II. Asfixia

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Advertencia: Mención de abuso infantil.

A pesar de que el espacio sobraba en aquella fría y enorme casa en la que vivía, Osamu no podía evitar sentir que le recostaba respirar cada vez cruzaba la puerta de entrada

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A pesar de que el espacio sobraba en aquella fría y enorme casa en la que vivía, Osamu no podía evitar sentir que le recostaba respirar cada vez cruzaba la puerta de entrada. De como tenía la horrible sensación de que el pecho se le cerraba con cada paso que daba, inhalando grandes bocanadas de aire para poder controlar el temblor que invadía su cuerpo al saber que dentro de esas enormes paredes no se encontraba su hogar, sino el mismo infierno.

Totalmente concentrado en regular su respiración y sumido en sus pensamientos, no se dio cuenta de la persona que estaba esperándolo del otro lado de la puerta.

— ¿Como te fue en tu pequeño paseo, Osamu?, ¿Te divertiste?— El mayor le hizo unas señas al guardia y a la sirvienta para que se largaran mientras le quitaba el abrigo a su hijo adoptivo.

— No es como si te interesara de todos modos.— Murmuró por lo bajo.

Una fuerte cachetada fue lo que recibió como respuesta.

— Osamu...— El pelinegro dio vueltas alrededor del niño que yacía en el suelo, pensando en silencio cual sería el castigo perfecto para el castaño.

Se hincó para quedar cara a cara con Dazai, quien evitó la mirada y mordió su labio inferior con fuerza para evitar hacer una mueca de dolor por el golpe anteriormente recibido. 

— ¿Que te he dicho sobre faltarme el respeto?— Lo agarró de los cabellos, obligandole a mirarle a los ojos.

— Recibiré un castigo por cada vez que haga algo que a usted no le guste, Mori-san.— Susurró en voz baja para evitar sacar un quejido de dolor.

— Muy bien, Osamu. Puedes ser un niño realmente inteligente si te lo propones.

El medico lo soltó bruscamente para pararse y dar media vuelta en dirección hacía su oficina. Dazai lo vio con la esperanza que se largara y lo dejara en paz, porque no habían pasado siquiera dos semanas de la herida que le había provocado en la cabeza debido a sus arranques de ira, y que desafortunadamente el tenía que pagar.

— Sin embargo...— El rápidamente se giró hasta el mas pequeño para tomarlo con fuerza del brazo sin darle la oportunidad de resistirse para dirigirse hasta la cocina.

El niño puso una cara de horror al ver las claras intenciones de su padre adoptivo cuando este prendió el hornillo y sin poder evitar la tragedia debido a su falta de fuerza, él puso su mano sobre el hornillo, sintiendo inmediatamente el intenso dolor junto con el olor a carne quemada. 

Era el olor de su propia piel quemándose.

Lo último que vio antes de desmayarse fue la tétrica sonrisa de su mentor.

[oOo]

Dazai supo que su reciente quemadura no era lo suficiente grave cuando despertó en su habitación con otra venda sobre su mano izquierda para agregar a su colección. 

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