Capítulo 11

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Ugh, odio mi vida.

Me revuelvo un poco en mi cama, extendiendo mi brazo hasta apagar la alarma de mi celular, había olvidado por completo lo horrible que es madrugar para ir a trabajar, olvidaba lo mucho que detestaba intentar levantarme y quedarme observando mis zapatos como si no entendiera en qué realidad estoy. No quiero tener que trabajar, tengo demasiado dinero como para hacerlo, pero ese dinero no me dará la oportunidad de ver a Darrell todos los días.

Me quejo un poco más, levantándome de mi cama, por muy hermoso mes que pasé de vacaciones supongo que debo comenzar una vez más a encontrarle la necesidad, al menos tengo el agradable conocimiento de que cierto castaño que en verdad me gusta estará junto a mí, y eso es suficiente para hacerme sonreír, suspirar, lo que sea se apodere de mi pecho.

Aparto la puerta de mi habitación, entre bostezos camino hacia la cocina, el frío del refrigerador se siente agradable sobre el calor del verano, en medio de una canción de Bon Jovi busco mi yogurt de fresa favorito. A decir verdad, me siento bien con que este día hubiese llegado, creo que es la primera vez en toda mi vida que me siento conforme de ir a la oficina, pero... oh, había olvidado eso...

—Qué buena vista — ¡Joder!

Me aferro al envase, girando en medio de un grito hacia la sala, mi corazón late a mil por hora en cuanto noto esa reconocible mirada café, por completo indiferente, pero la sonrisa recorriendo todo mi cuerpo antes de que me sonroje, el ridículo chico acostumbrado a acosarme está sentando sobre el sofá, y creo que ahuyentó lo poco que me quedaba de sueño, lo sé por mi sonrojo, junto a la ridícula forma de abrazar el yogurt para que deje de mirar mi esquelético cuerpo. Perfecto, el molesto hermano encontró un nuevo pasatiempo, yo. Trago saliva, aferrándome el anillo, apenas puedo quitarle de mi cuello para lanzarle al fondo del refrigerador, no es buen momento para que decida descubrirle.

—¡Dios, Hayden! — intento regañarle, pese a que debería saber que él no siente culpabilidad. Trago saliva —. ¿Qué haces aquí?

Ladea un poco su cabeza, sacando su celular de uno de sus bolsillos, con una voz algo burlona comienza a leer.

—El reconocido científico, Froylan Knight, espera un futuro brillante para su hijo, Max Knight, que algún día hará mucho más que él.

Lo que faltaba. Ruedo los ojos, tomando el primer vaso que encuentro para mi yogurt de desayuno, un poco de avena, junto a una cuchara, es lo único que pienso comer antes de tener que irme y comenzar con la primera actividad de increíble importancia, de la cual había prometido hace mucho tiempo, ya he roto demasiadas.

Revuelvo un poco mi cabello, levantando una ceja en cuanto noto a Hayden levantarse del sofá, seguro por la gran indiferencia que me causa la línea de una noticia nacional tan vieja como yo, pienso que después de eso mi padre no volvió a hablar de mí, y todo mi país piensa que estoy muerto, pero no lo suficiente para el chico, que en seguida se deja caer sobre la isla de la cocina, más cerca de lo que está la sala, mirándome con una ridícula sonrisa, pronto siento sus brazos tomando mis muñecas, para interrumpir mi desayuno y halarme hacia él.

—Si es para leerme la historia de mi familia, esa la sé muy bien — ignorado, odiado, y abandonado. Dejo salir una larga exhalación, quizás de cansancio, pero como fuera, después de una poco disimulada mirada por todo mi pecho, comienzo a sentir las puntas de sus dedos en mi abdomen.

—Fue tan difícil encontrar información sobre ti — no es que haya hecho algo importante en mi vida, a diferencia de él que parece ser el modelo más importante de España —. Es como si tu padre nunca más hubiese hablado de su hijo.

—¿Algo más? — frunce el ceño, apartando el vaso medio vacío para dejarle junto a él, antes de si quiera poder decirle que debería volver con Darrell ambos de sus brazos ya se están enredando en mi cintura, sus labios se sienten rozando la piel de mi cuello al dejar caer su cabeza sobre mi hombro.

Los Secretos de una Estrella FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora