Dulcinea [Catradora]

Capítulo XX

—¡Yas! —Exclamó Catra mirando su brazo estirandolo por fin.

—Aún no hagas mucha fuerza en él, pero es libre —Dijo el doctor.

—Muchas gracias Doctor —Agradeció Adora mirando la felicidad de Catra mirando su brazo.

—Gracias —Dijo Catra casi huyendo del hospital.

—¡Catra, ten cuidado! —Exclamó Adora tomando las cosas y yendo tras ella.

Catra se escabulló entre los pasillos, mientras evitaba a todo tipo de contacto, a veces le sorprendía el tipo de expresiones se podían ver en un solo pasillo, se encontró encerrada, a su lado izquierdo alguien daba a luz, todo estaba rodeado de energía positiva, todos estaban felices mientras a su lado derecho se podían escuchar los llantos de una mujer aferrándose a su madre mientras una niña huía del lugar temblando.

Ambas se quedaron mirando, Catra tembló y se alejó de ella, Adora se acercó a la morena quien le dejó el paso a la chica.

—Eres como yo —Susurró esta mostrando su temblorosa mano para luego pasar sin decir nada.

—¿Qué fue eso? —Preguntó Adora extrañada.

—Cada vez todo está más asqueroso —Susurró temblando.

—¿Te tocó?

—Sácame de aquí —Pidió, Adora le guió.

Pasaron días luego de eso, Adora tuvo que conseguirse un trabajo de medio tiempo, usaron el dinero de Catra para el abogado quien al ver que era la morena la amiga de la rubia les descontó, ganaron el caso con facilidad tal como Catra les había dicho, la rubia estaba estudiando con normalidad, con todas sus horas separadas para poder ir a ver a Catra en minutos cortos, al terminar su horario iba a trabajar, llegaba tarde así que solo veía a Catra dormir para luego estudiar y dormir.

—Adora, tienes que cambiar tu horario —Demandó Catra.

—Si lo hago no podré venir a verte ¿Tan rápido te aburriste de mí? —Bromeó.

—Estoy mejor y ya no necesito mucha ayuda, puedo con esto, no me gusta verte tan cansada.

Ambas se besaron con cariño, Adora accedió a eso, su semestre casi acababa así que podía hacerlo dentro de poco, ese día ambas durmieron juntas, separadas pero tomadas de las manos.

A la semana Catra comenzó a actuar distinto, incluso su postura corporal era distinta, Adora no le dio importancia, la morena seguía aceptando sus besos y sus manos.

Cuando no estaba Catra soltó un suspiro y abrió la puerta titubeante, caminó por la calle con normalidad con las manos en su saco, era el atardecer, Adora estaba ya en su trabajo.

Entró a un bar casi vacío, se sentó en la barra, el barman le miró ofreciendole un trago.

—No quiero nada —Dijo Catra mirando de reojo.

—Entonces te pediré que te vayas —Dijo este con un peculiar tipo de voz.

—Tch.

Catra tomó un dólar de su bolsillo.

—Eso te alcanza para un shot de vodka querida —Dijo casi burlesco.

—Dámelo entonces, querido —Marcó la forma de decirle.

—De hecho, soy queride —Informaba volteando a buscar el licor—, no quiero problemas en mi bar.

—No me importa lo que quieras, no depende de ti —Dijo Catra.

—¿De quién depende? —Preguntó sirviendo el vaso, Catra lo tomó como si nada—, buena garganta.

Catra vio como una mujer incómoda salía del bar, aquel chico de un grupo de amigos se puso de pie siguiéndole mientras ellos le apoyaban entre risas.