Llegamos a un club nocturno de renombre en la ciudad. Se llamaba Paradise y desde afuera podía oírse la música techno que sonaba dentro.
Había una eterna fila de gente esperando para entrar, pero Andy le mostró su invitación al tipo de seguridad y nos dejó pasar enseguida.
Adentro era un lugar gigantesco donde había unas quinientas personas bailando, bebiendo y pasándola bien. Luces de neón azul iluminaban el lugar y flotaba una ligera capa de humo artificial sobre la pista de baile.
-¿Vamos? - Andy extendió su mano hacia la mía. Si no lo tomaba iba a perderme entre toda la gente y que luego Satán me ayude a encontrar a mi amigo.
Tomé su mano y bajamos los escalones hacia la pista de baile, donde estaba el cumpleañero bailando con otro grupo de personas.
-¡Andy, hermano! Qué bueno que llegaste.
- Feliz cumpleaños, Chris - dijo mientras se daban un abrazo.
- ¿No vas a presentarme a tu amiga? - preguntó CC dirigiendo su mirada hacia mí.
- Chris, ella es mi amiga Vanya. Vanya él es Chris.
- Es un gusto conocerte - estreché su mano.
- Tu cara se me hace conocida - comentó.
- Es la hija mayor de Gerard Way - respondió Andy.
- ¡No puede ser! ¿Eres la hija de Way? ¡Soy un gran fanático de los cómics de tu padre, y de su música, obviamente!
Christian nos trajo dos margaritas para beber y luego siguió bailando. Andy y yo estábamos simplemente de pie mirando a toda la gente.
- Eh... ¿Quieres bailar?
Acepté y nos dirigimos a la pista. Sonaba un remix de Popular Monster, de Falling In Reverse, cuyos miembros también estaban en esa fiesta.
No voy a negarlo, a medida que la fiesta transcurría, bebimos bastante más de lo soportable y ahora ambos bailábamos sin coordinar un solo paso. Pero no nos importaba, porque prácticamente toda la fiesta se encontraba en el mismo estado.
Muchos litros de alcohol más tarde, la cosa había subido de tono y me encontraba bailando de espaldas a Andy, cuyas manos estaban apoyadas en mis caderas y su respiración en mi cuello.
Ambos estábamos muy ebrios, el comportamiento ya no nos importaba.
Para las cuatro de la mañana ambos hablábamos incoherencias, nos reíamos de todo y apestábamos a alcohol y a humo de cigarrillos.
- Muero de hambre, ¿Vamos por algo de comer? - propuso mi alcoholizado amigo.
A dos calles había un café que se mantenía abierto las 24 horas y le agradecía al cielo por ello, estaba muriendo de hambre.
Nos sentamos en una mesa apartada de la entrada y Andrew ordenó dos cafés fuertes y unos croissants.
- ¿Qué te pareció la fiesta?
- Ha sido increíble, hacía mucho tiempo no me divertía así. No recuerdo la última vez que tomé tanto como ahora.
- Tampoco yo. Mañana voy a odiar la existencia. - dijo riendo.
La camarera nos trajo nuestro pedido y nos pidió una foto a ambos. Me dio pena por ella porque nosotros dos nos veíamos de manera lamentable y ella se veía perfecta.
Devoramos los croissants y el café en pocos minutos, casi ni hablamos.
Ya era hora de irnos y luego de pagar la cuenta salimos a la calle.
