gustaría hablarle, además, es algo así como amiga de Kira así que no veo muy extraño que yo le hable, creo.
Bajo las escaleras y camino a la salida, Héctor dijo que lo esperara en el auto así que eso hago porque como ya mencioné, voy a salir con él. El auto está apagado, los vidrios de las ventanas están subidos y son, pues, reflectantes.
Y creo que esa es la razón por la que una chica se detiene a usarlo como espejo porque verifica que su cabello esté peinado o masomenos aceptable, busca algo en la cartera que lleva de lado cruzando por su pecho y saca un labial, se lo coloca y luego sonríe, como verificando que le quede bien.
Pero le queda bien, a la chica rubia, ese labial de brillo le queda muy bien, y entonces empiezo a hacer algo muy loco, empiezo a bajar el vidrio de la ventana, y ella de inmediato queda hecha piedra, cuando está lo suficientemente abajo como para que pueda verme, le hablo.
—Ese labial te queda muy bien.
Pero ella da dos pasos hacia atrás y luego camina a gran velocidad hacia la biblioteca, supongo, y Kira ya se encuentra en ese lugar.
No puedo evitar sonreír porque, le hablé a la chica que veo a las cuatro.
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La chica que veo a las 4
Short StoryY sin darme cuenta me acostumbré, a mirarte desde mi ventana todos los días. Inconscientemente esparaba con ansias las cuatro de la tarde solo para verte durante unos segundos que para mí eran más que suficientes. Pero luego no lo sentí así, no era...