4. Centro

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Iruka se sonrojó por milésima vez y le agradeció al jōnin por sus cumplidos.

— Deberías usarlo así más seguido.

— Me estorba un poco.

— Pero lo vale Iruka.

Decidieron que era hora de volver a la mesa, por fortuna sus compañeros habían dejado el juego y ahora Asuma estaba haciendo "fuerzitas" con Gai mientras el resto de shinobis gritaban apoyando a su elegido.

— ¿Todos los jōnin son así de raros?— preguntó Iruka en un susurro.

Kakashi río y se agachó un poco para contestar.

— Ellos sí, yo no.

— No estoy muy seguro de eso.

— ¡Oye!

Se rieron juntos y volvieron a la mesa. La velada continuó entre chistes, risas, bromas, sake, y mucho más sake.

— Creo que es hora de irme— dijo un risueño Iruka.

— Te acompaño— dijo Kakashi levantándose como resorte tras de él.

— No es necesario Kakashi.

A los ojos del peliplata Iruka estaba un poco borracho, él también lo estaba pero en menor cantidad. Así que se dispuso a acompañarle aunque no quisiera, extrañamente siempre había sentido esa necesidad de proteger al menor, al principio se lo adjudicaba a que Iruka era muy importante para Naruto, entonces debía cuidarle, pero después se dio cuenta que ese impulso iba más allá: lo protegía porque el quería.

— Iré de cualquier modo— contestó Kakashi alzando los hombros.

Iruka no tuvo más remedio que aceptar. Ambos shinobis se despidieron del resto de sus colegas y empezaron a caminar calle abajo. Konoha era un sitio seguro la mayoría del tiempo, aún así no podía arriesgarse a dejar al joven sensei borracho caminar por las oscuras calles.

— ¿Qué ha-ces lo-los fines de semana Kakashi?— preguntó con cierta timidez.

El rostro de Iruka estaba totalmente sonrojado esta vez como consecuencia del alcohol, además de estar feliz y risueño. Que a ojos del jōnin hacían lucir más tierno al castaño.

— Limpio mi casa, cuido a mis perros, voy a pescar, leo y voy al cementerio. Realmente nada interesante.

— Ya. Recuerdo que nos hemos topado alguna vez en el cementerio.

— Así es. Supongo que no es el mejor lugar para socializar.

— En eso tienes mucha razón— dijo con una sonrisa amplia.

— En ese caso, ¿te gustaría hacer algo mañana?

— M-me encantaría, pero no puedo.

— Oh.

Un aura de decepción rodeó al peliplata, por primera vez se atrevía a socializar con alguien, ¡y no cualquier alguien! sino el maestro lindo de la Academia, y salía mal.

¿Estás libre el domingo Kakashi?— Iruka lo sacó de sus pensamientos.

— Sí, claro.

— Entonces nos vemos el domingo ¿tienes algo en mente?

— El cine es una opción.

— Cine será.

— Vendré por ti a las 7.

— Bien Hatake, hasta entonces.

Habían llegado al edificio donde se encontraba el apartamento de Iruka, el maestro se despidió con una sonrisa y subió a su hogar.

"Qué bueno que Kakashi no subió" pensó el castaño al ver el florero de centro de mesa con una peonia blanca dentro. Aquella que sobró.

Perdonen ustedes el capítulo corto.
¿Kakashi debería saber lo de las flores pronto o no?

- An.

Una flor en mi libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora