XIV. Mal augurio

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Chuuya no sabía exactamente que es lo que andaba mal. Desde que había despertado tenía la horrible sensación que algo malo vendría, era eso que le avisaba en todos sus huesos que algo desafortunado pasaría.

Era estúpido, él no creía en premoniciones, malos espíritus o en la mala suerte. Ni siquiera cuando se tuvo que vestir apurado por haber despertado tarde, ni cuando apenas pudo probar bocado por falta de tiempo, o cuando salió de su casa, y a penas puso un pie fuera de esta, un gato negro pasó frente a él como si nada.

Sin embargo, todo ese mal augurio se cumplió cuando recibió la mala noticia por parte de el guardia personal de su amigo cuando iba camino a la escuela.

El pelirrojo miró confundido su móvil al ver la llamada entrante de Oda, supo de inmediato que era importante cuando recordó que ambos habían acordado que se llamarían mutuamente por si algo grave le pasaba a Dazai.

— Nakahara...— Chuuya escuchó perfectamente la respiración agitada que venía del otro lado la linea.

— ¿Si?, ¿Qué pasa?— Preguntó con voz temblorosa mientras internamente rezaba porque no fuera algo demasiado grave.

— No sé como decirte esto...Creo que deberías sentarse un momento.

El pelirrojo apretó con fuerza el móvil que estaba en sus manos en un vano intento para poder aferrarse a algo.

— Dazai...Dazai está inconsciente en el hospital, es mejor que lo veas por ti mismo, en un momento te enviaré la ubicación.

Parpadeó varias veces intentando comprobar si no era un mal sueño. 

Súbitamente, de un momento a otro todo lo que rodeaba empezó a oírse más lejano, incluso él mismo se sintió ajeno a su propio cuerpo cuando comenzó a ver las personas en cámara lenta por culpa del impacto de la noticia.

¿Que Dazai estaba qué?

No supo como ni cuando, de milagro llegó sin un rasguño al hospital que Oda le había indicado. Tampoco supo en que momento ya estaba detrás de la ventana viendo el cuerpo inmóvil de su amigo, ni mucho menos notó el momento en que estalló en un escandaloso llanto siendo consolado en un abrazo por alguien a quien no conocía, pero que a la vez sentía que era posiblemente la única persona capaz de comprender su dolor.

El más bajo lloró hasta que desfalleció en los brazos del mayor, quien se encargó de acomodarlo en una de las sillas de espera para ir a buscarle algo de comer al pobre chico.

Odasaku no pudo evitar pensar que, a pesar de todo, Dazai había tenido el descaro de haber intentado suicidarse aún cuando ese pelirrojo de baja estatura se la había pasado llorando sin parar durante toda la mañana hasta desmayarse seguramente por el estrés y falta de comida en su organismo.

No era amable hacer llorar a la persona que amas, Dazai.

(oOo)

Una vez despertó, inmediatamente se dio cuenta que el mayor lo acompañaba a su lado esperando para darle de comer.

— ¿Como te sientes?— Preguntó mientras le daba el sándwich y el café con leche que había hallado en la cafetería.

El pelirrojo prefirió no contestar al sentir aún latente el nudo en su garganta, por lo que solo recibió la comida y dio las gracias en susurro.

— No quiero que te sientas abrumado ni nada, chico, pero, ¿No estaría mejor el que llamaras a tus padres?

Chuuya asintió con la cabeza aún sin decir una palabra para luego sacar su celular y marcar el numero de su madre quien no tardó en contestar.

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