Capítulo 11

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De todos los pensamientos tortuosos que me rodan la cabeza en el instante que me despierto por la mañana, el de Xhad, aquel viernes por la noche cuando me terminó de la peor forma humillante posible, es el que más reverbera en mi cabeza.

Me vino como un flechazo. Como un recuerdo vago que parecía haber sucedido hace muchísimos años; pero, en realidad, sucedió hace tan sólo un mes.

Todo volvió a mí de forma caótica y aterradora.

Cada suceso. Cada palabra. Cada mirada. Cada acción... Todo regresó a mi memoria de forma atronadora y ahora, recostada aún sobre mi cama con los ojos cerrados, no hago más que revocar una y otra vez los sucesos de aquella noche en la que todo terminó.

Recordé absolutamente todo de ese viernes caótico:

Las risas de ambos horas antes.

La manera en que, apenas terminando las clases, fuimos a mi apartamento.

Los besos...

Las caricias, pero que no pasó a más que ser tocados el uno por el otro.

Nuestros jugueteos y la comida que ordenamos mientras pasábamos el rato.

Y luego su repentina insistencia a ir a la fiesta.

-Vamos -había pedido Xhad, contra mis labios, después de una intensa sesión de besos acalorados-. Será divertido.

Torcí el gesto en una mueca, mostrándome inconforme.

-No lo sé... -abrí los ojos lentamente hasta encararlo, y descubrí que él ya me observaba. Quizás desde hace rato-. Tengo muchos proyectos que hacer -me excusé-, muchas tareas en la universidad, muchos pendientes...

-Solo serán un par de horas -insistió nuevamente-. Además, necesitas olvidar, aunque sea unas horas, todo el estrés en el que te tiene la universidad.

No quería ir a la fiesta.

Muy dentro de mí tenía un mal presentimiento sobre ello y todo se sentía erróneo entorno al asunto; pero al inicio la gran insistencia de Xhad jamás se me hizo raro. No creí que fuese sospechoso, porque solo pensé que estaba estresado -como todos- y que quería despejar su mente un momento de los trabajos escolares.

Y entonces accedí.

Accedí -sin saber la realidad oculta con nuestra asistencia a la maldita fiesta- a que cavara mi tumba. Cuando acepté que iríamos, le di entrada libre a que pisoteara mi dignidad y expusiera cosas personales de mí frente a todos.

Había aceptado que me tirara a un pozo oscuro, profundo y siniestro para terminar ahogándome en dudas que no parecían tener respuestas... O al menos no parecían tener sentido.

Y aún, mientras caía al oscuro abismo donde él mismo me había empujado, quise comprenderlo. Quise entenderlo. Quise tratar de averiguar qué había pasado, qué nos había ocurrido, qué había hecho yo, en primer lugar, para provocar que todo ese caos ocurriera.

Como tonta y cegada por el dolor, yo me había culpado por lo que pasó.

Suena triste, casi lamentable, pero así de miserable me sentía al momento cuando acabó todo que no puede evitar echarme la culpa de lo que había ocurrido.

Cuando llegamos a la fiesta, ya habían unas cuantas personas allí. La "pequeña reunión", como la habían llamado algunos, se llevó a cabo en la casa de uno de los que se graduarían pronto, de nombre Tyler (que es amigo de Xhad); la fiesta fue en la casa del chico en cuestión, que estaba alado del enorme edificio donde muchísimos chicos del instituto vivían. Y no tan lejos de ese edificio, a unos metros más adelante, estaba el edificio donde Helena y yo compartíamos apartamento.

Tocando lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora