CAPÍTULO || 27

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Aisa Pov's.

Alexander se ubica a mi lado, agarrando mi brazo con firmeza, sin embargo, delicadeza, sin llegar a causarme molestias.

—Vámonos— musita, con enojo.

No soporta ni ver a Adams, nadie en nuestro lugar lo haría, de eso estoy segura, si yo no he sanado esa parte de mi pasado, él menos, él es quien más rencor guarda, a pesar de todo, a él y a Damian.

—No espera.

—Aisa.

—Que no te dije— refunfuña molesto, pero me hace caso— Dame unos minutos más, quiero hablar con los niños de Alice.

Me agacho a la altura de Astrid, y Aimon, ese pequeño testarudo.

—Un día de estos, le voy a presentar a mi bebé, ¿La quieren conocer?, es muy bonita, así como tú Astrid— ella sonríe feliz y ambos asienten, uno mostrando más expresión que el otro.

Cruzó algunas palabras, con los niños, y con Alice, cuando Adams, decide que es hora de marcharse.

Cuando se giran, Alice voltea a mirarme y muevo los labios diciendo "Escóndelo".

Asiente y me veo satisfecha, el humor de Alexander está por los suelos en estos momentos y lo comprendo, acaricio su brazo, para luego dejar un beso en sus labios.

—Cálmate, tengo que contarte algo— se relaja un poco y decidimos irnos del lugar.

Unas dos horas después, nos encontramos en casa. Dejo a la bebé en su cunero y me deshago de la ropa, quedando en interior negro.

Alexander se sienta en la cama desabotonando su camisa y me siento en sus piernas, recostando mi cabeza en su hombro.

—Necesito ayudarla— su mano rodea mi cintura y apoya su mentón en mi hombro, para luego dejar un beso en este.

—No te entiendo.

—Ella volvió a lo mismo de antes, no quiere estar con él, está en contra de su voluntad y podemos ayudarla amor.

—Aisa, recuerdas lo qué pasó la última vez que lo hiciste— menciona enojado, pero que se joda.

—Solo era una chiquilla, pero ahora sé al cien por ciento, lo que hago, no me estés diciendo nada, le di mi móvil de repuesto, mañana me comunicaré con Ryan, su verdadera pareja y le diré que llevemos una búsqueda a cabo, solo debemos rastrear el móvil.

—Aisa... no quiero nada te pase, no quiero que él vuelva a dañarte, no lo permitiría de todas formas, pero está loco y nunca se sabe y ya no somos solo nosotros, también está Alana.

Su voz denota preocupación y lo entiendo.

—Lo sé, pero confía en mí.

—Te ayudaré, pero deja de estar metiendo las manos al fuego por otros, ahora solo debe pensar en nosotros y la bebé, somos una familia.

—Está bien.

«••»

Camino con paso decidido hasta el lugar donde cité a Ryan, me enteré de que él y el papá de Alice, estaban aquí y que iban a empezar una búsqueda, pero lo que más me tomó por sorpresa es que el papá de Adams, también iba a ayudar.

Es extraño.

—Hola— le saludo al llegar a su lado, dejando un beso en su mejilla.

—Hola, Aisa.

—Ambos sabemos por qué estamos aquí, no veo el porqué alargar las cosas, iremos al punto.

—Estoy totalmente de acuerdo.

—En un evento, me encontré con ella, los mellizos, y a Adams, es más, fue gracias a que Astrid me llamó, por así decirlo, que me percaté de su presencia, yo...

—¿Cómo está ella? ¿Los niños?— me pregunta con desesperación.

—Calla, no me interrumpas, gracias. Pues se me hizo raro verla con él, después de todo lo que pasó, cuando se retiró un rato le dije que me explicara las cosas, al contármelo ideé un plan de repente y fue darle uno de mis móviles, para rastrearlo, que ya la estén buscando facilita las cosas supongo.

—Así es y te lo agradezco demasiado Aisa— menciona emocionado y con mi mano le hago saber que le reste importancia.

—Es mi amiga y una buena chica, además no me gustaría que los pequeños demonios crezcan con ese imbécil.

Nos despedimos y me encamino a casa de mamá, la niña está con ella, al llegar lo primero que hago es darle un beso a mamá, y luego cargar a la bebé en brazos.

La cual, al momento de verme y sentir mi tacto, dibuja una hermosa sonrisa en su rostro, dejando ver un semi hoyuelo, en su mejilla izquierda.

—Qué hermosa eres bebé— menciono con voz cantarina y se carcajea haciendo que mi corazón se estruje de la ternura.

Sus grandes ojos verdes miran todo mi rostro y solo me queda pensar que esta bebé es una de las cosas más hermosas que me ha regalado la vida.

—¿Dónde está Alaia, mamá?

—En casa de una de sus amigas, de hecho en unas dos horas debo pasar por ella.

—Vale, ahora que me vaya me llevaré a Alana; no tengo más nada que hacer hoy, la tarde la tengo libre.

—Bien, ¿Qué pasó con tu amiga, Alice, cariño?— suspiro y sigo meciendo a la bebé.

—La van a buscar, según me dijo Ryan, su prometido, la policía dijo que de hoy a mañana, pero que más de tres días no iban a durar sin encontrarla.

—Ojalá y todo salga bien.

Le sonrío, y cambiamos de tema, no son de mis favoritos, por muchos motivos, menos los de ella, así que optamos por eso.






Secuelas de una obsesión © |#2| [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora