10. Tulipanes.

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Hello, solo quería decir que habrán ciertas cosas que difieran de la historia original, por ejemplo, Sasuke no deja Konoha. Por su comprensión gracias, ahre.

La misión se concluyó con éxito, llegando a Konoha el mismo martes a la media noche. El ninja que copia quería ver a Iruka y hacerle saber que estaba de vuelta, pero seguramente ya estaría dormido.

"Mejor mañana" pensó y tras ir a la Torre Hokage fue a su hogar para tomar un merecido descanso.

Al día siguiente con energías renovadas se despertó temprano y se arregló para ver a su enamorado. Tendría que verle en la Academia, sabía que probablemente Iruka se molestaría por eso, pero debía correr el riesgo.

El peliplata llegó al lugar, y maldijo un poco al ver que las clases habían comenzado. Subió a un árbol y desde una rama observó la ventana del salón de Iruka; el joven profesor explicaba animadamente a sus alumnos mientras caminaba por toda el aula, sin duda era su pasión, sus ojos chispeaban al hacer su trabajo.

Kakashi optó por recostarse en aquella gruesa rama y dormitar. Después de un par de horas creyó que leer un poco de su libro mientras miraba al profesor de vez en cuando sería buena idea.

"Akemi besó a Yoko en el cuello, dejando un rastro de saliva a su paso"

Y su imaginación comenzó a hacer de las suyas.

"Iruka jadeó el nombre de Kakashi mientras se aferraba a su espalda"

Sacudió la cabeza y decidió dejar de leer o seguiría cambiando los nombres de los personajes para leer una novela erótica de su propia historia de amor.

— ¿Ahora qué hago?— se preguntó a sí mismo.

Aún faltaba un rato para que los alumnos tuvieran su receso así que decidió ir a un pequeño café para llevarle algo al chūnin y comer juntos, tal vez.
Tras ordenar dos bentōs volvió a la Academia y en ese preciso instante la campaña sonó. Todos los infantes corrieron hacia los diferentes patios abandonando los salones.

Era su oportunidad.

Gracias a su habilidad subió a otro árbol y se coló al salón por la ventana. Iruka estaba limpiando la pizarra y se giró rápidamente para ver al intruso.

— ¡Kakashi!

Prácticamente corrió hacia el jōnin y lo abrazó.

— ¿Cuándo llegaste? ¿Cómo estuvo la misión? ¿Estás bien? ¿No estás herido?— el chūnin observó el cuerpo del peliplata en busca de alguna herida o algo por el estilo, pero todo estaba en orden.

Kakashi le sonrió y dejó los bentōs en el escritorio para poder abrazar a su chico.

— Llegué ayer, todo salió bien, no tuvimos que luchar por lo tanto no estoy herido, pero qué bonito eres cuando te preocupas por mí.

El castaño se sonrojó y juguetonamente bajó la máscara del otro para plantarle un beso.

— Te extrañé.

— Yo más Iruka.

Se besaron muchas veces, hasta que sus respiraciones se volvieron erráticas y ambos comenzaban a sentir el calor aumentar. Debían parar o terminarían haciendo quién sabe que en el aula.

Una flor en mi libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora