Los Sauces, 4 de abril
Querido Papaíto:
¿Se fijó en la dirección? Es que Sallie y yo estamos embelleciendo Los Sauces con nuestra presencia durante las vacaciones de Pascua. Resolvimos que era lo mejor que podíamos hacer en nuestros diez días: venir a descansar a este lugar tranquilo. Teníamos los nervios destrozados a tal punto, que ya no nos era posible soportar una comida más en Fergussen. Comer en un salón con cuatrocientas chicas es una prueba dura cuando uno está agotado. Es tal el ruido, que no se puede oír ni a la chica que habla enfrente de uno, a menos que ahueque las manos como un megáfono. ¡Palabra de honor, Papaíto!
Aquí en Los Sauces, Sallie y yo vagabundeamos por las colinas y nos sentamos a leer o escribir y lo pasamos muy bien mientras descansamos del bullicio. Esta mañana nos trepamos al tope de la Colina del Cielo, donde el niño Jervie y yo cocinamos una noche. ¡Parece imposible que haga de eso ya dos años!
Todavía se ve el sitio ennegrecido de la roca donde hicimos fuego... Es gracioso cómo algunos sitios quedan asociados en nuestra mente con ciertas personas y no se puede volver a visitarlos sin pensar en ellas. Durante unos dos minutos, más o menos, me sentí completamente nostálgica del niño Jervie.
¿Y cuál cree usted que es mi última actividad, Papaíto? Va a decir que soy incorregible. ¡Estoy escribiendo un libro! Lo empecé hace tres semanas y lo estoy despachando con suma velocidad, pues ya he descubierto el secreto. El niño Jervie y el editor aquel tenían razón. Convence uno mucho más cuando escribe acerca de cosas que sabe. Y esta vez estoy escribiendo de algo que por cierto conozco no sólo bien sino en forma exhaustiva: el asilo John Grier. ¡Y está saliendo bueno, Papaíto, se lo aseguro! Todo sobre las pequeñas cosas que sucedían allí a diario. Ahora me he dedicado al realismo, abandonando, por supuesto, el romanticismo. Pero se trata de un abandono temporal. Ya volveré a él cuando comience mi porvenir aventurero.
Verá que este nuevo libro se terminará y será publicado. Si uno desea algo con fervor y sigue empeñándose en lograrlo, al final lo consigue. Hace cuatro años que estoy tratando de conseguir que usted me escriba una carta y todavía no he renunciado a la esperanza.
Adiós, Papaíto querido.
Afectuosamente,
Judy
P. D. Me olvidaba las noticias de la granja, pero son muy tristes. Saltee esta posdata si no quiere destrozar su sensibilidad.
Murió el pobre Grover. Se puso tan viejo que no podía ya ni masticar y tuvieron que pegarle un tiro.
La semana pasada, una comadreja —o quizás una rata— mató a cinco pollos.
Una de las vacas está enferma y tuvimos que llamar al veterinario del pueblo, quien recetó aceite de linaza y whisky. Amasai se quedó levantado toda la noche para cuidarla y abrigamos serias sospechas de que la pobre vaca enferma no tomó nada más que aceite de linaza.
Ha desaparecido Tommy, el gato manchado, y sospechamos que cayó en una trampera.
Realmente, son muchas las aflicciones de este mundo.
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Papaíto piernas largas
Teen Fiction¡Libro de la magnífica Jean Webster! Judy Abbott es una muchacha alegre, inteligente, amable y trabajadora que no conoce el mundo más allá de los muros del orfanato donde se ha criado... hasta que su vida da un vuelco cuando un misterioso millonario...