Verità segrete

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III

La mañana está fría y la cárcel muy silenciosa.

Todos están en shock después de lo sucedido con Chan, y Jimin se siente en una horrible pesadilla.

Suicidio.

Chan no había soportado, no había podido aguantar sólo unos meses más para estar fuera. Se había ahorcado en uno de los armarios de limpieza de los internos.

Y al parecer a todos les había dolido su pérdida. Chan era como él, un mocoso joven envuelto en una mierda en la que no tenía nada que ver.

Jimin había sido detenido con tres kilos de cocaína en la aduana, la cual mágicamente apareció en su mochila. Los cabos fueron atados desde que toda la mierda de su ex salió a la luz, el estúpido favor que le pidió, la mochila que le entregó, la cual momentos antes no contenía lo que ahora lo tenía condenado, todo había sido un jodido plan, convirtiéndolo en un estúpido cebo.

En cambio Chan, fue detenido por venderla, un año en la cárcel se ganó, mucho más que los tres gramos que se ganaba después de venderla.

Eran una mierda.

Después de todo algo los unía; la dependencia. Jimin dependía del amor falso de una persona cruel y Chan dependía de un sobre con polvito blanco.

—Doscientos treinta y tres... —ahora era un número, no Jimin y dolía tener qué acostumbrarse.

El guardia salió de su celda después de contar a Hoseok y Jimin suspiró. Solo tenía que aguantar un poco más.

Hoseok y él estarían fuera pronto.

Su abogado había hablado con él unos días antes, dándole a conocer que quizá podría recibir un acuerdo y reducir su sentencia a sólo dos años por buen comportamiento y buenas pruebas.

Jimin casi los cumplía y Hoseok estaba apuntó de terminar su sentencia de tres años.

Jimin estaba feliz por él.

Taehyung visitaba frecuentemente a Hoseok, su amor parecía no disminuir nunca.






[...]






Había veces en las que Jimin se perdía en sus pensamientos y recordaba el día en que llegó allí, hace un año con diez meses.

Meses que pasaron demasiado lento y en los que se hizo amigo de una persona que creyó nunca conocer.

El día que llegó a la prisión se ganó el apodo de Twink y perra de la prisión; todo empezó por un obeso calvo lleno de tatuajes que se creía el jefe de todos ahí adentro.

Jimin cambió las cosas al dejarlo inconsciente sobre su puré de papa frío.

Las apariencias engañaban y aquel maldito viejo pedofilo lo aprendió de mala manera.

El primer día dudó sobre sobrevivir su primera noche y se preguntó si no sería tan malo. La muerte sonaba como una buena opción en esos casos.

Pensó que los días allí adentro se le harían eternos, pero después de conocer a Hoseok, cada uno se pasó volando; llegando ahora a sus veintidós meses en prisión.

Suspiró sacando la última pila de ropa que estaba en la secadora. Frunció el ceño al escuchar los cuchicheos ruidosos de dos chicos a los que les tocaba hacer su servicio junto a él.

Eran dos "Twinks"- se rehusaban a ser llamados de otra forma- que se la vivían juntos allí dentro, al igual que Hoseok y él, pero estos en cambio eran los "esposos" de dos matones que ya habían ofrecido sus servicios obscenos a Jimin.

Los chicos no se notaban asqueados, al contrario, parecía que eso era lo que necesitaban, un poco de diversión en aquel lugar caótico. Hizo una mueca al doblar una de las sudaderas caqui con una mancha de sangre, el apellido Prescott estaba escrito con marcador negro y letra cursiva dentro de la manga.

Antes de empezar a divagar e imaginarse cómo había llegado esa mancha allí, escuchó a uno de los Twinks hablar; El rubio con las raíces negras a la vista.

—No fue suicidio, todos sabemos eso— rodó los ojos y dobló el pantalón entre sus manos— tú , los otros y yo sabemos lo que realmente pasó.

—No estoy seguro de que haya sido así...

—Aceptalo. Yo y tú vimos al oficial Martín salir del almacén antes de que llegaran los otros oficiales— aunque el chico intentó murmurar, Jimin lo escuchó.

— Esto es más grave de lo que pensé. Pero no logro asimilarlo... Tú también viste el cable atado a su cuello— Jimin miró como el otro Twink pelirrojo se rehusaba a creer que no se trataba de un suicidio.

—No seas ingenuo, Joshua—el rubio rió y Jimin siguió doblando las camisas, intentando ser discreto y escuchar toda la conversación—se muy bien que sabes como se ve una persona después de ahorcarse...

El pelirrojo frunció el ceño y dobló bruscamente la ropa. Jimin miró la prenda entre sus manos intentando imaginarse la cara de una persona después de ahorcarse; sólo se imaginaba un rostro púrpura y apunto de estallar.

—El chico tenía los labios morados y llenos de espuma, es tan claro que fue una sobredosis— el rubio se encogió de hombros y dobló el último pantalón— y el camello de carga huyó cobardemente.

Jimin abrió la boca sorprendido y fijó su vista en la prenda sin poder creérselo.

Tenía que contárselo a Hoseok. 





©Meraki 🥀

RIVINCITA | YOONMIN/AGUSTMIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora