Déjame amarte

Vileza

No recordaba cómo fue a parar a ese lugar solo sabía que estuvo en su consultorio ordenando unos papeles cuando un paciente ingreso preguntándole algunas cuestiones, y después de ese instante todo era borroso en su mente, solo imágenes fragmentadas que no le aclaraban o que le estaba ocurriendo. Olores extraños inundaban el sitio donde lo habían llevado, a madera vieja, y húmeda
No podía escuchar ningún sonido, ni vehículos ni voces lejanas ni pajaros. Lo que le dio a entender que la ubicación de su paradero sería difícil de descubrir.
Ya le dolía las muñecas por la presión de las cuerdas, quizás ya tenía una herida debido a ellas. Sintió los pasos de personas acercándose hacia él, no podía ver nada, sus ojos se encontraban vendados y esto le provocó gran temor.
Cómo no podía decir palabras alguna balbuceó algo inentendible, y por esta razón recibió una bofetada que lo arrojo junto a la silla, al piso.
Esos sujetos se reían a carcajadas, lo que hacían le parecía muy divertido.
Lo volvieron a colocar bien y nuevamente lo golpearon, siempre daban cuenta de alegría por estar haciendo algo tan bajo.
Tres veces repitieron la misma acción, hasta que le hicieron perder la conciencia hasta que lo dejaron por un momento.
El rostro de Wei estaba lastimando, y ya los moretones comenzaban a ser evidentes.
Luego estos se marcharon por unos minutos hasta que regresaron y le arrojaron agua sobre su cuerpo.
Uno de esos tipos le limpio el rostro de manera brusca.
Cuando Wei volvió a reaccionar, le quitaron la venda de los ojos la luz dio directamente a su rostro imposibilitándo su vista, pero poco a poco se acostumbró y pudo observar que las as personas que estaba allí tenían cubierto el rostro con un pasamontaña.
Wei ya había entendido que si trataba de hacer un sonido siquiera, quizás lo volverían a golpear. Se quedó en silencio mirándolos.
Pero al oír una voz conocida pronto se dio cuenta de quienes eran, aunque pensó que no era posible.
Los dos hombres se quitaron los pasamontañas y allí frente a él estaban Yuchen y Zanjin, los hermanos de Yu, mirándolo con una sonrisa de gran satisfacción.
Zanjin, el hermano mayor, le dijo que por fin su cuñado había despertado, y que era un enorme gusto tenerlo con ellos.
Yuchen, segundo hermano, agrego que acaso no le daría un saludo cordial a dos miembros de la familia de su querido amor, que para ser un buen médico le faltaba modales, y lo abofeteo, una y otra vez, pidiéndole que lo saludará como era debido hasta que Zanji lo detuvo.
Este se sentó a su lado y le dijo en tono irónico que todo lo que le estaba sucediendo era por culpa de Yu.

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