CAPÍTULO || 13

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Alice Pov's

—¿Qué piensas hacer? Los niños están muy apegados a Adams, y eso significa que lo tendrás cerca más, y más, cada vez nene.

Pronuncia Bridget y suspiro cansada.

—Lo sé, pero él es su padre y contra eso no puedo hacer nada, prefiero que los vea de vez en cuando, a qué me esté amenazando con algo legal o que quiera ponerles su apellido.

—Sabes que si te lo dice no podrás hacer nada contra eso Alice— la miro de mala forma y se alza de hombros— Es la verdad, y sabes que tengo razón.

Hace más de cuatro semanas que los niños conviven con él, al final Aimon simpatizó más o menos con él, y no sé si sea bueno o malo.

Cuando se los lleva a algún lugar, vivo con el miedo de que se los lleve como represalia. Hablo un rato con mi mejor amiga sobre diversos temas, horas después se marcha, tiene clases en la universidad y ya se le estaba haciendo tarde.

Estoy muy orgullosa de ella, tiene una de las mejores notas en sus clases y en solo dos meses se graduará, estoy ansiosa porque ese día llegue y poder festejar junto a ella.

Cierro mis ojos unos momentos, en busca de tranquilidad, pero se ve interrumpida por el sonido de unos toques en la puerta. Muerdo mi mejilla por dentro y con pesadez me levanto.

Al abrirla lo primero que veo, es la estúpida sonrisa de Adams y luego a mis dos bebés.

—Hola nena— saluda, haciendo que Aimon lo mire extrañado.

No respondo y me hago a un lado para que pasen. Astrid trae algunas bolsas en sus manos, supongo les regalo algo.

—Es de mala educación, no responder, Alice.

Con una sonrisa bastante fingida, le miro.

—Hola Adams, ya trajiste a los niños, ellos están bien, puedes irte— pronuncio.

Mientras más lejos esté, mucho mejor.

—¿Por qué lo echas, mami?— indaga la niña y no respondo.

—Responde— secunda y ganas de tirarlo por el balcón no me falta, su estúpida sonrisa, se la quiero quitar.

—Es tarde y ustedes tienen que bañarse e irse a dormir.

—¡Pero no tengo sueño!— chilla la pequeña y dejo salir todo el aire en busca de paciencia.

—Astrid, si mamá dijo que nos durmamos, eso haremos— con la mirada le agradezco al pequeño, Aimon es el único que me entiende.

Ignorando la presencia de Adams, ayudo a la niña con las bolsas, con cuidado subimos los escalones y los llevo hasta su recámara.

—Esperen aquí un momento, iré a hablar con Adams, ¿Está bien?— ambos asienten y yo salgo nuevamente.

Al estar de junto a él, me mira sin ningún pudor de pies a la cabeza, haciéndome sentir realmente incómoda.

—Ya puedes irte, esta semana los niños no podrán volver a estar contigo, tenemos cosas que hacer— le hago saber, y él me mira atentamente.

—¿Qué cosas?

—Eso ya no es tu problema, son cosas mías.

—Okay, quiero que mis hijos tengan mi apellido— sus palabras me hacen tensar.

Jodida será mi vida, ¿Acaso provoqué eso con mis pensamientos hace horas?

—¿Qué?— pregunto nerviosa y él mira mi cara con seriedad.

—¿Por qué te pones pálida? No es algo del otro mundo, son mis hijos y tengo todo el derecho.

—Pero...

—Pero nada, muy pronto verás a mi abogado por aquí, llevará los trámites a cabo.

Mi respiración se vuelve rápida, él se gira y antes de que salga hablo.

—No, mis hijos no llevarán tu jodido apellido— los músculos de su espalda se tensan, marcándose en la camisa negra, que lleva puesta.

Con lentitud se gira, mirándome de forma extraña.

—¿Cómo dijiste Alice?— indaga, y trago saliva.

Él me causa miedo, como me mira, habla, todo.

—No les darás tu apellido, ese maldito apellido.

En menos de nada lo tengo con sus manos sobre mi cabello, sorprendiéndome su reacción.

—Soy bastante generoso contigo y tú solo me tocas los cojones, deja de joder haciéndote la dura y haz todo lo que yo te digo, no es tan difícil, no dejaré que mis hijos sean bastardos, ¿Me entiendes, no?

Las palabras no me salen, solo hago el intento de que suelte su agarre en mi cabello.

—¡Responde!— susurra/grita y cierro mis ojos, asintiendo.

—Sí, suéltame, los niños están a nada de nosotros, te podrían ver— sugiero con las ganas de que me suelte.

Me mira unos momentos, pero en vez de soltarme me besa, tensando su agarre.

Pongo mis labios en una línea, no lo quiero besar, pero tira de mi cabello haciendo que entre abra la boca y dándole pase a su lengua.

Profundiza el beso, llevándome a las veces que lo hacía hace años, por falta de aire se separa con una sonrisa, yo solo lo miro con la cara roja, de la vergüenza y el enojo.

—Tus labios, tan suaves y delicados como siempre, eres perfecta mi vida— deja otro beso en mi boca.

Suelta su agarre en mi cabello y sin quitar su sonrisa, sale de mi casa guiñándome un ojo. Cuando estoy completamente sola, contengo las ganas de gritar y solo tiro al suelo los cojines de los muebles. Paso las manos por mi cabello, en señal de frustración, quiero que esto se acabe lo antes posible.

Secuelas de una obsesión © |#2| [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora