capítulo 21: El Engaño.

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Me desperté y al moverme sentí el brazo de Jack abrazado a mi cintura como si yo fuera una almohada. Intente soltarme pero sin querer lo empujé tan fuerte que lo tire al piso.

– ¡Oye..! – dice despertándose. – ¿Estás loca o qué?

– La luz ya volvió, vete. – sonreí descaradamente como él hace de costumbre.

– Eres mala, ¿lo sabías?

Asentí con la cabeza y proseguí a sacarlo de mi habitación.

Tuve que usar toda mi débil fuerza para lograr moverlo un poco. Finalmente lo hice y él se fue. Me sentía toda una guerrera.

(...)

Todos habíamos salido de la casa para ir a la playa. Punzie se quedó conmigo desde que llegamos, no estaba en sus planes entrar al mar. Supuestamente, no quería llamar la atención y por eso vino.

– ¿Ya llegó Anna? – pregunta Merida saliendo del mar.

– No. – respondí.

– Se fue con Kristoff a buscar algo para comer. – respondió Jonathan desde el mar.

Jack y Flynn estaban dentro del mar, muy al fondo por cierto. Las olas los cubrían y eso me daba miedo.

– ¿No quieres ir? – Punzie me mira sonriente y alentándome.

– No.. Tal vez después. – contesté dudosa.

Obviamente no iría tan lejos como ellos, pero sí entraría más tarde.

Pasó mucho tiempo. Flynn y Punzie estaban hablando sentados y yo me quedé mirando el mar desde la orilla. Jonathan y Jack no dejaban de poner música a todo volumen y discutir por estupideces. Me hacían reír esos dos.

Me pareció extraño que Anna y Kristoff no llegaran todavía, ya pasó media hora desde que se fueron.

Justo estaba por ir a buscarlos pero Jack me agarró y me arrastró hasta el mar.

– Me sueltas o te ahogo, Jack. – advertí sin poder hacer nada.

– No si yo lo hago primero. – me lleva más al fondo.

Entre su fuerza y la arena del suelo que me deslizaba fácilmente se me hacía imposible salir de ahí, más aún cuando él se sumergió hacia abajo del mar y me arrastró con él.

Ya abajo, abrí mis ojos y mire a través del agua cristalizada sus lindos ojos azules y su pelo despeinado. Él me sonrió mientras me sujetaba de la cintura.

Solíamos hacer esto en la piscina de su casa, él me tomaba de la cintura y yo rodeaba mis piernas en sus caderas para luego quedar abrazados. Al hacer eso, una de sus manos subió a mi espalda para no dejarme caer más abajo.

Él volteó la cara quedando cara a cara conmigo, estábamos tan cerca que todo mi cuerpo dejó de funcionar por unos segundos. Lo más posible era que si él no me agarraba yo me hundiría con facilidad.

Siendo sincera, me hubiese gustado que ese momento no se terminé más, pero no, no estaba bien así que por eso y por la falta de aire me separé de él y subí para respirar.

– Te mataría, lo sabes, ¿no? – dije al verlo subir.

– No creo que seas capaz de tanto. – sonríe prepotente y nada hasta llegar a la orilla.

•El Primer Amor Nunca Se Olvida•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora