Capítulo 4.1

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El Disparo del Cañón

Only_My_Railgun.


    Lo que presenciaron Ishiki y Kuromori los dejó atónitos. Era como si la realidad se rasgara frente a sus ojos, como si aquella fábrica-laboratorio fuera un lienzo que, rompiéndose, revelara un secreto detrás de la pintura.

    Una rasgadura vertical apareció sobre el sello. Charlotte dio un salto hacia atrás, alejándose de aquel agujero que se abría en medio de la nada. Un cántico podía oírse nuevamente. Un coro que era hórrido, incomprensible, pero a su vez de una belleza imposible de describir. Eran unas doscientas... No, incluso quinientas voces eran audibles.

    La rasgadura se abrió en su totalidad, revelando finalmente su interior. Ishiki simplemente cerró los ojos, apretando sus párpados con fuerza. No deseaba ver, y definitivamente no quería escuchar. Tal era la magnificencia de lo que había detrás de la cortina de la realidad que temía quemarse sólo con verlo.

    - ¡Ja ja ja! ¡Finalmente ha llegado! -exclamó Charlotte, observando con las manos levantadas y riendo maniáticamente-. ¡Camael, la Furia de Dios!

    "...¿'Camael'?", pensó Ishiki. Reconocía el nombre. Había aparecido numerosas veces en varios videojuegos, aunque conocía su origen religioso.

    Sin poder evitarlo, abrió los ojos.

    Entonces, ahogó un grito.

    Vio algo tan fuera de este mundo que no se asemejaba ni de cerca al concepto que tenía de Camael. Una mano salió de la rasgadura, sujetando lo que parecía una espada de llamas blancas. Una segunda mano se asomó, sujetándose al borde de esa cortina entre el mundo real y lo que parecía un Paraíso perdido, en llamas. Ambas extremidades emitían flamas enormes, como alas de fénix.

    A las manos siguieron los brazos, luego la cabeza, y finalmente el resto del cuerpo. Era una entidad extraña, magnífica pero increíblemente aterradora. De armadura color rojo sangre, con detalles en dorado, el ser que se había manifestado extendió sus alas, envueltas en llamas doradas y blancas. Éstas eran de una extensión tremenda, seis metros de envergadura, mucho más de lo que se esperaría ver en aquella figura de dos metros de alto.

    Charlotte hizo una reverencia al ser, poniéndose de rodillas con solemnidad. Juntado sus manos como si rezara, comenzó a hablar en una lengua extraña. Era imposible para Ishiki o Kuromori entender lo que decía, puesto que el coro de quinientas voces seguía resonando, como si proviniera desde dentro de sus cabezas. Sin embargo, la entidad miró a la chica. Como si entendiera lo que ésta estaba diciendo, alzó su espada de fuego blanco.

    Entonces la blandió hacia abajo, clavándola en el centro del Sello.

    La tierra se agrietó, y de los surcos salían llamas, como si el Infierno se intentara escapar de las profundidades para destruir todo lo conocido a su paso.

    - Ciudad Academia finalmente caerá en las llamas del castigo divino... -dijo Charlotte-. La ciudad que renunció a Dios para perseguir el conocimiento mundano será juzgada.

    Al oír estas palabras, Ishiki salió de su trance. Había estado observando a aquella criatura durante pocos segundos, aunque le parecieron largos minutos, incluso horas. No podía distraerse. No podía permitir que Ciudad Academia, su hogar, hogar de sus amigos, hogar de Yukiko, ardiera en aquel fuego divino.

Toaru Kagaku no Magician; Volumen 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora