110. ¿Ciervo o cabra? M[6/10].

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El tiempo transcurre siempre de una forma extraña.

Mis pies de tocaron la carretera. Vi la ansiadamente familiar calle principal de Hogsmeade, las fachadas oscuras de las tiendas, la línea de neblina en las montañas negras tras la aldea, la curva adelante en el camino que conducía directamente a Hogwarts, y luz que salía de las ventanas de Las Tres Escobas, …y entonces mientras relajaba mi apretón sobre los brazos de Harry y Hermione sucedió.

El aire fue rasgado por un grito. Resonó en cada uno de los nervios de
mi cuerpo y supe que había sido causado por nuestra aparición.

¿Por qué tenían que utilizar aquello como alarma?, un sonido como de auto habría sido menos tétrico.

Mientras miraba hacia los otros bajo de la Capa, la puerta de Las Tres Escobas se abrió de golpe y una docena de mortifagos encapuchados y enmascarados salieron a la calle, con las varitas en alto.

Harry agarro mi muñeca y yo apreté la de Hermione cuando Ron alzó su varita. Había demasiados para correr.

Incluso intentarlo revelaría nuestra posición. Uno de los mortifagos alzó su varita, y el grito se detuvo, haciendo eco a través de las montañas
distantes.

—¡Accio Capa!, —rugió.

Sentí como Harry soltaba mi mano y se aferraba a los pliegues, pero la Capa no hizo ningún intento por escapar. El hechizo convocador no había funcionado.

—¿No estas bajo tu envoltorio, entonces, Potter? —grito el mortifago que había intentado el encantamiento, y despuéss hacia sus compañeros, —Dispersense ahora. Esta aquí.

Seis de los Mortifagos corrieron hacia nosotros, retrocedimos casi simultáneamente tan rápido como fue posible hacia la calle lateral más cercana y los Mortifagos no nos encontraron por milímetros.

Esperamos en la oscuridad, oyendo los pasos corriendo arriba y abajo, haces de luz de las varitas de los mortifagos que buscaban volaban a lo largo de la calle.

—¡Vamos sin más! —susurró Hermione—. ¡Desaparezcamos ahora!

—¡Excelente idea! —dijo Ron, pero antes de que Harry o yo pudieramos responder, un mortifago grito.

—¡Sabemos que estas aquí, Potter, y no hay salida posible! ¡Te encontraremos!

—Estaban preparados para nosotros, —susurro Harry—. Montaron ese hechizo para que les avisara cuando vinieramos. Supongo que han hecho algo para mantenernos aquí, atraparnos…

—¿Y que hay de los dementores? —habló otro Mortifago—. ¡Denles rienda suelta, ellos los encontrarán rapidamente!

Sentí que no podía hablar porque de alguna forma nos escucharian. Sentia nervios cada que alguno de nosotros lo hacía.

—El Señor Oscuro no quiere a Potter muerto por ninguna mano que no sea la suya…

—¡… los dementores no lo matarán! El Señor Oscuro quiere la vida de Potter, no su alma. ¡Será más fácil de matar si ha sido Besado antes!

Se produjeron muestras de conformidad. El pavor me inundó y mire a Harry quien en medio de la oscuridad podía mostrarme todo su miedo. Para repeler a los dementores tendríamos que hacer Patronus y eso haría que nos descubrieran inmediatamente.

—¡Vamos a tener que intentar desaparecer, Harry! —susurró Hermione.

Mientras lo decía, sentí ese frió antinatural extendiéndose por la calle. La luz fue succionada del ambiente, hasta las estrellas se desvanecieron. En medio de la oscuridad, sentí a Hermione tomar y sujetar su brazo y juntos, nos dimos
la vuelta en el lugar.

Pero algo extraño sucedió, pues el aire por el que necesitábamos movernos, parecía haberse vuelto solidó. No podíamos desaparecer, los mortifagos habían realizado bien sus encantamientos.

El frió penetrando mas y mas profundamente en la carne. Ron,
Hermione, Harry y yo retrocedimos hacia atrás por la calle lateral, andando a tientas a lo largo de la pared, intentando no hacer ruido. Entonces, a la vuelta de la esquina, deslizándose silenciosamente, llegaron los dementores, diez o más
de ellos, visibles porque eran de una oscuridad más densa que sus alrededores, cubiertos con sus negras capas y con sus manos en descomposición y con pústulas.

¿Podían detectar miedo en las cercanías? estaba segura de ello.

Parecían estar acercándose mas rápido ahora, con esas pesadas y
ruidosas respiraciones que detestaba, probando la desesperación en el aire, acercándose…

Harry alzó su varita. No podía, no sufriría el beso de los dementores, sin importar lo que ocurriera después.

Se quedó serio un momento y entonces grito.

—¡Expecto Patronum!

El ciervo plateado surgió de su varita y embistió. Los dementores se dispersaron y se oyó un grito triunfante en alguna parte fuera de vista.

—¡Es él, allá abajo, allá abajo, he visto su Patronus, era un ciervo!

Los dementores se habían retirado, las estrellas destellaban de nuevo y los pasos de los mortifagos se hacían mas fuertes, pero antes de que Harry en su pánico pudiera decidir que hacer, se oyó un rechinar de goznes cerca, una puerta se abrió en el lado izquierdo de la estrecha calle, y una voz áspera dijo:

—¡Potter, aquí adentro, rápido!
Obedecimos sin vacilación, los cuatro nos apresuramos a través del umbral abierto.

—¡Escaleras arriba, déjense la capa puesta, mantenganse en silencio! —murmuró una figura alta, pasando junto a nosotros mientras salía a la calle y cerrando la puerta tras él.

No me había percatado de que no teníamos ni idea de donde nos metiamos, pero ahora veía, a la luz
temblorosa de una simple vela, el mugriento suelo recubierto de aserrín del bar de la posada La Cabeza de Cerdo. Corrimos detrás de la barra
y a través de una segunda puerta, que conducía a una engañosa escalera de madera, que subimos tan rápido como pudimos. Las escaleras daban a una
sala de estar con una alfombra raída y una pequeña chimenea, sobre la cual colgaba un retrato grande al óleo de una chica rubia que miraba hacia el cuarto con una especie de dulzura ausente.

Llegaron gritos desde las calles abajo. Aun llevando la Capa de Invisibilidad puesta, nos acercamos a la mugrienta ventana y miramos hacia abajo. Nuestro salvador, a quien había reconocido como el cantinero de La Cabeza de Cerdo, era la única persona que no vestía una capucha.

—¿Qué? —bramaba hacia una de las caras encapuchadas—. ¿Qué? ¡Envían dementores a mi calle y yo respondo un Patronus! ¡No permitiré que se acerquen a mi! !Se los he dicho! ¡No lo permitiré!


Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora