CAPÍTULO || 29

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Alice Pov's

Llevo los trastes utilizados al lavamanos para limpiarlos y al terminar subo a la habitación, estoy nerviosa, anteriormente Adams, no se tomó nada bien el comentario del niño, sé que a él no le hará nada, pero a mí sí... 

Lo veo sentado en un sofá, mientras mira al suelo, como si estuviera pensando.

Adams es demasiado joven, como para ser como es, ¿Qué lo llevo a eso?, Está enfermo, necesita ayuda, quizás un trauma pasado, no lo sé, pero... ¿Qué paso? ¿Qué le paso?

Me acerco y al parecer se da cuenta de mi presencia, sus ojos están dilatados, muestran enojo y me asusta.

—No quise que...

—Cállate— me ordena, cuando intento calmar las cosas, su voz fue dura, logrando que de un respingo.

Se levanta mostrándose tranquilo, pero ambos sabemos que no es así, pasa por mi lado, le doy la espalda y lo único que escucho es como le pone seguro a la puerta.

Cierro mis ojos, hasta que siento su mano enroscarse en mi brazo con demasiada fuerza, me gira y levanto la vista viéndolo a los ojos.

—Ese niño es un irrespetuoso y tú tienes la culpa.

—¿Yo?

—¡Si tu, tu la tienes, tú lo criaste! ¡Y es un insolente que no sabe respetar a su padre, porque soy yo, y no ese idiota!

—Yo... yo no puedo obligarlo a que te llame así, si él no quiere, no puedo hacer nada— respondo y hace más fuerte el agarre— Me estás lastimando, suéltame.

—¿Crees que eso me importa a caso? Todo lo que te hago es por tu culpa, tú te lo buscas.

—Es un niño y si él no...

Me da una bofetada, que me hace callar al instante, el sabor metálico se hace presente y siento la sangre salir desde mis labios, hasta mi mentón. Toco la zona afectada y al instante mis dedos se tornan de rojo.

Una de sus manos tira de mi cabello, haciendo que lo mire a los ojos.

—Lo arreglas o lo arreglas, porque no voy a dejar que me siga faltando al respeto.

Lo próximo que hago sé que puede ser mi sentencia, pero no me contengo y le escupo el rostro, como aquella vez...

Cierra los ojos, respirando con irregularidad, para luego pasar su mano por su rostro y limpiarse.

Lo siguiente que siento es como empuja mi cuerpo con fiereza contra la pared, haciéndome gritar y que mi cuerpo sienta un agudo dolor.

—Eres una perra— murmura y vuelve a empujar mi cuerpo, tres veces más.

—¡Basta!— grito, casi sin aire.

—¡Cállate!— grita y sujeta mi cuello, empujándome a la cama.

Lo siento subirse sobre mí, pero no veo nada, mi vista está borrosa, mientras mi cabeza da mil vueltas, sin saber que hago forcejeo contra él, pero yo estoy débil y él fuera de control.

Muerde mi cuello, mientras mete sus manos por debajo de mi vestido, empujo su pecho, pero sujeta mis manos, aunque eso no me detiene y me sacudo con tal de que se aleje.

—Suéltame, no quiero que me toques.

—No me interesa lo que tú digas, entiende que tu cuerpo es mío, hago lo que yo quiera con él.

Con firmeza lo siento sujetar mi cintura, sus manos suben a mis senos, acariciándolos con brusquedad, causándome asco y daño.

Cuando recupero la vista, miro a mi alrededor, está tan sumido en su pensamiento que no ve cuando agarro la lámpara de la mesita de noche y la estampo en su cabeza.

Un jadeo sale de sus labios, cae sobre mí, pero no me importa nada y lo tiro a un lado, arreglo mi vestido y me levanto de la cama.

Lo escucho gritar mi nombre y con rapidez abro la puerta de la habitación, saliendo disparada, los niños están en el jardín y quiero ir por ellos.

No llego a la escalera, cuando lo siento sujetar mi cabello. Jadeo del dolor, y no me importa nada, con una mano me agarro de las barandas del balcón y con la otra araño la suya.

—¡Déjame!— grito, clavando con fuerza mis uñas sobre su mano, ya no me importa si me empuja por el balcón.

Me suelta y corro a las escaleras, viene detrás de mí y en un mal paso, caigo por las escaleras.

—¡Mami!— escucho un horrible grito y es Aimon...

Intento levantarme, pero todo me duele, todo me gira.

—¡Que le hiciste a mi mamá!— lo escucho sollozar y como sus manitas me topan.

Con la fuerza que me queda, intento levantarme.

—Sal, vete con tu hermana— le susurro y medio veo como niega.

—Vámonos, ven, llamamos a Ryan— menciona, y escucho pasos— ¡No te le acerques!

—Cállate insolente— Adams me sujeta el pelo, para levantarme y ahora sé que todo le da igual.

¿Dónde está Astrid?

—¡No, déjala!— Aimon lo golpea, entonces pasa lo que temía.

Adams le hace daño al niño, empujándolo sin medir sus fuerzas, haciendo que este caiga de espaldas al piso.

—¡No! ¡Es un niño!— hago el amago de acercarme a él, pero soy detenida por Adams.

—Todo lo provocas tú— susurra y lo miro, está llorando, es un cínico, hipócrita.

Sujeta mi cuello y me falta el aire, cada vez lo hace con más fuerza.

—¡No, la vas a matar!— los gritos del niño, me hacen quererme morir en realidad.

Lo próximo que escucho es un fuerte golpe, uno, dos, tres veces y luego algo caer.

Adams maldice y me lleva a no sé donde a rastras, con él.

—Deténgase o disparamos, alce las manos.

—¡Ayuden a mi mamá!— chilla el niño y ojalá y haya funcionado el plan de Aisa, eso fue.

No veo nada, solo escucho...

Adams se niega a soltarme, pero alguien me arrebata de sus manos.

—Alice, mi amor, soy yo Ryan... no te duermas, por favor, sé fuerte.

—¡No la toques!— grita Adams, la cabeza me duele y me falla la respiración.

¿Dónde está Astrid?

—Donde... ¿Dónde está la niña?— logro mencionar.

—La vamos a buscar, tranquila...

—¡Que te alejes!

—Te voy a matar.

Ryan me suelta, para acercarse a la bestia.

Lo último que escucho son tres disparos, y el grito de Astrid...




Secuelas de una obsesión © |#2| [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora