Riunione Improvviso

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XXII

Las largas y delgadas piernas resaltan por la corta falda negra. Su cuello largo y pálido era lucido con un costoso collar de perlas, brillando aún más gracias a la coleta que sujetaba su negro cabello.

Sabía que su porte elegante, su rostro fino y lindo, su altanería y sensualidad, era una maravilla para los hombres, Jihye nunca era ignorada, mucho menos rechazada.

Y todo lo que quería, fuera lo que fuera, lo conseguía.

Ya sea por las buenas o por las malas.

Los tacones rojos combinaban con su blusa y sus labios delgados, su sonrisa arrogante contrastaba con su enfado haciendo que pisará fuerte cada tramo avanzado.

—Señorita, el jefe Lee no puede recibi...— detuvo el paso, con su palma en alto, haciendo a la secretaria callarse.

— Soy su esposa, puedo venir cada que se me de la jodida gana— acomodo sus gafas oscuras mientras sonreía— junta tus cosas, estás despedida.

La secretaria palideció y negó apunto de llorar. Sus disculpas fueron ignoradas y miró con incredulidad como la mujer limpiaba su blusa en un gesto arrogante antes de darle la espalda y entrar a la oficina de su ahora, exjefe.

— ¿Qué mierda quieres? — el mayor sonaba fastidiado, metido entre un montón de papeles y cigarrillos.

Bufo furiosa, sus mejillas enrojecidas y los ojos irritados por las lágrimas. No entendía qué otra cosa debía hacer. Había hecho todo lo que el mayor le había pedido, hasta hace un par de días, creía que seguían siendo un equipo, una pareja feliz y unos excelentes amantes.

Junho siempre la complacía y ella estaba encaprichada en cumplir cada una de sus órdenes. Con aquella agencia de automóviles de lujo, Junho ganaba dinero a montones, pero aunque así fuera, no era lo único que lo hacía conocido y temido, ese negocio no era lo único que le daba miles y miles de dólares. Cuando era una insulsa adolecente y Junho llegó con intenciones más allá de lo amistoso, ella creyó que era rico a causa de la agencia, que incluso sus padres eran ricos.

Pero Junho no tenía familia.

Y los bolsos de marca, la ropa costosa y ese auto del año que Jihye tanto presumía, no habían sido ganados de buena forma. Después se hicieron novios y el plan de Jimin dio inicio.

Tráfico de drogas, lavado de dinero, robos y extorsión... Y un montón de cosas más de las que no quería ser testigo, le fueron confesadas, con carcajadas y palabras arrogantes.

Oculto el hecho de sentirse horrorizada y con ganas de huir, aceptó todo lo turbio que Junho arrastraba con él, porque el dinero en su cuenta nunca escaseaba, al contrario aumentaba cada día.

Después se enamoró.

Fue estupida en caer por el buen sexo disfrazado de "hacer el amor", las promesas a futuro y aquel diamante en su dedo anular, asegurando una boda enorme y un futuro prospero y amoroso.

Tan idiota, Jihye.

— Eres un puto egoista, me has cancelado las tarjetas y lo que es peor... —el llanto fue detenido por su risa histérica y el hombre tras el escritorio solo arqueo una ceja por el show que se estaba montando— ¡Has follado con una puta en nuestra cama!

Pataleo furiosa, sus manos temblaron y se jalo las gafas para poder arrojarlas al hombre que juró amarla.

El aire es tenso, los ojos del mayor son fríos y calculadores, mostrándose muy molesto con su acciones. Jihye nunca le había contradecido, nunca se había puesto así de furiosa. Su sonrisa es desdeñosa, anunciándole problemas y berrinches. Su postura es recta y tensa, la mirada oculta tras las gafas, pero aun así puede imaginarsela.

RIVINCITA | YOONMIN/AGUSTMIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora