Capítulo 1

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El Lamborghini de color negro aparcó frente a la clínica. Christian se quitó las gafas y miró por la ventanilla.

Jugueteó con la foto entre sus dedos. Volvió a mirar una vez mas a la mujer que yacía en ella, hermosa.

Se acomodo en el asiento de su auto.

Un crop-top negro, gafas Ray-Ban y unos jeans  que dejaban a la vista unos buenos muslos, botas de tacón negras y su cabello castaño suelto. Sonrió. Era lo suficiente explosiva para que cualquier hombre se girara para mirarla.

Algo distrajo su atención, eran las siete y treinta de la mañana y alguien abría la clínica, y ahí la vio de espaldas, introduciendo las llaves en el cerrojo para abrir el portal.

Llevaba una blusa de media manga y una falda hasta la cintura y otra vez las provocativas botas de tacón alto negras. Entró y dejo la puerta abierta.

—Bueno, vamos a ver qué tan aplicada es en su trabajo —Christian intentó asomarse, vio a Carolina terminando unos arreglos en la oficina principal.

Se relamió los labios al ver de cuclillas. Hermoso culo.

Alguien entró por la puerta.

—Buenos días, preciosa —ella se giró y se levantó, analizando quien era. Sonrió.

—Hola, Jack—observó que llevaba algo en las manos. —¿Y eso? —arqueó una ceja.

—Es para ti —le alcanzó un ramo de flores enorme.

—No hace falta que me regales nada —dijo ella fingiendo una sonrisa.

Christian no dejó de observarlos. Sacó un par de fotos con la cámara que Snade le había prestado.

—Así que es cierto que estás con ese criminal, muñeca —sonrió Christian. —La sorpresa que te vas a llevar cuando te diga que es un coleccionador de mujeres muertas —se volvió a acomodar en el asiento y siguió observándolos.

—Espero que hoy aceptes la cena —dijo Jack acercándose a ella. La intentó besar, pero Anastasia lo rechazó. Christian soltó una leve carcajada.

—Buena chica, sigue rechazándolo —sonrió satisfecho. Una sonrisa limpia y blanca, que haría estremecer a cualquier mujer en solo verla. Agarró su calibre del 38 y lo colocó en su cinturón, camuflado. Jack la miró apenado.

—¿Que es lo que no te gusta de mi? —dijo abriendo los brazos.

—Veamos... —Anastasia puso sus enormes ojos azules , en blanco. —Eres muy atractivo y tendrás a muchas mujeres detrás, pero a mí, no me gustas —Jack se le abalanzó. Las alarmas de Christian despertaron y se dispuso a salir. Pero lo único que hizo fue besarla y Anastasia lo forzó a dejarla.

—Piénsalo, ¿Sí? —se giró dejando a Anastasia perpleja.

Ella negó con la cabeza y se adentro en la clínica masajista de nuevo.

—Bien —Christian miró el reloj. Las ocho.

Sintió que alguien entraba en la clínica. Se fijo quien era. Una mujer, mas o menos de la edad de Anastasia. Morena, pelo recogido. Iba con una falda apretada negra, dejando ver las piernas. Una blusa blanca, escotada que daba bastante a la imaginación.

Christian volvió a sonreír.

—Vaya, la secretaria tampoco se queda atrás —abrió la puerta del coche y salió, cerrando con el mando inalámbrico el precioso Lamborghini.

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