III. Control

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— Ya te dije que no.— Suspiró cansado.

— Pero Dazai, quiero conocer tu casa, ¡Seguro es una enorme mansión!— El pelirrojo hizo un puchero mientras con sus manos exageraba el tamaño de la casa de su amigo.

El castaño paró en seco, provocando que el pelirrojo chocara contra el por estar haciendo muecas y una especie de malabares al imaginarse la casa de Osamu.

— ¡Auch!— Le reclamó el ojiazul.

Dazai rodó los ojos al ver los exagerados gestos del otro.

— Por ningún motivo te dejaré que vengas a mi casa, Chuuya, así que para de molestarme y has algo productivo como alcanzarme en matemáticas o en ciencias, ¿si?— El le dio unas palmaditas en la cabeza con la intención de hacerlo enojar.

— ¡Te recuerdo que hace no mucho tú eras el que no sabia leer ni escribir!

— Si, Chuuya pero ya hace dos años de eso, y bueno, ambos sabemos que después de eso yo fui el que se adelantó y ahora sé mucho más que cierto niño.— Sonrió triunfante al escuchar el bufido de molestia que había soltado su amigo.

— ¡Ya sé!— Exclamó como si se le hubiera ocurrido la mejor idea del mundo.— ¿Que te parece si tu me enseñas matemáticas y el que gane en el próximo examen le pide al perdedor lo que quiera?

Dazai puso sus dedos en el puente de su nariz intentando sacar la paciencia al tener a un niño tan imperactivo pegado a el como garrapata desde que había aceptado ser su amigo. 

— Esta bien, aunque luego no te quejes si te pido la nueva figura limitada de Hackman como premio.— El dio medio vuelta para ir hasta la salida de la escuela no sin antes ver por el rabillo del ojo como el pobre Chuuya palidecía por culpa de sus palabras.

— ¡Pero si tu eres rico, Dazai!, ¡Eso es trampa!

Fue lo ultimo que escuchó al ingresar al auto que lo llevaría directo hasta su casa.

[oOo]

Para Chuuya no pasó desapercibido el como Dazai se veía demasiado cauteloso, mirando para todos lados cuando ambos entraron a su casa, pero, como siempre, decidió no decir nada para no incomodar a su amigo. Ya bastante le había costado en estos dos años el haber acercado un poco más al castaño, añadiendo que era la primera vez desde se conocían que pisaba su casa.

— ¿Estás bien, Dazai?, ¿Pasa algo?

— Puso su mano en el hombre de Dazai intentando llamar su atención, pero lo único que logró fue que este se sobresaltara.

— ¿Eh?, si, no pasa nada. Vamos a mi habitación.— El tomó la mano de Chuuya sin darle siquiera la oportunidad de resistirse al sentir como el otro prácticamente subió las escaleras corriendo hasta llevarlo a una bonita puerta de madera color marrón.

El interior del cuarto no fue muy diferente a lo imaginó al ver una estantería llena de libros que iban desde su nivel hasta otros libros que no tenia ni la menor idea de que trataban, incluso juró haber visto un par de libros en ingles. Escaneando con la mirada, no se encontró con nada fuera de lo común que no encajaría con el estilo de Dazai. Colores neutros, poca decoración, espaciosa, tres ventanas y otra puerta que suponía llevaba al baño. Sin embargo se vio interrumpido al escuchar como el castaño hacia pequeños ruidos de molestia y soltaba algunas malas palabras por lo bajo al estar batallando con algo que estaba en su cama.

𝐸𝑚𝑝𝑡𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora