17. Sepulturas y Fisuras

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"El cementerio es uno de los monumentos arquitectónicos que impresionan más profundamente y se graban en la memoria: el camposanto no debe despertar pavores, pues la muerte no debe aterrar al creyente, que la considera como un sueño pasajero"

Casimiro Pérez de la Riva

Arquitecto cántabro, 1889

     El cementerio municipal de Ciriego era un auténtico museo al aire libre. En él se respiraba paz, pero no precisamente la de los muertos, si no la del mar fundiéndose con el cielo. Un lugar en el que descansaban los vecinos del lugar, celebridades de distintas épocas e incluso tumbas sin nombre. Las de aquellos que cayeron fusilados frente a ideas extremistas. Caminar por su planta era un deleite para los sentidos, mezclando lo bello y artístico con la tristeza de la pérdida y el dolor. En el fondo de este lienzo los cedros, abetos, tejos y cipreses sumergían los mausoleos y las cruces de piedra en tiempos pasados. El mármol de sus ángeles lo detenía para ser contemplado. Buscando la oficina de información, Gin se perdió en aquel bosque, mezcla de vida y muerte. Por algunos sepulcros crecían y enrollaban las trepadoras. En las intersecciones de las manzanas se creaban plazoletas en las que las familias y visitantes disfrutaban del sonido de las aves cantando sobre las frías aguas de la bahía. Pasó sin darse cuenta de la zona más actual del cementerio a la más antigua, aquella que encogía el corazón ante la majestuosidad de las creaciones artísticas de los maestros de varias épocas. Embobado, deteniéndose al pie de cada edificio, de cada escultura largo rato. Queriendo memorizar cada línea, cada trazo; tatuando en su retina la belleza de las creaciones de artistas de renombre.

     De entre ellas percibió movimientos pequeños y rápidos. A sus espaldas una familia pasaba de regreso a la salida, conversando alegremente. Gin no pudo evitar prestarles atención ante la similitud con sus recuerdos de niño. Algo tan sencillo como un tranquilo paseo familiar evocaba en el muchacho una tremenda sensación de nostalgia. Esta le golpeó cuando se tomaron de las manos en lo que les restó de camino, al menos hasta que desaparecieron de su vista.

     No estaba allí para estudiar las técnicas de los arquitectos de aquel patrimonio europeo. Estaba allí para encontrarse con sus padres.

     —Para encontrarte con tus padres muertos... —musitó en voz alta—. Vamos, dilo. Búrlate.

     Pero no obtuvo respuesta del Hechizado. Tomó entre sus dedos la piedra que llevaba colgada al cuello, oculta bajo su camisa y la frotó con energía. Nada. Estaba convencido de que ese engendro volvería para atormentarlo durante su visita. Tampoco quiso perder más tiempo cuestionando los motivos del silencio de su parte oscura. Comenzó a prestar atención a los carteles y señales del cementerio para llegar hasta la oficina de información y localizar la parcela de su familia. Si vagaba sin rumbo, no estaba seguro de poder encontrarla, al menos en un día.

     Si Gin no escuchaba a su parte oscura, no era porque estuviera dormida, o en espera. Jin navegaba por el subconsciente de Gin con sigilo. El ente estaba descolocado. Encontraba habitaciones impenetrables. Otras con cerrojos gruesos, creados por su anfitrión para evitar entrar en ellos con facilidad. ¿Un método de protección por instinto? ¡Pero es que había recovecos en donde ni siquiera había una puerta! Después de mucho inspeccionar, Jin estaba seguro de que ese mundo interior estaba restringido en parte por un poder desconocido. Las zonas hechizadas por la bruja estaban borrosas, pero si uno ponía toda su atención, podía sacar conclusiones acerca de su contenido. El área correspondiente al raciocinio del chico había estado rodeado por cadenas, producto del embrujo de esclavitud. Ahora esas cadenas estaban tan deterioradas que no servían para nada. En su interior, la imagen de la bruja teñía las paredes de un tono rojizo que también atraía a Jin. Se quedaba allí, observando sin cansarse de admirarla. Aquellos eran los momentos de paz de Gin, porque Jin se ausentaba durante su contemplación.

El Esclavo de la Bruja(Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora