Capítulo 8

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- No puedo creerlo – Camí, le da tantas vueltas a mi mano para ver el anillo que siento que me la va a lastimar – Por eso estabas tan raro con mamá, volteo a ver a Thomas.

- Bueno, sabia que tu no podrías guardar un secreto así de grande – Thomas sonríe, yo junto con él.

- Tal vez... un poco, ¿vendrás a conocer a mis padres? – la verdad es que ni siquiera lo había pensado, estuve muy abrumada pensado si tome la decisión correcta – Te va a adorar y a Emma ni se diga, les he platicado tanto de ti y de ella.

- Hum... bueno, supongo que si – sonrió y volteo a ver a Thomas, ya que el día de hoy no nos presentamos al consultorio, recibimos muchas llamadas y dado que todo estaba en orden él fue dando la noticia, así que no es raro que a estas horas la mayoría del pueblo sepa que he aceptado casarme con Thomas, pero aun así tengo un pequeño sentimiento de si esto es lo correcto.

- De hecho... hoy prepare una cena en casa de mis padres, ¿si no te molesta? – me toma desprevenida – Si quieres puedo cancelar, se que es muy apresurado y...

- No, está bien – lo interrumpo

- ¡Perfecto! – aplaude Camila que a estas alturas es la más emocionada – Entonces nos vamos, dejaremos que te alistes y a Emma, ¿te parece si paso por ti? – Thomas se acerca, me toma de la cintura, un gesto de cariño, pero al mismo momento de inseguridad.

- ¿A que hora será? – pregunto pensando en Emma

- A las nueve, se que ya es un poco tarde, pero mi padre llega un poco tarde de la ciudad así que, si quieres lo podemos pasar para otro día. – se disculpa Thomas, realmente se siente apenado y yo me siento pésimo.

- Preferiría no llevar a Emma, el día de ayer ya durmió tarde... tratare de buscar a alguien para que la cuide. – prefiero dejar a Emma, no quiero ya se vuelva a trasnochar, recuerdo cuando recién llegamos, el cambio de horario fue horrible para las dos, anochecía demasiado tarde, le costó mucho trabajo acostumbrarse – No me mal entiendas, pero realmente le costo mucho trabajo volver a sus horarios cuando todavía había luz de fondo.

- Sabes que, si eso es verdad – menciona Camí – yo la puedo cuidar, sin ningún problema.

- Pero la cena es para todos – le comento, pero en el fondo estoy agradecida, Emma es una beba muy tranquila, pero cuando no esta cómoda con algo me siento la mamá más terrible porque no puedo remediarlo, aparte tiene los mejores pulmones para poder gritar.

- No, al contrario ella ya es mi sobrina – siento como alguien golpea mi estomago cuando dice eso – yo con gusto lo hare, a partir de este momento tendremos muchas cenas juntos – solo veo como su cabello rubio y su uno sesenta desaparecen en el cuarto de Emma, todo lo contrario a mí, con mi cabello ondulado café oscuro y mi uno setenta, mi piel morena clara que desde siempre ha estado pálida por que ni en Nueva Jersey y mucho menos en Alaska existe el sol. Sale con sus cosas. – Estaré a qui a las siete.

- Ya que todo esta arreglado, me parece que tenemos que darte tiempo... pero antes quiero darte esto – Thomas me entrega una caja enorme con un moño – ábrela hasta que me vaya, puedes usarlo hoy o cualquier otro día... nos vemos cariño – me da un suave beso y tanto Thomas como Camila se van.

En cuanto se marchan me dirijo a mi habitación ya que Emma sigue dormida, y abro la caja, quito la envoltura de papel y visualizo un vestido rosa con un poco de brillos, lo saco por completo de la caja y es realmente hermoso, es de encaje rosa, corto, muy hermoso, sonrió y lo abrazo, con el vestido en las manos camino hacia la habitación de Emma, la contemplo... esta hermosa dormida, su cabellito le ha salido ondulado, café claro, unas enormes pestañas igual y cuando abre los ojos puedo verle dos diamantes azules casi igual a los de Derek ya que los de él son grises.

Contrato de: Un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora