EXTRA || 31

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Verla cerrar sus ojos, tres disparos que queman y el grito de mi princesa...

Nada parecía real, solo recuerdos borros, luces blancas y cosas inexistentes.

El escuchar conversaciones, que no me hacían gracia, pero que tampoco recordaba por completo, me ponía histérico, despertar y verme conectado a no sé cuantos aparatos me hizo enojar.

Un botón estaba situado a mi lado y empecé a tocarlo varias veces, en menos de un minuto había más de cinco enfermeras y un doctor en la habitación.

—Ya despertaste— menciona el doctor y yo solo lidio con el enojo y el mareo que me atacan.

—¡Quítenme todo esto!— mi voz sale más ronca de lo normal y mis manos la siento débiles al agarrar los tubos.

—Por favor le pido que se calme y déjenos ver su estado, tiene que calmarse y dudo que quiera volver a estar dormido.

Respiro en busca de la calma que no tengo, pero logro quedarme tranquilo, por lo menos unos momentos, él se acerca y hace algunas cosas a las que no le presto atención, al estar lidiando con mis pensamientos y mi molestia.

—Se encuentra mejor de lo que esperaba, la verdad— menciona y no sé cómo tomarlo— Su padre dio el aviso de que en menos de quince minutos estará aquí, no dude en presionar el botón si necesitas algo.

Todos salen dejándome sola nuevamente e inspecciono mi alrededor, todo es tan extraño... entonces recuerdo los disparos, toco mi cuerpo en busca de algún dolor, alguna herida, pero no hay nada.

Me miro en busca de las heridas, y verlas ya cicatrizadas, incluso casi invisibles me alarma. no pudieron sanar tan rápido.

En medio de mi crisis, la puerta se abre, dejándome ver a mi progenitor.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?— no me importa nada, solo quiero respuestas.

—¿Cómo te sientes?— cuestiona acercándose y niego.

—¡No quiero hablar de eso! ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Al parecer te encuentras bastante bien.

Lo miro y entonces mis hijos llegan a mis pensamientos, Alice, ¿Dónde está Alice?

—Quiero saber donde están mis hijos y mi mujer— se queda en silencio bajando la mirada y me desespero— ¿Dónde carajos están?, ¡responde!

—Solo podrás ver a los niños, bueno, Astrid es la única que pregunta por ti, mi nieto ni te menciona, el ver como tratabas a su mamá, lo alejo por completo, diría que te aborrece.

¿Qué?

—¿De qué me estás hablando?— todo esto es tan confuso.

—Han pasado dos años, tenías dos años en cama Adams, en todo este tiempo he tenido que lidiar con bastantes cosas por tu culpa, encontré la manera de que no fueras a la cárcel, pero para eso tienes que alejarte por completo de esa chica, ya le has hecho bastante daño y ella se encuentra feliz y en un matrimonio.

—¡No!— grito y su ceño se frunce.

—Adams, por favor, también iras a psiquiatría, lo necesitas u olvídate de estar fuera y prepárate para ir a un calabozo, eres mi hijo, pero ahora están esos niños de por medio y dudo que le haga bien tener un padre como tú estando en estas condiciones o aceptas, o te hundes, porque ya no voy a tapar tus idioteces.

Lo que me faltaba.

—¿Es en serio padre? ¿Me vas a hacer esto?

—Sí, y me arrepiento bastante de todos los errores que cometí al cubrir tus atrocidades, tú decides, si tienes algún aprecio por tus hijos.

—Eso ni siquiera lo dudes— lo interrumpo al instante.

—Pues bien, cuando estés un poco más recuperado, la niña vendrá a verte por una hora, el niño no, no quiere saber de ti, busca la manera de cambiar eso, porque de lo contrario, es una lástima, yo me llevo con ellos, y él me ha dejado claro que no te considera su papá, al contrario de Astrid, quien ahora aborrece a la actual pareja de su madre, porque vio como casi mataba a su padre y lo dejo en coma por dos años.

Sonrío mentalmente. 

—¿Iras a terapia?— asentí y vi como su rostro cambio a estar tranquilo— Bien, eso es bueno.


La ira recorría todo de mí, enterarme de que Alice, mi Alice estaba casada con ese bueno para nada, fue un detonante, Aimon ni siquiera se acercaba, a no ser que su hermana se lo pidiera, ella tiene cierto poder sobre él.

Ir al psiquiatra no fue fácil, pero si esa era la manera de estar con mi hija, pues lo haría. Jennifer apareció tiempo después, estaba feliz de verme, pero yo ni siquiera la quería cerca, yo quería a Alice y ella no estaba aquí, ni siquiera podía verla, nunca pude acercarme a ella.

Aun así, volví a tener una relación con la rubia, quien parecía no importarle nada de lo que había hecho, nada fue cosa pública, nadie se enteró, solo los familiares y amigos cercanos de ambas familias.

Ese día que salí de la clínica, mi padre y su hijo, mi medio hermano me estaban esperando, no soporto a ese niño.

Y es extraño, porque viéndolo de donde sea, mis hijos y él no se llevan mucho que digamos, con relación a edades, suena hasta infantil, pero no me importa.

Steven también estuvo en mi recuperación, si a eso se le puede llamar así, pero cada maldito segundo me recordaba lo mal que salió todo, intente de todas las maneras posibles acercarme a Alice, pero hasta para ver a mis hijos, los primeros años, debía ser con un oficial, quien le era bastante fiel a ella, cosa que me enfureció. Yo quería verla.

Y cuando lo hice, fue en los quince de mi princesa.


Secuelas de una obsesión © |#2| [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora