1. Sin título

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"... las peonias blancas, en la cultura occidental, son las que se asocian directamente con la timidez y la vergüenza"

Kakashi despertó temprano, aquel día lo tenía libre de misiones y ya tenía planeado como lo pasaría. Se duchó, comió una manzana y salió de su departamento con una mochila que contenía una manta, el libro que estaba leyendo, y un recipiente con su desayuno; antes de dirigirse a su destino pasó a la florería donde compró tres ramos, entonces se encaminó al cementerio de Konoha.

Su primera parada fue la tumba de su padre, desechó las flores secas que la vez anterior había colocado y puso las nuevas.

— Te extraño. Si aún estuvieras aquí probablemente ahora estaríamos pescando o entrenando.

Aunque los años pasaran el albino iba a extrañar a su padre como el primer día en que se hizo ausente. Charló un poco más, expresándole a Sakumo sus sentimientos o contándole cualquier trivialidad que se le viniera a la mente. Después se dirigió a la tumba de Rin y por último a la de Óbito, repitiendo el mismo proceso con cada uno.

Salió del cementerio y se encaminó al campo a las afueras de la villa, colocó la manta en el pasto para sentarse más a gusto y desayunó contemplando el cielo.

Esa era la vida de Kakashi, simple, rutinaria y repetitiva. Aunque le gustaba que fuera así a veces deseaba un cambio, algo que le trajera la emoción de vuelta, y le hiciera sentir algo fuera lo que fuera. Todas las emociones que obtenía eran procedentes de sus peligrosas misiones o de sus libros, nada más.

Suspiró y sacó el libro que estaba leyendo, normalmente eran novelas eróticas pero ya se había leído el último tomo de Icha Icha diez veces y si seguía probablemente terminaría hartándose, así que había comenzado un libro de relatos históricos.

Leyó unas cuantas páginas hasta que la brisa y la calma le arrullaron lo suficiente para que se durmiera.

Durante el sueño un olor a vainilla le rodeó, mientras una silueta se acercaba a él, primero se sentó para mirarle y acariciarle el cabello y después besó su frente.

Kakashi despertó en cuanto procesó aquello y miró en todas direcciones, estaba solo, pero aún sentía un cosquilleo en la piel de su frente.

— Solo fue un sueño, cálmate.

Se estiró y decidió recoger sus cosas, ya era hora de volver a casa. Pensaba irse a su departamento pero el olor de Ichiraku llenó sus fosas nasales y casi hipnóticamente terminó en aquel recinto.

"Un bowl de ramen nunca hace daño" pensó.

Saludó a Teuchi y a Ayame con una sonrisa y pidió un tazón de ramen.
Disfrutó su comida, pagó y se dirigió a su hogar.

Al llegar se quitó la mochila y la vació para ordenar todo. Los trastes sucios los lavó, la manta la metió a la lavadora, y cuando terminó se sentó para volver a leer.

Abrió el libro y en su regazo cayó una flor blanca.

— ¿Eh?

Tomó la flor entre sus dedos y la examinó, era bonita y desprendía un aroma delicado. En seguida su mente comenzó a llenarse de interrogantes.

¿Quién era la persona que había dejado aquello en su libro? No lo sabía, pero tenía que encontrar la respuesta.

"¿En qué momento? Quizás fue cuando me dormí" pensó.

"¿Y si el sueño no fue un sueño? Demonios."

Kakashi se reprochaba que debía estar más atento, aquella había sido una agradable sorpresa pero ¿qué tal y hubiese sido otra cosa? ¿y si en lugar de una flor le plantaban un explosivo? Era un shinobi de élite y no podía permitirse bajar la guardia así.

Por otro lado el misterio de aquella flor era más grande.

No era algo que no se supiera, Kakashi era el <<soltero de oro de Konoha>>, en palabras de Gai. Tenía muchísimas admiradoras pero en toda su vida nadie se había dedicado a regalarle una flor, lo único que hacían aquellas chicas era mirarle de lejos y cuchichear a sus espaldas.

Tal vez, la flor en su libro le diría más de aquel ser de lo que se podía imaginar. Así que después de pensarlo un par de veces se dirigió al único lugar donde conseguiría ayuda.

Entró a la florería del clan Yamanaka por segunda vez en el día, donde Ino, o al menos creía que ese era su nombre, estaba tras el mostrador.

— Buen día Kakashi Sensei, ¿en qué puedo ayudarle?

— Hola, mmn, verás. Alguien me regaló esta flor y yo venía a pedir ayuda para conocer el significado de esta, en qué situaciones se suele regalar o algo por el estilo. Desconozco quién me la obsequió y quizás saber eso me ayude a encontrarle.

— Por supuesto, si la conozco le diré todo lo que sepa de la flor.

Kakashi asintió y con cuidado sacó la flor de su chaleco.

—¡Qué bonita peonia!—exclamó la chica.

— ¿Entonces sí la reconoces?— preguntó Kakashi con un poco de impaciencia.

— Debe ser muy afortunado Kakashi sensei, alguien parece ser bastante tímida como para confesarle su amor.

— ¿E-eso significan?

— Así es. Existe un mito griego que dice que las ninfas coquetas escondían su desnudez corriendo detrás de los arbustos de Peonias, para evitar las miradas indiscretas de los hombres. Por ello se dice que la belleza se esconde en las Peonias, y a la flor se la asocia con la vergüenza y la timidez— explicó la chica.

— Ya veo. ¿Y sí quisiera agradecer con otra flor? ¿Cuál podría regalar?

— Las dalias simbolizan gratitud.

Kakashi asintió, le agradeció a Ino por su ayuda y salió de la florería con una incógnita menos.

¿Quién sería?

Una flor en mi libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora