capítulo 30: El Consuelo.

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Ya pasaron dos horas y hasta ahora los vagones son muy tranquilos, además la gente poco a poco se iba quedando dormida, todo estaba silencioso. Para mí es tan nuevo todo esto que no quiero dejar de ver los árboles y los lagos a través de la ventana.

Jack se tomó en serio mi petición de no hablarme, pues hasta el momento escuchaba música con sus audífonos o se ponía a leer un libro. Es tan raro y cómico saber que, desde que pasamos tanto tiempo en la biblioteca, nos empezó a gustar la lectura de la misma forma.

– ¿Qué tanto me ves? – me pregunta casual y en voz baja mientras que continúa leyendo. Me sentí avergonzada, así que desvíe la mirada.

– Nada.

Viendo que ya habían pasado horas, me vi en la obligación de preguntarle cómo fue que se enteró de mi viaje. Yo ya había sacado varias conclusiones, ahora tenía que confirmar alguna.

– ¿Cómo te enteraste de todo? – solté con la esperanza de no enfurecerme cuando me lo diga.

– Fue tu madre.

– ¿Ella lo sabe todo? – estaba asustada.

– No. – cierra su libro y me mira. – Ella sólo quería asegurarse de que su querida hija esté a salvo conmigo.

– ¿Tus padres no te dijeron nada?

– Antes siempre viajábamos con mi padre por su trabajo, me encantaba ver la nieve. – se acomoda en su lugar y cierra los ojos para dormir.

Escucharlo hablar de su padre me hace dejar de lado nuestras diferencias.

Recuerdo que hace dos años le diagnosticaron leucemia crónica al señor Frost. Yo en aquel tiempo acompañé muchas veces a Jack para ver a su padre en las quimioterapias, me partía el corazón ver como la gente luchaba en ese lugar por un día más de vida.

El señor Frost siempre fue amigo de mi padre, es un hombre inteligente y muy generoso. Tengo muy buenos recuerdos de él.

– ¿Y él cómo está? – no sabía si preguntar o no.

– Se podría decir que su salud mejora la mayor parte del tiempo, pero.. nunca faltan los sustos repentinos.

Aún recuerdo el día que Jack llegó a mi casa y se puso a llorar por la noticia del médico. En ese entonces era la primera vez que se desahogaba conmigo, me dolió verlo tan destrozado.

– No debiste haber venido. – dije para tratar de cambiar de tema.

Resopla cansado. – Deberías agradecerme. – vuelve a cerrar sus ojos para conciliar el sueño. – Al menos dime a qué se debe este viaje.

Yo me acomodo mirando a la ventana. – Trato de encontrar a Punzie. Sus padres la mandaron con una tía lo más lejos posible.

– ¿Lo saben?

– Lamentablemente, sí.

~•~

Las siguientes horas pasaron de ser emocionantes a ser aburridas y agotadoras. Era incómodo estar tanto tiempo sentada, además tenía sueño pero me daba miedo dormir, ¿qué tal si llegamos y no nos bajamos a tiempo por estar durmiendo? Ese pensamiento no me dejaba dormir.

El tren ya ha parado tantas veces en otras estaciones que el sonido se me hizo algo natural. El frío en esta parte está tan fuerte que ni el poco sol que entra por la ventana ayuda.

Kristoff ya me había hablado del frío que hace en esta temporada, sin duda la nieve y las montañas del pequeño pueblo son lo que más le llamaron la atención a su tía para decidir vivir tan lejos de la ciudad.

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2020 ⏰

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