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Las cosas fueron subiendo lentamente de tono. Yo enredé mi mano en su cabello y él acariciaba mi espalda. Tomó el borde de mi camiseta y me miró, preguntando si podía. La retiró cuando asentí, quedándome en jeans y brasier.
Sus besos bajaron a mi cuello y yo quité su camiseta.

Necesitaba detener esto.
Suavemente paré el beso y lo aparté de mí.

-¿Vanya?¿Estás bien?

Lo miré, estaba despeinado, con la respiración agitada, tenía los labios hinchados por besarnos y aún estábamos dentro de la piscina.

- Sí, es sólo que... No creo que debiéramos seguir.

- Está bien, gracias por hacérmelo saber. ¿Vamos a terminar de hacer las malditas pastas? - rió.

Me ayudó a salir del agua y me envolvió en una toalla.

- Ven, no quiero que te enfermes - tomó mi mano guiándome adentro. Subió la temperatura del termostato y la casa comenzó a sentirse más cálida. - Si quieres, puedes usar la ducha. Está arriba, es la segunda puerta a tu izquierda. Y en la puerta de enfrente está mi cuarto, puedes tomar lo que quieras para vestirte, estás en tu casa.

- Gracias, Andy - dije subiendo.

Me sentía extraña, ¿Enserio acaba de existir esa tensión sexual entre Andy Biersack y yo? Digo, es mi crush desde que tenía como doce años.

Llegué al baño y me quité la ropa, aún con la sensación de sus manos sobre mí. No puedo negar que me gustó pero no me pareció momento de llevar el tema a mayores.
Cuando me metí bajo la ducha mi cuerpo se relajó muchísimo. El vapor del agua relajaba mis músculos mientras limpiaba mi cabello.

Al salir envolví mi cuerpo en una toalla y caminé hacia el cuarto de Andy. Era enorme y tenía un aire masculino. Olía a su perfume.
Había una cama gigantesca, dos mesitas de noche con fotos y lámparas, un par de guitarras, un espejo, una puerta que supuse que sería el vestidor y una TV enorme.

Abrí la puerta y sí, era un vestidor que si bien el de mi madre me parecía ridículamente grande, este era una puta tienda de ropa.

Comencé a caminar dentro tocando la tela de las prendas. Tomé unos bóxers azules, unos jeans que estaba segura de que eran enormes para mí, una camiseta de Mayday Parade y un sweater de lana negra. Parecía un chico.
Estaba vistiéndome cuando una punzada de profundo dolor atravesó mi abdomen bajo, haciéndome soltar un gemido mientras me agachaba en el suelo.

-¿Vanya, estás bien? - Andy golpeó la puerta - ¿Puedo pasar?

Andy entró y logré ver la cara de susto que puso al verme sentada en el suelo con una mueca de dolor.

-¿Hey, estás bien?¿Qué tienes? - se agachó junto a mí.

-¿Puedo usar tu baño?

- Por supuesto, estás en tu casa.

Me encerré en el baño, ¡Qué vergüenza, maldita sea! Momento genial para tener el período. Puta madre. Y no tenía nada para usar.

Me miré al espejo, estaba toda roja y tenía la cara caliente.

- Eh... ¿Andy?

-¿Sí? - me contestó desde el pasillo.

-¿Tienes... Compresas? - trágame, tierra, déjame caer muerta aquí mismo.

- Sí, en las puertas en el estante a tu derecha.

No quería preguntar por qué Andy tenía toallas femeninas en su baño pero no importaba, estaba salvada... Aunque no del bochornoso momento que pasaba.

Famous Last Words II • Gerard WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora