Toaru Kagaku no Magician; Volumen 01

Capítulo 1.1

Aquel que No Puede Avanzar

Nearly_Another_Level_Five.

    Ishiki Kōrihi se despertó con un sobresalto. El agudo sonido de su despertador fue lo primero que escuchó. Molesto, lo apagó de un puñetazo. Un leve destello, seguido de una breve oleada de intenso calor, salió de su puño. El despertador, reducido a cenizas, emanaba una delgada nube de humo.

    Se encontraba de un humor realmente malo. No solo había sido incapaz de completar su interrogatorio, sino que, encima, una legítima loli lo había obligado a retirarse. ¿Cómo diablos permitía que alguien que era una cabeza más baja que él lo hiciera escapar?

    - Maldita Kuroko... -murmuró entre dientes. Estaba tan molesto con ella que estaba considerando seriamente el buscarla personalmente para saldar cuentas.

    "Aunque seamos del mismo Nivel, ella pertenece a Judgment...", pensó. "Un enfrentamiento con ellos sólo me convertirá en un criminal aún peor".

    Maldiciendo entre dientes, se levantó de la cama. Debía calmarse, o de lo contrario sus compañeros sospecharían que algo ocurrió. Se dirigió al baño y, al mirarse al espejo, no pudo evitar contorsionar el rostro en una mueca de desagrado.

    Tenía dos cardenales inmensos, a ambos lados del rostro, justo donde la chica lo había pateado la noche anterior. Ahora debía encontrar alguna excusa para cuando ella le preguntara.

    Durante un breve momento, la imagen de una chica de cabello castaño oscuro apareció en su mente. Sin poder evitarlo, un ligero rubor apareció en sus mejillas.

    Sabía que ella odiaba que se metiera en peleas, y si se enteraba de lo que había estado haciendo durante la última semana, seguro que la chica se echaría a llorar.

    "Pero es algo que necesito hacer. Si ni Judgment ni Anti-Skill dan importancia a lo que ocurre, yo me haré cargo personalmente".

    En un intento de calmar sus inquietudes, se lavó el rostro. El agua fría lograba limpiar sus pensamientos, como si lo purificara. Ahora más relajado, regresó a su habitación. Mientras se ponía el uniforme, ignoró la creciente columna de humo que crecía peligrosamente desde el sitio donde antes estaba su despertador. Entonces, sin previo aviso, una alarma sonó.

    - ¡¿Pero qué mierda ocurre ahora?! -dijo, regresando a su estado de ánimo anterior.

    Entonces, los aspersores automáticos del techo se activaron, rociando agua por todo el departamento.

    - ¡No, no, no, no! ¡¡Maldita sea, otra vez no!!

    Esta vez iracundo, dio una fuerte patada a la mesita de noche, encendiéndola en llamas que fueron apaciguadas inmediatamente por el rocío artificial de los aspersores.

    No pensó que una voluta de humo tan pequeña fuese a activar el sistema antiincendios. Ahora, por su propio descuido, todo lo que se hallaba al alcance del agua estaba empapado. Sus libros de texto se habían dañado, y su uniforme ahora pesaba debido a la inoportuna lluvia artificial.

    - ¡¡MALDITA SEA!! -gritó, al tiempo que el sistema antiincendios se apagaba tras no detectar ninguna fuente de humo cercana.