Capítulo 22

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Siento el ligero olor a sándalo y lavanda impregnar mi cuerpo rendido sobre la cama, mis dedos adoloridos de aferrarme tanto a las sabanas, la brisa fría del lugar entrar por el balcón, la luz del sol calentar la piel de mi rostro, y al abrir mis pesados ojos, me doy cuenta que el mundo no se acabó anoche, o Alemania fue destruido.

Lo cual es tan injusto, todo lo que le causa felicidad a él, sigue en pie como si nada hubiese acontecido, y yo me he pasado las últimas horas llorando hasta quedarme sin pulmones, hasta que ese extraño té relajante de manzanilla que me dio Diana me hizo dormir. Estoy seguro que tenía algo, lo sé, no es natural que me haya quedado dormido por tomar té, o solo estaba muy cansado de haber llorado casi doce horas seguidas, no puedo estar seguro.

Lo único que sé, es que hoy será un día diferente, el comienzo de la nueva que decidí afrontar, de la que estoy orgulloso, pero terriblemente herido. Como si no fuera poco me siento parecido a un desastre, no se supone que me comporte así, lo sé porque en cuanto trato de despertarme, me quejo por todo el dolor de mi cuerpo, y levanto mi mirada al escuchar el jadeo sorprendido, ni siquiera soy capaz de sentarme por completo antes de girar al otro extremo de la habitación, y Hayden se ve sorprendido de verme vivo, el libro que me estaba leyendo cae de sus manos al levantarse del suelo y correr hacia mí, lanzándose hasta hundirme de nuevo en la cama, me hace sonreír la forma fuerte con que me abraza, adoro sentir todo lo que me ama este chico.

Bueno, al menos puedo decir que la mañana ha traído algo que me encanta, y que adoro poder percibir el olor a sándalo al hundir mi rostro en su cuello, no solo porque ha quedado un poco en la almohada, y correspondo su abrazo de la misma forma fuerte, rodeándole por su cintura, sus labios tiemblan al besar cada centímetro de mi rostro, y hay algo parecido a la felicidad reflejándose en sus ojos al encontrarse con los míos, la más bella sonrisa me hace sentir cálido el pecho.

—Mi bello alemán, no es justo que te sientas tan mal.

Y aunque sonrío, la verdad es que no puedo estar de acuerdo con sus palabras. Creo que siempre es así con cada cosa relacionada a Froylán. Sus manos apoyándose en mis mejillas me hacen cerrar mis ojos, dejando salir una suave exhalación al sentir la caricia de su pulgar pasar por el puente de mi nariz, escucho los susurros de lo mucho que me quiere, de que está feliz haya decidido amanecer a su lado, todo mientras acaricia con lentitud mis pómulos, mi arco de cupido, puedo notarle detenerse en mi labio inferior, y el simple toque de los suyos sobre los míos apaciguan un poco el dolor, le escucho admitir contra mis labios lo mucho que me quiere mientras levanto ambos de mis adoloridos brazos para pasarles sobre sus hombros, y atraerle mucho más a mí.

Pero el lindo momento es interrumpido por su leve risilla, y al separarse de mí, levantándose para sentarse en mi regazo, para envolver sus piernas en mi cintura, siento sus manos apoyarse en mi pecho, las puntas de mis dedos bajan por la suave piel de sus brazos, hasta que apoyo mis manos sobre las suyas, y me sonríe, el café de sus ojos destella por los pequeños rayos de luz que atraviesan la cortina cada vez que se mueve por el ligero viento que entra por el ventanal.

—Tu corazón palpita muy rápido — qué vergüenza. Ladeo una sonrisa, entrelazando nuestros dedos, no sé por qué, pero su felicidad comienzo a sentirla como mía.

—Es por ti, Hayden — no duda en decir que soy ridículo y cursi en cuanto rio, pero solo me hace preguntar si este Graham es igual de distraído cuando le coquetean. Una lástima, esta vez lo hice a propósito.

—¿Estás bien? — asiento, pues, aunque no lo hace notar directamente, está preocupado por mí, lo cual valoro tanto, me defendió, me cuidó, nunca dejó mi lado, y eso me conquista como no tiene idea.

—Solo déjame dormir un poco más — comentario que no le gusta para nada, en seguida su semblante se retuerce en negación. No es que lo diga para quedarme llorando, en verdad, estoy cansado de haberlo hecho hasta la madrugada.

Los Secretos de una Estrella FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora