Después de bañarse por separado (muy a pesar de Kakashi), ambos hicieron el desayuno: unos panqueques y jugo de naranja.
Estaban desayunando cuando la puerta sonó sin cesar, quién sea que estuviera tocando tenía prisa. El dueño de la casa fue a atender topándose con Ankō, que irrumpió en su hogar sin al menos quitarse los zapatos.
— ¡Iruka no fue a la Academia y no está en su casa!
— Lo sé, está aquí.
— ¿Qué tal y está en peligro?
— Ankō, dije que...
— Pobre Iru, ¿donde estará? Amigo mío, yo te buscaré hasta que te encuentre.
El peliplata rodó los ojos y caminó hasta la cocina haciendo que la mujer lo siguiera.
— Te digo que aquí está— dijo el peliplata señalando a su novio.
— Ah, ¿qué haces aquí? Casi me matas del susto, pedazo de idiota— exclamó abrazando a su mejor amigo.
— Me quedé a dormir y después me sentí un poco mal así que no fui a la Academia.
— Pésimo mentiroso, ¿verdad Kakashi?
El peliplata ignoró esa pregunta y se fue a la sala.
— Te estoy diciendo la verdad.
— O sea que sí te pido que entrenes taijutsu conmigo en este momento ¿lo harías?
— Bueno no...
— ¡Ajá!
— Pero es porque me duele un poco el estómago.
— Otra mentira. Ya olvídalo, jamás vas a admitir que ayer estuviste bastante ocupado gritando el nombre del idiota ese.
— ¿A quién llamaste idiota?— preguntó Kakashi asomándose en la cocina.
— Gracias por confirmar mi teoría Hatake.
La mujer sonrió triunfante y la pareja solo se sonrojó.
— Bueno, los dejo. Debo avisar a Hokage-sama que este retoñito está bien.
— Gracias a Dios— dijo Kakashi exagerando su expresión de alivio.
— ¿Qué le dirás exactamente?— cuestionó Iruka nervioso.
— Que te sentiste mal y estás en tu casa. O qué estuviste toda la noche gritando: ¡Kakashi más fuerte!— dijo Ankō soltando una carcajada.
Kakashi soltó una risita e Iruka se cruzó de brazos.
— ¿Por qué supones que yo era el... ya sabes?
— Iruka querido, eso es obvio— explicó Ankō.
— Eso no es cierto— dijo Iruka haciendo un puchero con sus labios.
— ¿Lo ves? Eres muy tierno— explicó la jōnin.
— Pues no importa, no me avergüenza ser el pasivo, al fin y al cabo eso también requiere valentía.
Kakashi sonrió y abrazó por detrás a su novio envolviendo su cintura en sus brazos. Lo amaba tanto.
— Ankō vete— dijo Kakashi casi en un gruñido.
— ¿Por...? ¡Ah ya entendí! Suerte Iruka— dijo divertida la mujer y levantando las cejas repetidamente.
— Cabeza hueca no vamos a hacer eso— trató de responder el menor pero su amiga había cerrado la puerta de un portazo.
Ambos sintieron su chakra desaparecer.
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Una flor en mi libro
Hayran KurguAquella peonia blanca misteriosa que apareció en el libro del Hatake ¿tendría algún significado?