Capítulo 20

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Empiezo a correr lo más rápido que puedo, siento que los tengo detrás de mí a punto de alcanzarme, logro voltear y esconderme detrás de un árbol, se escuchan disparos a lo lejos.

- Maldita sea – trato de recordar como se usa el arma que me dio John – Gatillo... si – en cuanto un hombre se pone en mi vista intento apuntar... fallo – rayos – vuelvo a echar a correr.

- La encontré – grita uno de ellos.

Volteando trato de dispararle y al parecer por el grito logre alcanzarlo, pero no es suficiente, tres más están detrás de mí, la isla es un poco grande y está comenzando a anochecer, se que no tengo salida, tarde o temprano me encontraran, pero eso no hace que se lo deje tan sencillo, al menos hasta que sienta que Emma esta a salvo, como puedo encuentro un árbol enorme y entre sus ramas decido esconderme un poco, al menos en los que vendo el roce que me he llevado, con lo que tengo, corto un pedazo de mi playera.

Me duele la garganta de tanto correr, las piernas me tiemblan...

- Por favor mamá, desde donde estas se que me cuidas... me estoy muriendo del miedo, protege a mi Emma, es lo único que te pido. Que este a salvo, déjame ver una ves más a Nick y Derek, sálvalos de esto... - pido en susurros, pero callo cuando empiezo a oír pasos entre las hojas.

- ¿Dónde está esa muñequita?... sabes que te vamos a encontrar ¿verdad? – me tapo la boca y trato de no respirar, estoy temblando, lo único que agradezco es que ha anochecido – Habla... si no lo haces te disparare. – se escucha un quejido.

- No la vas a encontrar... ella ha salido de la isla...

- ¡Papá! - susurro

- Cállate – se escucha un fuerte golpe – vámonos, si ella escucha no tardara en ir por él – silencio y después un grito – solo tienes una hora para aparecer o si no Don Alejandro pagara.

Cuando escucho que los pasos se alejan trato de asomarme, no hay nadie, las lágrimas me invaden.

- ¿Qué hago? – me pongo las manos en la cabeza – Sabes que solo hay una forma de terminar con esto... para que Emma este a salvo... daré hasta mi vida.

Nerviosa y con miedo, decido levantarme e ir en busca del fin, lo que aun no se... es si será el mío o el de Gianna.

Camino lentamente hacia la casa ya destruida, llena de agujeros de balas, cierro los ojos, respirando profundo antes de entregarme. En cuanto más me acerco, las personas de Gianna me van acorralando, volteo hacia atrás y dos de sus mastodontes me toman de los brazos.

- Vamos chicos, no pensaran que me escapare de nuevo – uno de ellos me toma del brazo herido y hago una mueca.

- ¿Te duele? – cierro los ojos cuando lo aprieta - Que pena... esto apenas está comenzando. – me sonríe.

- Bueno, pues exijo mi derecho de hablar con la autora de toda esta mierda... mi hermana – de un jalón me suelto y lo encaro.

- Claro, ella nos está esperando – el sujeto me empuja hacia la orilla del lago – tenemos un barco que abordar.

Cuando me acerco a la orilla veo a mi papá atado y con sangre escurriendo, acercándome rápidamente a él.

- Eres un tonto, te dije que se fueran – le susurro, dándome cuenta que la sangre proviene de su ceja – y Emma.

- Ellos escaparon... no iba a dejarte sola, estas en esto por mi culpa – se queja.

- Eso no importa, ahora debemos salir de esta y esta vez no creo que salgamos... vivos – termino

- Lo sé, pero a ella nadie la encontrara, lo prometo...

- Tengo que encargarme de eso personalmente – volteo hacia el jate que nos espera – o le hará lo mismo a Emma, si pudo encontrarme a mi después de mucho... lo hará con ella igual.

- Perdóname – termina mi papá

- Vaya, Don Alejandro Aragón, es un gusto volver a verlo... mi querido suegro...- un hombre joven, elegante con una de las actitudes mas altaneras entre todos los presentes, se encamina hacia nosotros.

- Iván, eres un completo estúpido... Gianna solo te esta utilizando para sus planes- mi papá responde

- Lamento la forma en como hemos llegado, esto no volverá a repetirse...la próxima vez tocaremos el timbre- voltea hacia a mi – tu debes ser mi querida cuñada ¿Cuál era tu nombre?... Lydia, no he dejado de escuchar tu nombre en todos estos años.

- Y , ¿Qué quieres que haga?... ustedes son los obsesionados no yo – lo encaro y él sonríe

- Eres muy... mmm digamos graciosa con un toque de heroísmo, pero eso está por acabarse – lo interrumpo

- ¿Crees que soy graciosa estúpido? – le doy una cachetada que hace que sus hombres me agarren – lo que hace la loca de tu esposa es enfermo, demuestra que está loca...

- Basta - siento que mi mejilla quema del golpe – Yo la amo y prometí hacerlo siempre, en las buenas y en las malas, como su padre no lo hizo... y si ella te quiere a ti... así lo hare... - le escupo, pero el golpe me dejo mareada, el se limpia y voltea a todos lados - ¿y la niña?

- Escapo señor – un hombre de color alto le responde

- Ja... ¿Cómo que escapo? – Iván ríe sarcástico - ¿Qué nadie puede hacer su maldito trabajo bien? – grita – ¿Dónde está el maldito chivato?

- Aquí – volteo a verlo, claro era unos de los guardaespaldas

- Te matare – lo amenaza mi padre – lo prometí y lo cumpliré.

- Claro, no sin antes encontrar a la niña – se voltea y da una orden con su mano – deben estar todavía en el agua ¡encuéntrenla!, y tráiganla ¡ahora!

- Señor localizamos un bote, nos lleva dos horas de ventaja – el hombre trae una radio en la mano, por ahí le dicen todo.

- ¡No!... ¡No! – grito – Déjenla – un hombre me agarra y me pone la mano en la boca, pero sigo gritando.

- Cállenla, no quiero escuchar más gritos – finaliza Iván, dirigiéndose al jate.

Me quedo peleando contra los hombres, pero es inútil, me tienen agarrada, van a encontrarla, la van a encontrar y no se que le harán. Lucho y lucho, pero al final siento un golpe muy fuerte en la cabeza, haciendo que todo se ponga oscuro.

*****

- Despiértenla – escucho a lo lejos una voz de mujer, intento abrir los ojos pero una punzada hace que no lo haga – háganlo, quiero que me vea a los ojos.

Entonces siento el golpe del agua fría en toda mi cara y entrando a mi nariz, haciendo que despierte por completo y que me ahogue un poco, no puedo mover mis manos, dándome cuenta que estoy sentada y atada de pies a manos.

- Hola... Hermanita – Gianna, por primera vez... después de oír tanto de ella, aquí esta delante de mí – Si, eso pensé.

Contrato de: Un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora