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Emerson Willows aguantó la respiración. Sus ojos pasaron por cada una de las personas frente al escenario, notando sus miradas. Los rostros de algunos niños parecían mucho más relajados que de costumbre, era un año donde no estarían asustados por ser elegidos en la Cosecha. No ese año. Incluso, los más mayores también parecían haber estado esperando ese día, el Vasallaje era una calma momentánea para algunos, pero para otros, el Vasallaje era la misma muerte. Estando con esa misma vista y nervios, tuvo un intenso deja vu. Se recordó a si misma tanto tiempo atrás, pidiendo con clemencia y lágrimas derramadas que no se la llevaran. Los ojos de todo su distrito habían estado inmutados, sin ningún atisbo de lástima. Tantos años después, entendió que se trataba de lo mismo que veía en la actualidad. Ellos aceptaban la muerte inminente de una niña, para que sus hijos no tuviesen ese mismo destino.
Ahora, nueve años después, nunca había escuchado tanto silencio. La presentadora hablaba acerca de cuán emocionada estaba de estar allí presente para una edición especial. Era una nueva mujer que lucía igual que todas las demás personas del Capitolio. Apenas le prestó atención cuando sus ojos se cruzaron.
Pasó su mano por su cabello corto, agradeciendo el hecho de que no habían hecho nada con el. El estilista enviado por el Capitolio había dicho que era imposible hacer demasiado con un cabello corto, salvo agregar extensiones. Lo había amenazado con cortar su garganta, así que él se marchó con un rostro serio. Emerson había estado feliz de que al menos, una parte de si misma no podía ser modificada bajo los gustos de alguien más. Del maquillaje no podía decir lo mismo; la mujer estuvo con su rostro por alrededor de unas tres horas. La había tratado mal y amenazado, pero ella actuó como si no escuchara cada una de sus maldiciones. Luego de verse en el espejo, había admitido que a pesar de todas esas capas de maquillaje, se mostraba un poco sutil. Aún así, prefería su rostro lavado.
Se mantuvo estática frente de todas las personas de su distrito. La escolta de su distrito hablaba acerca de la nueva edición y cuán emocionada estaba de estar allí presente. Evitó involucrarse demasiado en todo lo que estaba diciendo, desde que había subido al escenario estaba interpretando un personaje. Su corazón comenzó a bombear rápido cuando la vio acercarse a la bola de cristal donde estaban los tres papeles respectivos de las tres vencedoras. Cruzó una mirada discreta con Martha, haciéndole saber que no rompería su promesa. Así como ella esperaba que la mujer cumpliese la suya. Si no llamaban por su nombre, estaba dispuesta a ofrecerse como tributo a cambio. Soltó un suspiro, sabiendo que todo lo que hacía era para darle una mejor vida a Panem. Tenía ganas de correr, de escaparse y de no ser la que tuviese que sacrificarse por todos los demás. De abandonar de esa carga sobre sus hombros. Le parecía tan injusto ver a personas como Jeannes y Martha, sumidas en la codicia y en el egoísmo, que se mantenían vivas y que la mayor parte del tiempo todo les salía bien. Cuando ella misma tenía que ser una asesina para poder lograr sus propósitos, y que la mayor parte del tiempo rezaba para que realmente funcionaran. Sin embargo, si daba su brazo a torcer, jamás podría saber lo que hubiese pasado si estaba allí. Si se arrepentía y renunciaba al plan, rompería con todo lo que creía ser.
