CAPÍTULO || 17

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Alice Pov's

Mis ojos se abren de golpe por un movimiento brusco, no logro enfocar la visión al momento, tal vez por el tiempo que llevaba dormida.

Me encuentro totalmente desorientada, miro a mi alrededor y estoy en una cama desconocida, en un lugar desconocido. De repente me entran náuseas, veo una puerta en este lugar, corro a esta, la abro y efectivamente es el baño, dejo salir todo lo que tengo, vomitando hasta el alma.

Cuando termino, un sudor frío baja por mi frente y respiro pausadamente, bajo la palanca del retrete, me acerco al lava manos enjuagando mi boca para quitar el mal sabor.

Con pasos lentos y agarrándome de las paredes, las cuales se sienten extrañas, estoy en un avión.

Entro en pánico.

Me acerco a la puerta que supongo es la salida, al girar la manilla me doy cuenta de que tiene llave, me encerraron aquí.

Exhalo frustrada, camino hasta lo que creo es un tocador, donde se encuentran unos perfumes de hombres, todos y sin medir las consecuencias lo lanzo contra la puerta.

Quizás alguien venga por el ruido.

Un fuerte olor se impregna por toda la habitación, es en verdad fuerte.

Serás estúpida Alice, debí lanzar otra cosa.

Pero si resultó, porque a los pocos minutos la puerta se abrió, de manera brusca, pero lo hizo.

Di un paso atrás al ver quien fue quien hizo el movimiento, Adams.

Niego y él se va acercando de a poco, viendo el panorama y luego a mí.

—No, ¿Qué hiciste? ¿A dónde me llevas?

Pregunto con mis manos temblorosas, sonríe y se va acercando.

—¿Por qué lanzaste eso?— indaga con una expresión neutra.

—¡Donde carajos estoy!— chillo, se acerca a la puerta, cerrándola nuevamente, poniendo mis sentidos alerta.

—No me alces la voz Alice, estamos en mi avión, con destino a Italia, de donde nunca debiste salir.

Mi boca se entreabre, niego desesperada y en un descuido, él ya está al frente mío.

—No, no es cierto, ¿Dónde están mis hijos?— pregunto y su ceño se frunce.

—Nuestros hijos, Alice, recuérdalo— lleva una de sus manos a mi mejilla y giro el rostro, alejándome de su toque.

—No te me acerques, respóndeme donde están mis hijos.

—Ellos están bien, están ahí afuera, alguien los está atendiendo, ¿Contenta?

—No, quiero irme de aquí y con mis hijos.

—Al único lugar al que iras será a nuestra casa, donde de ahora en adelante, pasarás todos los malditos días de tu vida.

Lo miro unos momentos, para luego ir a la puerta y antes de poder abrirla ya tengo sus manos en mi cabello.

Maldición...

Me quejo y con fuerza bruta me empuja a la cama, aprieto mis ojos unos momentos, como si eso calmara el dolor de cabeza.

—No entiendo por qué siempre prefieres las cosas a las malas, eres una masoquista— pronuncia y le lanzo una mirada que muestra todo mi odio hacia él.

—Eres un maldito, hijo de pu...

Su mano impactando en mi mejilla me deja a medias.

—Te has vuelto muy contestona, ¿No? Eso no fue lo que yo te enseñé mi amor, tú debes respetarme, siempre.

Lágrimas caen por mi rostro y no reprimo la acción, cuando ya lo he abofeteado, como él lo hizo conmigo.

—No soy la misma niña estúpida, que se aguantaba todos tus malos tratos, Adams— susurro entre lágrimas.

Sus ojos se entrecierran, examinándome, para luego dirigir una de sus manos a mi cuello.

Ejerce mucha presión, cortándome la respiración en seguida, pongo mis manos sobre la suya, pero aprieta más, ni una sola palabra sale de mi boca, no puedo hablar.

Mi cara debe de estar roja, araño sus manos, pataleo y cuando cree que es suficiente me suelta. Toso y busco aire, agarro mi garganta, llevándome al recuerdo de cuando estuve en Italia y casi pierdo la vida en sus manos.

Vuelve a tirar de mi cabello, sacándome un quejido, trago saliva y lo miro a los ojos.

—Te lo dije, cada vez que te atrevas a abofetearme o hacer una cosa similar te irá mal Alice, sabes que no me importa darte una paliza, si es para que entiendas de una buena vez las cosas.

No respondo y lloro, siento sus dedos todavía en mi cuello y odio esa maldita sensación.

Una sonrisa aparece en su rostro de repente, confundiéndome de sobremanera, lo veo quitarse el saco y como desabotona su camisa.

Niego y él me sonríe cínico.

—Por favor, no...

Pido y hace un puchero fingiendo lástima.

—Tengo desde que te volví a ver, conteniéndome de hacerte mía y ahora que estamos juntos no perderé la oportunidad.

Sollozo alto cuando se quita el cinturón y desabotona su pantalón. Intento levantarme de la cama y me empuja nuevamente a esta.

Pone sus piernas a cada lado de las mías, inmovilizándome, su boca viaja a mi cuello, mordiéndolo y me desespero aún más.

—¡Déjame! No quiero...

—Que lastima que no me importe, ¡Y cállate!

El vestido que llevaba puesto, fue sacado de mi cuerpo en un movimiento hábil, quedando solo en ropa interior y estoy al borde de la locura.

Vuelve a reír, haciendo que lo odie cada día más.

Su mano se dirige a mi espalda, quitándome el sostén y dejando libre mis pechos. Lo empujo de los hombros, agarra mis manos apretándolas contra la cama, haciéndome sentir muy expuesta.

—No ganas nada con esto, por favor déjame ir— le pido y hace un gesto fastidiado.

—Deja de joder con eso Alice, sabes que nunca te voy a dejar.

Su boca viaja a mi pecho izquierdo, adueñándose de este, la vergüenza, el asco y la ira viajan por mi cuerpo.

Suelto un quejido cuando succiona con fuerza mi pezón, hace lo que supongo, son moretones y me muevo con rudeza.

Suelta una de mis manos y la lleva a mi cuello, suelta la otra y lo veo bajar su pantalón.

—Adams...

—Lo disfrutaremos cariño.


Que no se pierda la costumbre de actualizar en la madrugada. Oigan, si son releyendo y lo recuerdan, el siguiente capítulo es fuerte, un poco fuerte.

Secuelas de una obsesión © |#2| [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora