6. Capricho y Orgullo

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La cabeza la daba vueltas. La adrenalina que había generado su cuerpo en aquel inesperado encuentro embotaba sus sentidos y su mente estaba completamente abrumada por el resplandor que Gin había emitido al rebelarse en contra de sus órdenes, dejándola totalmente descolocada. Si aquel destello cegador había sido el inicio de la ruptura del hechizo de esclavo, no cabía duda alguna que ese chico no era alguien común. Porque nadie podía deshacer un conjuro de ese tipo.

Nadie, excepto sí misma.

Estas palabras elaboradas dentro de sus pensamientos produjeron un chasquido que la hizo despejarse súbitamente

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Estas palabras elaboradas dentro de sus pensamientos produjeron un chasquido que la hizo despejarse súbitamente.

Se había sentido atraída por esa energía de forma irremediable e increíble incluso a través de la red invisible de comunicación que rodeaba ya el planeta. Algo intangible, invisible pero que no hizo imposible la conexión mística que había percibido. Tan familiar y acogedora como la de sus seres más queridos. Tan parecida a sí misma que incluso la provocó temblores de emoción. Su cuerpo se electrizó, su temperatura corporal subió y su mente gritó "¡ Te encontré !" Ese sentimiento la atrapó en un conglomerado de emociones tan fogosas que fue como si ella misma estuviera estimulando sus terminaciones nerviosas más íntimas. Haciéndola experimentar una autocomplacencia deliciosamente acogedora y ardiente.

"Nadie, excepto sí misma".

Allí, tumbada y desaliñada, en penumbras, escuchando el jaleo lejano de la Casa Rams, aspirando el olor a sudor y a sexo mezclados en el ambiente de aquella habitación escogida al azar... todo se desvaneció por un instante al mismo tiempo que acudían a su mente unos antiguos recuerdos.

Imágenes cálidas, acogedoras... pero también tristes. Eran recuerdos de su madre. Reconocía que trataba de no recordarla, seguir adelante sin esos recuerdos... todo un error. Aquellos a quienes amamos permanecen en nuestros corazones y recordándolos, mantenemos vivos sus sentimientos, sus actos, sus pensamientos y convicciones...

El momento que acudió a ella se ambientaba en su antigua casa familiar. En una tarde blanca de invierno, disfrutando de la calidez del fuego de la chimenea y de la dulce y suave voz de la bruja Creta.

"Mi madre un día me relató una historia que su abuela le contó a ella. Hablaba sobre el amor incondicional, aquel que no tiene explicación. Aquel que atraviesa el tiempo y el espacio, condenado a la separación y a su búsqueda eterna.

En el origen del tiempo surgió un alma tan pura y bella que hasta el mismísimo Dios tenía envidia. Era Amor en el sentido más estricto de esta palabra tan abstracta. Tal vez por ese motivo o por aburrimiento o diversión, la partió en dos mitades y las envió muy lejos la una de la otra. Tan lejos, que nosotros los mortales no podemos ni imaginar. Tras de ella, surgieron otras, y otras y otras... y Él siempre hacía lo mismo: las dividía de forma cruel y las separaba, esparciéndolas por todo lo ancho y vasto de la existencia. Así miles y millones de veces, hasta que un día se cansó y desapareció, dejando fragmentos de estas energías dispersas por todo el cosmos.

El Esclavo de la Bruja(Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora