5. Vino y Carmesí

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Cuando salieron del cuarto de tortura, Breta arrastraba a Gin con rapidez por los pasillos, dirigiéndose a las escaleras para subir al primer piso.

Tenía hambre, mucha hambre. Tenía tanta hambre como sed en aquel atardecer de julio en la biblioteca de la Casa Rams. Su cuerpo no había dejado de vibrar desde su explosión de ira contra Rei. Sabía muy bien que tenía que evitar esas reacciones con él, pero siempre la provocaba. Le excitaba hacerlo desde aquel primer encuentro sudoroso. La reciente explosión le traería problemas, pues el olor a sangre había llenado sus sentidos en ese momento. Había sesgado varias vidas, pero no la Rei, de eso estaba segura. Caminaba apresurada huyendo de todos aquellos pensamientos... pero éstos la alcanzaban a cada paso.

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La primera vez que desató su ira fue también la primera vez que Rei trajo consigo a un esclavo muy joven. Algunos murmuraban sobre ello, pero Rei era tan respetado como temido... así que nadie se opuso. Hacía muy poco que había conseguido abrir "la Puerta" como demostración de su poder. Sin duda nadie podía negar que la sangre de su familia poseía una energía tan poderosa como la de Breta aún siendo una estirpe joven. Ahora, la familia Black Paradox sólo tenía un miembro: Rei. Muchos quisieron aprovechar de su soledad tan pronta para apropiarse del tesoro familiar. Pero qué sorpresa se llevaron cuando Rei demostró una actitud mucho más madura y experimentada que todos ellos. El aura que emanaba de aquel pequeño cuerpo era lo suficiente intimidante para mantener a raya hasta los pensamientos de sus enemigos.

Breta también lo percibía... pero extrañamente era atraída... de forma similar a como se sentía atraída por Gin. Lo había estado manejando durante un tiempo, tratando de no acercarse a esa persona... El encuentro en la biblioteca fue sólo el inicio. La unión de sus auras como de sus fluidos creó un vínculo inexplicable para Breta. Pero era un hecho: si estaban cerca el uno del otro y alguno de ellos sentía el impulso de la carne, el otro experimentaba el deseo con viveza y lo convidaba a unirse. Tan fuerte lo sentía Breta que había llegado incluso a dañarse para que el dolor nublase ese deseo que la abordaba.

Sin embargo, aquella tarde en la que Rei trajo a ese joven esclavo, sintió su llamada ardiente, poderosa... sin poder (o querer) evitarlo la siguió. Era demasiado intensa para ignorarla. La tomó por todo su cuerpo y la embriagó. Se sentía hechizada. En esas condiciones abandonó lo que estaba haciendo y siguió esa señal hasta el cuarto de Rei. La puerta estaba entreabierta, Breta entró silenciosa y la imagen que presenció ante sus ojos la dejó helada.

La habitación estaba perfectamente iluminada. Las ventanas abiertas, el viento moviendo las cortinas en su danza... Rei semi tumbado al borde de los pies de la cama, acariciando entre sus piernas el cabello del pequeño esclavo que había traído ese día. Totalmente desnudo, totalmente excitado... mientras el niño lamía su potente sexo. Gotas de sudor recorrían el cuerpo de Rei, Breta podía verlas bien... deseaba lamerlas... El sonido de las chupadas del pequeño esclavo mezcladas con sus quejiditos y los gemidos provocadores de Rei... ¡Qué estampa tan aterradora! ¡No era más que un niño!

—¡¡Rei!! —gritó ella para llamar su atención, dejarle claro que le estaba mirando.

Rei abrió los ojos para mirar a su reina y sonreírla mientras manejaba el ritmo de su esclavo. Bajo el quicio de la puerta Breta los observaba, mezcla de rabia y lujuriosa excitación, Rei podía notar eso. Le encantaba esa mezcla que provocaba en ella. Apartó con delicadeza a su esclavo para atraerlo hacia él y abrazarlo. Era tan pequeño... Ni siquiera podía comprender cómo podía haber realizado el hechizo con alguien tan joven... no podía ser. Para realizarlo debería haber tomado la saliva, la sangre y el semen de aquel chiquillo...

El Esclavo de la Bruja(Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora