VIII. Mojigato

1.3K 197 105
                                    

Cuando tenían ocho, Chuuya le contó con una exagerada cara de asco que una niña había intentado besarlo. Dazai lo recordaba claramente, porque debido a cierta pregunta que el pelirrojo le había hecho, fue que comenzó a darse cuenta de la belleza natural de su amigo. 

A sus ojos, cualquier niña era fea comparada con Chuuya.

El castaño pensaba que su amigo de la infancia no estaba interesado en las chicas, hasta casi lo daba por hecho, pero, desabrida fue su sorpresa cuando vio como Chuuya se daba un beso (que más bien era un roce de labios) en la entrada de la escuela con una hermosa rubia de cabellera larga.

Ganas no le faltaron de romper ese beso, (y tal vez si pasaba llevar a la chica, sería aún mejor), pero antes de cometer cualquier estupidez que dejaría en evidencia sus sentimientos por el ojiazul, fue pura suerte que llegara Ranpo para detenerlo.

— Epaa, parecieras que en cualquier momento podrías matar a alguien.— Él se puso delante de Dazai, pero al ver que este no lo tomó cuenta, decidió seguir la mirada de este, que estaba directamente sobre los "tortolitos".

— Deja de mirarlos o se darán cuenta.— Avisó mientras ponía sus brazos despreocupadamente detrás de su cabeza, disfrutando la escena que parecía de telenovela.

El castaño mantuvo su mirada sobre la pareja unos segundos más para luego soltar un bufido molesto y dirigir su mirada hacía cualquiera otra parte.

— Eres demasiado obvio, Dazai. 

— No lo soy.— Soltó molesto.

Ranpo sólo suspiró cansado, en estos años que llevaba conociéndole, había aprendido de mala manera lo terco que era. Por supuesto no iba a llevarle la contraria tan temprano en la mañana.

— Ranpo.— Lo llamó.

— Al parecer lo hicieron oficial este fin de semana.— Le informó, adivinando lo que su amigo quería preguntarle.

Dazai tuvo que contenerse para no golpear los casilleros del enojo que sentía. Definitivamente no era sano ponerlo de mal humor desde tan temprano en la mañana.

— Cálmate, Dazai, no querrás hacer un escándalo justo ahora que están todos los estudiantes en el pasillo, ¿o si?

— No me ayudas en nada.— Murmuró molesto.

El otro chico soltó una risa divertida.

— Va, va, ¿Quieres un caramelo?— Él le ofreció una piruleta que sacó desde sus ropas.— Seguro te ayuda a calmarte.

Ranpo observó entre triste y asombrado a Dazai, quien directamente había mordido la paleta, partiendola en dos en un instante cuando por mala casualidad justo la rubia de momentos atrás pasó como si nada frente al castaño.

El ojiverde supo de sobra que "celoso" le quedaba corto a Dazai.

[oOo]

—Y...¿Entonces?— Preguntó mientras se acercaba lentamente hasta a estar centímetros del rostro de Chuuya, quien tuvo que bajar el libro que estaba leyendo al verse interrumpido por su amiga.

— ¿Entonces qué?— Él enarcó una ceja.

— Vamos, Chuuya, no seas tímido y dime todos los detalles.— Canturreó.

Suspiró derrotado mientras se desparramaba en su asiento, impacientando a Yosano.

— ¿Que quieres que te diga?, sólo fuimos a comer helado y ella se confesó.— Respondió simple.

𝐸𝑚𝑝𝑡𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora