CAPÍTULO 27

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   -Definitivamente estás mal amiga- dije intentando mirarla fijamente.

La mirada que me dio me dejó claro que no me había creído. Tenía una leve sonrisa en su cara.

   -Venga Eli, a mi no me engañas a sido nombrar a Klaus y tus ojos se iluminaron. Y a lo largo de los siglos eso es algo que no cambia, ni siquiera para nosotros los vampiros.

Me detuve a pensar, no estaba segura de lo que estaba diciendo Rebekah, lo único que yo sabía del amor era gracias a mis padres. Mi primer matrimonio fue, como la mayoría de los de la época, concertado y el siguiente, con un duque o algo así fue para evitar sospechas sobre mi naturaleza. Además no sé si una persona puede enamorarse de otra en menos de un mes. Lo que sí podía asegurar con certeza es que mirando sus ojos azules, que si te fijas bien son en realidad de un azul verdoso oscuro, me podía llegar a olvidar de la realidad. Eso siempre era lo primero en lo que me fijaba, en los ojos de las personas, ya que los ojos son el punto donde se mezclan el alma y el cuerpo y sin necesidad de hablar, nos confiesan los secretos y los más profundos y desesperados deseos de nuestro corazón. Y cuando vi los ojos de Klaus, no vi al monstruo que todos decían que era, lo que vi fue a alguien que ama y desea ser amado, alguien que ha sido herido y rechazado muchas veces y por miedo a que volviera a ocurrir ocultó su auténtico ser bajo una coraza. Puede que sienta algo, no sé, ¿comprensión, tal vez?, realmente yo no sabía que era el amor de pareja, había experimentado el amor que sientes por tus hijos, por tus padres, hermanos y otros familiares, pero jamás sentía verdadero amor hacia una pareja.

   -No sé que es el amor Rebekah, sabes como eran los matrimonios antes y es un tema en el que prefiero no pensar. Pero al contrario de lo que la gente piensa, encuentro muy agradable la compañía de tu hermano.

Agradecí bastante que la rubia dejara el tema, seguimos hablando toda la tarde, incluso me ayudó cuando tuve que vomitar otra vez, cosa que achaqué a que debía haber bebido sangre en bolsa durante demasiado tiempo. No fue hasta que llegaron Damon y Stefan que Bekah decidió irse para no matar a Damon.

La cena pasó sin ninguna discusión ni pregunta incomoda a pesar de que Damon parecía que se había tragado un payaso porque no paraba de hacernos reír tanto a Stefan como a mi. El problema ahora era ver como lograba salir de la casa sin que ninguno de los dos sospechara. La escusa perfecta llegó cuando "el devora ardillas" se ofreció a traernos a Damon  y a mi una bolsas de sangre. 

   -No, gracias Stef- la reacción de ambos fue bastante cómica, puesto que giraron tan rápido el cuello para mirarme que pensé que se les iba a romper.

   -¿Quién eres tu y que has hecho con nuestra sobrina adicta a la sangre?- preguntó el pelinegro.

   -¿Te ocurre algo? Tu nunca rechazas una bolsa de sangre.- y es en momentos como estos donde se nota la diferencia entre ambos.

   -Sí, estoy bien, solo que estoy acostumbrada a beber sangre fresca, directa de una vena y creo que beber tanta sangre de bolsa a conseguido que hoy me sienta algo enferma. Por lo que había pensado salir un poco de caza en solitario.

   -¿Crees que será buena idea? Es decir salir sola...

   -En otras palabras, lo que San Stefan le preocupa es que drenes a todo el pueblo.

   -Tranquilos, desde que recuperé la pulsera y no oigo esa dichosa canción puedo controlarme bastante bien. Y pensaba irme  a un pueblo algo alejado, para no levantar sospechas.

   -No lo veo muy sensato, tal vez si Damon te acompañara...

   -Relájate mamá gallina, que no es como si Eli fuera un polluelo al que haya que proteger, ella aprendió a volara hace tiempo. Déjala que se divierta un rato por su cuenta.- argumentó Damon mientras me guiñaba un ojo.

Después de que Stefan se quedara tranquilo, fui hasta la cochera para sacar mi auto y ahí aproveché para sacar una pala y un par de lonas negras y viejas que estaban por allí. 

Iba por la mitad del puente cuando mi teléfono empieza a sonar con la canción "Barbie girl". Con los ojos fijos en la carretera cogí el teléfono y contesté la llamada.

   -Muy graciosos con el tono Fedric, muy original. ¿Qué tal estás?

   -Lo sé, soy genial, sabía que te gustaría. No te lo vas a creer, pero todo se ha solucionado. Al final era solo un cazador y ya no está.- sus palabras me hicieron dar un brusco frenazo pensando que había escuchado mal.

   -¿Cómo que ya no está?¿LO HABÉIS MATADO?- espero que la respuesta sea no porque las consecuencias que trae matar a un cazador no son precisamente buenas.

   -No, simplemente dos días después de capturarle, logró deshacerse del cuchillo de Papa Tunde y no le hemos vuelto a ver por Nueva Orleans, no ha habido más muertes y con la sangre que dejó en el cuchillo las brujas lo han localizado y dicen que está muy lejos de la ciudad.

   -¿Sabes cuantas personas han...?

   -17 vampiros, 10 hombres lobos y 7 brujas. A todos mientras hacían vigilancia o mientras iban de camino al complejo. Pero lo único bueno de esto es que ya se llevan todos bien y no hay peleas entre ellos.

   -Ya veo por donde quieres ir. Tranquilo que yo cumplo mis tratos.- le dije resignada, a pesar de lo serio que pudiera ser el momento, él crío siempre encontraba una forma de alejarse de ellas o de sacarle el lado positivo.

   -Ahora que esto ya ha terminado, voy a ir allí a ayudarte.- afirmó con firmeza y a pesar de que no le veía, sabía que estaba sonriendo.

   -¡No! Las cosas no son como esperaba, no puedes venir a Mystic Falls. No con el ritual tan cerca.

   -Pero Eli...

   -Fedric Lorcan Alexander Beaufoy* he dicho que no, ya perdí dos hijos no voy a perder otro ahora, por favor, por una vez hazme caso y no vengas aquí. Cuando todo termine iré a buscarte, te lo prometo.- sabía como era este niño, era capaz de meterse en los líos más inesperados.

   -Bien- aceptó resignado y pude oír como soltaba un pequeño bufido por lo bajo.

   -Gracias, hablamos en otro momento, tengo que desenterrar un cuerpo.- y tras escuchar una corta despedida de su parte, colgué y seguí conduciendo hasta que llegué al cementerio.

Llevaba dos hora buscando el cuerpo de Sage, pero no lo lograba, en varias ocasiones pensé que lo había encontrado y me puse a cavar, pero en esos lugares no había nada y  tuve que volver a topar el hoyo. Ahora estaba en el último área que me quedaba cerca de un viejo ciprés. Allí había una pequeña elevación de la tierra con unos pocos hongos encima y alrededor. Me puse a cavar hasta que llegué a ver un trozo de sábana blanca desgastada y llena de tierra, dejé la pala a un lado y con ambas manos retiré la tierra hasta sacar completamente lo que estaba enterrado. Sin duda era el cuerpo de Sage, o más bien lo que quedaba de él. 

Con cuidado, arrastre el cuerpo por el cementerio hasta llegar a mi coche y meterlo en el maletero. Luego volví a tapar el hoyo y finalmente, con la pala en mano me dispuse a sacar el ataúd con mi pequeño dentro. 

Sabía que no podía dejar ambos cuerpos en el coche, el cambio de olor llamaría mucho la atención a todos los vampiros. Por lo que los llevé al lugar donde haría el ritual, las ruinaasa de la mansión Salvatore.

La sobrina de los Salvatore Donde viven las historias. Descúbrelo ahora