19. Vodka

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Kakashi estaba pensando (no tan en serio) dejar su puesto de Hokage. Un montón de papeles en su escritorio parecían no tener fin, y cuando parecía reducir aquella pila de hojas aparecían más.

Su horario de trabajo iba desde la mañana hasta altas horas de la noche, a veces llegaba durante la madrugada a su casa y en ocasiones ni siquiera llegaba, ya que se quedaba dormido sobre el escritorio.

El Rokudaime se sentía culpable, una parte de él sentía que estaba descuidando a Iruka, pero el profesor siempre se negaba diciéndole que era más importante la aldea. Aunque en el fondo quisiera que tener más tiempo junto a su peliplata.

Iruka se repetía constantemente que su novio era una de las dos personas más importantes en el país del Fuego, así que debía apoyarlo. Suspiró y tomó su maletín para caminar de la Academia hasta su casa.

La gente lo saludaba por la calle amablemente, y el respondía de la misma manera, llegó a su hogar y preparó la comida, como de costumbre comió solo y suspiró.

— Kakashi te ama— se dijo a sí mismo.

Recogió todo y optó por recostarse en el sofá a ver el televisor. No ponía atención a lo que veía, su mente estaba en otro lado.

¿Y si Naruto se volvía Hokage de una? Así Kakashi sería libre. No, imposible. Aquel mocoso aún tenía 16 años.

Iruka suspiró y unos golpes a la puerta lo sacaron de su trance.

— Voooy.

Caminó hasta la puerta y entonces se topó con Mizuki.

— ¿Ah, hola?— preguntó desconcertado ante la presencia del otro.

El peliblanco que estaba mirando al suelo levantó el rostro clavando sus ojos en los del chūnin de cabello castaño.

— ¿Puedo pasar?— preguntó.

Al hablar un poco de su aliento con olor a alcohol inundó las fosas nasales de Iruka, indicando que el peliblanco estaba ebrio.

— No creo que sea buena idea. Ve a tu casa a descansar.

Sin embargo el mayor aprovechó el descuido del castaño para empujarlo dentro de su casa y entrar con él.

— ¿Qué crees qué haces? ¡Largo de aquí!

— Solo quiero hablar.

— Pues yo no quiero hablar— contestó enojado con el ceño fruncido.

— Me gustas.

El castaño abrió los ojos con sorpresa, no se esperaba una declaración de amor del otro.

— Me has gustado siempre— siguió declarando el ex convicto.

— Estás ebrio y no sabes lo que dices.

— Me duele verte con él.

— ¿Con Kakashi? Yo soy feliz con él. Mucho.

— ¿Qué tiene el que no tengo yo?

Iruka rió irónicamente.

— Pues para empezar nunca ha querido matarme...

— Sino hubiera hecho eso ¿me querrías?

— No lo sé. Éramos buenos amigos al menos, o eso creía yo.

— Soy un idiota.

Una flor en mi libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora