CAPÍTULO DIECISÉIS

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Emerson Willows se sentó en la cama, mirando con atención a la enfermera revisar su vendaje

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Emerson Willows se sentó en la cama, mirando con atención a la enfermera revisar su vendaje. Se mantuvo acostumbrada a esa tarea, en donde la enfermera no decía nada y ella tampoco, hasta que se quedaba nuevamente a solas. Desde que había despertado de su traumatismo, exactamente una semana atrás, no hacía otra cosa que mantener su trasero pegado en esa camilla. El doctor y las enfermeras la habían visitado tantas veces, que creía que ya no existía un motivo para que la mantuvieran allí. Las heridas que no habían cicatrizado mientras estaba dormida, estaban comenzando a cicatrizar y se encontraba físicamente mucho mejor. No recibía medicamentos para nada, porque no tenía ningún tipo de dolor. Sin embargo, cada vez que le preguntaba al doctor Evermore cuándo era el momento de abandonar el hospital, él le decía que aún le quedaba un día más. Incluso, para someterse a más sospechas, lo escuchó decir una vez que no podía irse hasta que Alma Coin le permitiera hacerlo. Emerson comenzaba a sospechar que le era beneficioso mantenerla encerrada en el ala del hospital, porque sus salidas eran muy restringidas. Le habían colocado un nuevo soldado para cada vez que necesitara visitar el comedor o a Hugo. Según la explicación del doctor, el soldado la ayudaría a hacer todo lo que ella no pudiera, debido a su condición física. Eran patrañas, estaba segura. El tiempo que pasaba fuera de su habitación era tan corto, que creía que no se trataba de más de tres horas diarias.

Por otra parte, había visitado a Hugo cada día, estando con él y su familia, viendo cómo se adaptaban a la nueva vida en el distrito trece. Reconocía que no era fácil para ellos, el papá de Hugo estaba acostumbrado a trabajar más de doce horas diarias en las fábricas del distrito nueve y cuando no estaba allí, buscaba alguna manera de hacer dinero. Ahora se encontraba trabajando con los rebeldes, llevando cargas de un lado a otro y creando nuevos artefactos. La mamá de Hugo había dicho que estaba feliz por él, porque volvía mucho menos cansado de lo que solía hacer y le dedicaba tiempo a sus hijos en crecimiento. La mujer también había conseguido un trabajo, se encargaba de la cocina y de vez en cuando, también sustituía a las personas que se encargaban de lavar la ropa. Todos ellos estaban cómodamente alojados en el distrito trece y Emerson desconfiaba de la falsa seguridad que Alma Coin les estaba dando. A veces, cuando no podía dormir por la noche, se preguntaba si había sido buena idea haber traído a toda la familia en un distrito que parecía ser mucho más oscuro que al inicio. Creyó que la vida en su hogar era fea, cruel e inhumana, pero al menos se trataba de un enemigo que conocían. Cada vez que pensaba en la presidenta Coin, la sospecha crecía. No tenía pruebas suficientes y no podía incriminarla de ninguna manera, pero algo en su razón le decía que estaba a punto de conocer esos secretos.

Era miércoles, estaba comiendo su plato regular del distrito trece, cuando sintió a Finnick sentarse también en la mesa. Habían estado compartiendo tiempo juntos y mientras llenaban sus estómagos, a veces hablaban de algunas cosas. Finnick Odair era bastante comunicativo, la mayor parte del tiempo él hablaba y ella escuchaba. Otras, ella se reía de las cosas que decía y así terminaban creando una falsa pelea, en la que terminaban coqueteando por milésima vez. Katniss y Gale raramente se acercaban a ellos, pero no era común que se quedaran más de cinco minutos en la mesa. Luego, Barnes permanecía allí, actuando como si fuera un padre que cuidaba a su hija menor, pero finalmente se terminaba riendo con los comentarios pasados de tono. Aún así, su amigo todavía no había llegado a comer, supuso que se había mantenido ocupado en alguna de sus tareas, o probablemente estaba coqueteando con April por los pasillos. Era una suposición gigante, porque Barnes era demasiado tonto como para hacer algo cuando la escolta rubia aparecía en algún lugar. Regresó su atención al muchacho del distrito, notando que se veía mucho más serio que en los últimos siete días. No pudo mantener su boca cerrada, porque ya estaba preguntándole qué había sucedido.

Panic ⋆ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora