Capítulo 18

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Suspiro al por fin sentir mi cuerpo más relajado después de una cálida ducha, no tenía idea de que la necesitaba tanto hasta que decidí que no podía quedarme pensando en todo lo que ha sucedido, no funciona para mi objetivo de avanzar poco a poco, y creo que si lo hago me voy a sentir peor que antes, prefiero la sensación de secar mi cabello con mi confiable toalla verde, verme lindo con la cómoda camiseta y pantalón que Hayden me ha dejado colgando de la puerta del armario, y si no me avergonzara admitiría que comienza a gustarme que lo haga, ese pequeño momento en que piensa solo en mí, se hace sentir especial.

Al salir de la habitación de lavado y esperar a que toda la ropa del fin de semana esté limpia, paseo la mirada por el departamento, el collage está secando sobre el comedor, los platos del desayuno están organizados, la caja plástica de las fresas está en la cesta de reciclables, y una suave brisa de verano entra por el ventanal, ni siquiera lo dudo, me dirijo hacia la cocina para llenar la regadera de agua, mezclarla con un poco de nutrientes para las plantas, es la mejor acción relajante que puedo tener en el día. Al apartar las cortinas y salir hay un increíble día con un brillante sol, aunque no es caluroso, las plantas de enredadera parecen brillar al recibir agua, las decorativas cada día tienen hojas más lindas, sacudo un poco el polvo del mueble del balcón, me aseguro de que las luces decorativas sigan en buen estado, y me arrodillo en mi rincón especial, donde están mis plantas favoritas, y por más que les sonrío, un sentimiento algo triste me desgarra el corazón al ver el horrible destino que debe atravesar la más importante de todas.

—Oh, no... — acaricio un poco el pétalo caído del narciso, suspirando. No pensaré en lo malo, solo lo mucho que duró, y fue lindo tenerle —. Está bien, seguirás siendo igual de hermoso, te cuidaré y amaré todas las veces que deba verte florecer.

Aunque deba tardar todo un año para volverle a ver, será esperado con tanto anhelo, que solo contaré los días y desearé que ya sea primavera otra vez. Le doy un poco de agua para que aguante fuerte los días que le queden antes de volver a ser un bulbo, besándole por última vez dejo caer mi atención en la siguiente planta, ahogando un jadeo de impresión al ver la pequeña punta de pálido color verde asomarse tímida por la tierra, y debe ser lo más tierno que he visto en mi jardín.

—¡Dios, qué grande estás! — le toco con suavidad, con algo de miedo al poder dañarle, se siente como uno de mis mayores logros en mi descubierto amor por la jardinería —. Ojalá Darrell pudiera verte, estaría tan feliz, eres el mejor recuerdo que tengo de Alemania, tienes mucho significado para mí.

Agacho un poco la mirada, no fue el sentimiento más reconfortante el tener que mencionarle, pero es la realidad, sin importar lo que termine sucediendo me alegra que al mencionar mi país mi primer pensamiento sea nuestro viaje, y quiero que sea así siempre. Tras regar su tierra, la poca agua que queda en la regadera es para mí más reciente acompañante, el kalanchoe parece adaptarse al lugar, lo que me hace feliz, aunque me haría más feliz si hubiese podido entregársela a su legítimo dueño.

—Te ves mucho mejor que ayer — me sentía algo ansioso de que fuera a ponerse marchita por el cambio de clima, de frío a cálido, pero parece estar bien —. Serás una increíble planta, estoy seguro de que el castaño te amará, y que algún día se dará la oportunidad de sanar.

Le tomo entre mis brazos, sacudiendo la tierra de mis rodillas, creo que ha tenido suficiente sol y necesita un poco de sombra, por lo que sin dudarlo le dejo sobre mi mesa de centro, donde también recibirá la brisa, y le miro por última vez antes de preguntarme cuánto durará mi pelea con Darrell, por mucho que aun siga lastimado, quiero verle, para saber si las cosas entre los dos están bien, aunque han sido pocas veces las que se ha enojado conmigo, nunca me gritó, o incluso se marchó sin tener una conversación, o dejarme sintiéndome culpable de todo lo que pasó.

Los Secretos de una Estrella FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora