93.Las vidas que aveces nos parecen injustas.

2.2K 150 18
                                    

Todo comenzó una fría mañana, con tus ojos grises, tu pelo platinado y mi alocado y estupido corazón.

Mientras Narcissa arrastraba a Draco fuera de mi lado y del peligro, Bellatrix se ponía en pie, con el pelo volando mientras blandía el cuchillo de plata; pero Narcisa había dirigido su varita hacia la puerta.

—¡Dobby! —gritó e incluso Bellatrix se quedó congelada— ¡Tú! ¿Hiciste caer la araña...?

El diminuto elfo entró trotando en la habitación, su dedo tembloros apuntaba a su antigua señora.

—No debe hacer daño a Harry Potter —chilló.

—¡Mátale, Cissy! —chilló Bellatrix, pero se oyó otro crujido, y la varita de Narcissa también voló en el aire para aterrizar al otro lado de la habitación.

—¡Asqueroso monito! —ladró Bellatrix—¿Cómo te atreves a tomar la varita de una bruja, cómo te atreves a desafiar a tus amos?

—¡Dobby no tiene amo! —chilló el elfo—. ¡Dobby es libre, y Dobby tiene que salvar a Harry Potter y sus amigos!

Harry camino hacia mi y me levantó, hizo un gesto de dolor y supe que la cicatriz  le estaba doliendo. Se veía atontado, incluso un poco más que yo.

supe por su reacción que teníamos momentos, segundos, antes de que Voldemort estuviera allí con ellos.

—Ron, tómala... y VETE! —chilló, tirándole una de las varitas, después me jalo y se inclinó para sacar a Griphook de debajo de la araña. Cargándose al gemebudo duende, que todavía aferraba la espada, al hombro, Harry agarró la mano de Dobby y giró en el punto para Desaparecer.

No tuve tiempo para pensar nada, sentía todo mi cuerpo doler y tenía ganas de llorar, todo había sido tan rápido, sin embargo mientras giraba en la oscuridad capte un último vistazo del salón de dibujo con las figuras pálidas y congeladas de Narcissa y Draco, de la veta de rojo que era el pelo de Ron, y de un destello azul de plata voladora cuando Bellatrix tiró el cuchillo desde el otro lado de la habitación hacia el lugar donde nos estábamos desvaneciendo...

Había desaparecido a lo desconocido, todo lo que podía hacer era escuchar a Harry repetir el nombre de destino y esperar que eso fuera suficiente para llevarnos allí. El dolor en su frente parecía ser más fuerte, pues cerraba los ojos apretándolos así como mi mano fuerte.

Me pregunté si el elfo estaba intentado hacerse cargo de la Desaparición, si nos estaba empujando en la dirección correcta, o intentando, apreté los dedos de Harry para indicarle que todo iba bien...

Y entonces golpeamos tierra sólida y olí  el aire ensalitrado. Harry cayó de rodillas, a mi lado y volvió a intentar levantarme, soltando la mano de Dobby, me arrodillé a su lado y el intento bajar gentilmente a Griphook al suelo.

—¿Estás bien? —dijo cuando el duende se movió, pero Griphook simplemente lloriqueó.

Trate de acostumbrar mis ojos a la oscuridad. Parecía haber una casa de campo no muy lejos bajo el ancho y estrellado cielo, y creí ver movimiento fuera.

—¿Dobby, es esto Shell Cottage?—susurró, aferrando las dos varitas que le había quitado a Malfoy, listo para luchar si era necesario-. ¿Hemos venido al lugar adecuado, Dobby?
Mire a mi alrededor. El pequeño elfo estaba de pie junto a él.

—¡DOBBY!

El grito de Harry me alarmo, me sentía casi moribunda y aún así al escucharlo súper que no era un grito normal y entonces mire hacia ellos.

El elfo se tambaleó ligeramente, con las estrellas reflejadas en sus grandes y brillantes ojos. Juntos, él y Harry bajaron la mirada a la empuñadura de plata que sobresalía del pecho del elfo.

—Dobby... no... ¡AYUDA!

Gatee hacia ellos y me acerqué con todas mis fuerzas para ayudarlo a sostener al pequeño elfo.

Harry no sabía ni le importaba si eran magos o muggles, amigos o enemigos; solo le importaba la mancha oscura que se extendía por el pecho de Dobby y que este había extendido sus brazos hacia Harry con una mirada suplicante.

Harry le cogió y le tendió de lado en la fresca hierba.

—Dobby, no, no te mueras, no te mueras...

Los ojos del elfo se encontraron con los míos y luego miró a Harry y sus labios temblaron por el esfuerzo que le suponía formar las palabras.

—Harry... Potter...

Y entonces sufrió un pequeño estremecimiento y el elfo se quedó inmóvil, y sus ojos no eran más que grandes y vidriosos orbes, chispeando con la luz de las estrellas que ya no podían ver.

Después de algunos segundos Harry seguía mencionando su nombre y llamándolo como si Dobby pudiera volver del lugar aquel al que ya se había ido.

Después de un minuto o algo así me di cuenta de que, después de todo, habíamos llegado al lugar correcto, allí estaban Bill y Fleur, Dean y Luna, reuniéndose alrededor de nosotros mientras se arrodillaban sobre el elfo.

Dean se acercó a mi y me ayudó a levantarme, para llevarme a la casa, entonces Harry levantó la mirada sorprendido.

—Hermione, —dijo de pronto— ¿Dónde está?

Ron la ha llevado adentro, -dijo Bill— Se pondrá bien.

Harry bajó la mirada hacia Dobby. Extendió una mano y tiró de la afilada hoja arrancándola del cuerpo del elfo, luego tomó su propia chaqueta y cubrió a Dobby con ella como si fuera una manta.

El mar se precipitaba sobre las rocas en algún lugar cercano; pedí a Dean dejarme junto a Harry quien sufría en silencio, él me ayudo y lo mire escuchando al mar mientras los demás hablaban, discutiendo temas en los que él no podía interesarse, tomando decisiones.

Dean llevó entonces al herido Griphook dentro de la casa, Fleur se precipitó tras ellos. Estábamos los dos en silencio, mientras Harry miraba fijamente al diminuto cuerpo, y su semblante volvió a cambiar, pues su cicatriz volvió a doler y el cerró los ojos.

—Quiero hacerlo como es debido—fueron las primeras palabras que Harry fue consciente de haber pronunciado— No con magia. ¿Tienen una pala?

Y poco después se había puesto a trabajar, solo, Ron había traído una manta para cubrirme y me había dejado ahí, junto al cuerpo de Dobby mientras veía a Harry excavando la tierra en el lugar que Bill le había mostrado al final del jardín, entre los arbustos. Lo hacía con cierta furia, disfrutando el trabajo manual, glorificándose en la falta de magia que había en aquello, cada gota de su sudor y cada ampolla los sentía como un regalo para el elfo que había salvado nuestras vidas.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora