Kakashi estaba pensando (no tan en serio) dejar su puesto de Hokage. Un montón de papeles en su escritorio parecían no tener fin, y cuando parecía reducir aquella pila de hojas aparecían más.
Su horario de trabajo iba desde la mañana hasta altas horas de la noche, a veces llegaba durante la madrugada a su casa y en ocasiones ni siquiera llegaba, ya que se quedaba dormido sobre el escritorio.
El Rokudaime se sentía culpable, una parte de él sentía que estaba descuidando a Iruka, pero el profesor siempre se negaba diciéndole que era más importante la aldea. Aunque en el fondo quisiera que tener más tiempo junto a su peliplata.
Iruka se repetía constantemente que su novio era una de las dos personas más importantes en el país del Fuego, así que debía apoyarlo. Suspiró y tomó su maletín para caminar de la Academia hasta su casa.
La gente lo saludaba por la calle amablemente, y el respondía de la misma manera, llegó a su hogar y preparó la comida, como de costumbre comió solo y suspiró.
— Kakashi te ama— se dijo a sí mismo.
Recogió todo y optó por recostarse en el sofá a ver el televisor. No ponía atención a lo que veía, su mente estaba en otro lado.
¿Y si Naruto se volvía Hokage de una? Así Kakashi sería libre. No, imposible. Aquel mocoso aún tenía 16 años.
Iruka suspiró y unos golpes a la puerta lo sacaron de su trance.
— Voooy.
Caminó hasta la puerta y entonces se topó con Mizuki.
— ¿Ah, hola?— preguntó desconcertado ante la presencia del otro.
El peliblanco que estaba mirando al suelo levantó el rostro clavando sus ojos en los del chūnin de cabello castaño.
— ¿Puedo pasar?— preguntó.
Al hablar un poco de su aliento con olor a alcohol inundó las fosas nasales de Iruka, indicando que el peliblanco estaba ebrio.
— No creo que sea buena idea. Ve a tu casa a descansar.
Sin embargo el mayor aprovechó el descuido del castaño para empujarlo dentro de su casa y entrar con él.
— ¿Qué crees qué haces? ¡Largo de aquí!
— Solo quiero hablar.
— Pues yo no quiero hablar— contestó enojado con el ceño fruncido.
— Me gustas.
El castaño abrió los ojos con sorpresa, no se esperaba una declaración de amor del otro.
— Me has gustado siempre— siguió declarando el ex convicto.
— Estás ebrio y no sabes lo que dices.
— Me duele verte con él.
— ¿Con Kakashi? Yo soy feliz con él. Mucho.
— ¿Qué tiene el que no tengo yo?
Iruka rió irónicamente.
— Pues para empezar nunca ha querido matarme...
— Sino hubiera hecho eso ¿me querrías?
— No lo sé. Éramos buenos amigos al menos, o eso creía yo.
— Soy un idiota.
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Una flor en mi libro
FanfictionAquella peonia blanca misteriosa que apareció en el libro del Hatake ¿tendría algún significado?